Revista Diario

Al límite de paciencia y fuerzas

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient
Creo que con mi post anterior dejaba entrever la semanita que he tenido. No ha sido tanto por ir de un lado para otro, que cansa pero ya estoy casi acostumbrada, sino, sobre todo, por la combinación astenia primaveral - demanda a tope del nene.
El miércoles salí de AT muy desinflada. 
En las últimas semanas parece que a mi hijo se le han conectado las neuronas del "no sin mamá" y empezó llamándome durante la clase para que entrara con él y ha derivado en no querer irse con M., con quien hasta el momento entraba feliz y sin mirar atrás. De esto no me quejo. Nunca es tarde para descubrir que con mami se está muy a gustito; si ha empezado a tener ahora un gran apego hacia mi yo encantada, me parece que es sano para ambos y ¡ya era hora!.
El problema es que más o menos en paralelo a esto y coincidiendo también con el cambio de tiempo y de hora, estamos con un nivel de demanda al 300%. Empiezo a tener pesadillas pensando en lo mal que lo pasamos ambos el verano pasado, realmente me preocupa entrar de nuevo en la misma dinámica de frustración por no poder hacer lo que quiere o no poder expresar lo que necesita, muy alta demanda, mala leche, poco dormir, etc etc etc.
Yo distingo bien entre dos situaciones totalmente distintas. Por un lado, las rabietas, que tiene desde el verano pasado (precoz nos ha salido en esto). No es que no me preocupen, pero las gestiono más o menos bien por más gritos que me pegue y son cabreos que igual que vienen, se van. Pero, por otro lado, hemos vuelto a los perraques, a esa situación de desbordamiento emocional que claramente él no puede gestionar. Un llanto intenso, unos gritos agudísimos y desgarradores y nada que hacer para calmarle: ni abrazos, ni mimos, ni sentarte a su lado para apoyarle, ni cogerle en brazos, ni darle agua, ni darle una galleta, ni ofrecerle un juguete que le guste... Miento, sí se puede hacer algo, ponerle algunos dibujitos, a día de hoy es lo único que le saca de esa espiral de nerviosismo y llanto.
Como digo, las rabietas, aunque precoces, no me preocupan. Lo que sí me preocupa es esa situación emocional que se nos desborda a ambos porque no deja de ser parte de lo mismo. M. opina como yo, que forma parte todo de sus carencias, de la circunstancia de que su capacidad de comunicación no es todo lo funcional que debiera ser (y no hablo sólo de lenguaje, hablo de gestos, de mirar a la cara para pedir las cosas...). Esto provoca que él se frustre, que no alcance sus objetivos por necesarios que sean, que yo no sepa entenderle, que me ponga también nerviosa y así hasta el infinito.
El miércoles se quedó dormido en el coche a la ida a AT. Como está durmiendo fatal durante la noche y muchas menos horas durante el día, me lo esperaba. Pero no me esperaba el pollo que montó al llegar allí. Le sentó a cuerno quemao que le despertara al llegar y que, encima, le cambiara el pañal, que venía con riesgo de desbordamiento. Cuando vió a M. la cosa empeoró y no digamos ya cuando se lo pasé en brazos. 
Ambas estamos de acuerdo en que siempre que me llame y me reclame (mamá), salen de la clase a buscarme y paso con ellos. O si lo pide antes de entrar, entro con él. Pero ayer no me llamó y, por lo tanto, entró solo. Estuvo llorando 10 minutos, yo lo escuchaba desde fuera, y finalmente logró calmarse. Algo que valoro, desde luego, porque conmigo no sucede y menos en ese tiempo récord...
Pero me quedé totalmente plof. Ver determinadas cosas de mi hijo en vivo y en directo, constatar que aunque la cosa haya mejorado aún queda mucho por recorrer, me dejó hecha polvo. Unido a la intensidad del día de ayer, no es de extrañar que no me quedaran fuerzas para poder escribir nada cuando anoche se durmió sobre las 23h .
Esta mañana, tras el agotamiento emocional de ayer, me he levantado de muy mal humor. En parte es la segunda fase de esta situación: primero agotamiento y después cabreo. El problema del cabreo es que me incapacita para atender al niño como debiera. Después de una noche de tirones de pelo, llaves de judo y pateos en la espalda, reconozco que no me encontraba muy predispuesta a aguantar su nivel desorbitado de demanda. Cuando ya nos preparábamos para salir me ha mordido una pierna, entre jugando y reclamando mi atención, y me ha costado Dios y ayuda no perder los nervios.
Afortunadamente, la sesión de hoy de AT ha sido algo atípica y ha ido bien. Hoy ha pasado con una clase de niños que son algo mayorcitos que él y están todos juntos. Se lo ha pasado bien, ha imitado mucho y me ha llamado, por lo que he corrido dentro y me ha gustado lo que he visto, desde luego más que lo que he presenciado días anteriores.
A la vuelta en el coche se ha dormido y de ahí a la cama. Por eso aprovecho para escribir estas líneas antes de que volvamos a la carga.
No me cuesta nada confesar que hoy me siento al límite de paciencia y de fuerzas. Sobre todo de lo primero. Y doy gracias de que los planetas se han alineado a nuestro favor y si no ocurre nada en las próximas dos horas, mi marido estará con nosotros hasta el lunes 25. O eso o me daba un sintrún.
¿Tenéis planes de Semana Santa?. Yo me quedo guardando Madrid, como siempre, pero tengo unos cuantos pero no quiero ilusionarme, que luego no cumplo ninguno. No tengo decidido si publicaré a diario o no, quiero trabajar en varias cuestiones de Madres Blogueras y creo que no voy a tener tiempo para todo.
Si os vais por ahí, mucho cuidado con el coche y nos leemos a la vuelta. 
Besos.

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