Es el lugar que por excelencia me envuelve. Cuando estoy feliz, cocino, cuando una amiga esta triste, por alguna pelea de pareja, para el disfrute y el engorde, ahí me encuentro yo, entre cacerolas y cucharas. Es el momento de comenzar a ordenar todos los ingredientes sueltos de mi cabeza, con un poco de música, una voz francesa (Zaz), en honor a un gran amigo, en una de esas noches de copas y charlas.
Comencé a interiorizarme en la cocina desde muy pequeña, cuando mi madre me llevaba a clases de repostería cerca de mi casa en Yerba Buena. Transitar del hobbie a un sentido de supervivencia, porque en lo de mis padres, si no era por la cocinera, la comida no se servía en la mesa!!!
Así es que sentí la necesidad de aprender y poner en mis manos la pasión del buen cocinar.
Hace un par de años, en mi estadía laboral en un reconocido diario de Tucumán, tuve la oportunidad de publicar sobre ella, comencé a sentir lo que es disfrutarla desde la lectura y lo que uno transmite al otro con las palabras. Por ello, desde aquí, intentare trasmitir el aroma, las ganas de hacerlo uno mismo, convidarte el gusto que implica sentarse en la mesa y compartir lo que uno preparó como una demostración de afecto. Entiendo que existen platos que, al menos una vez, en nuestra vida tenemos que preparar. Es cierto que se presentan dificultadas en algunas elaboraciones, pero hay que animarse. Perder los miedos nos puede abrir el horizonte de sabores.
IvI Cossio