Revista Política

Al ratoncito independentista catalán sólo puede cebarlo Madrid

Publicado el 14 diciembre 2009 por Joaquim

Al final, y como en el poema cervantino, tras el supuesto "Día D" de Catalunya hacia la independencia "no hubo nada". Para llamar a las cosas por su nombre, el resultado de tan magno esfuerzo cabe considerarlo como un fiasco notable: apenas el 27% de los llamados a las urnas acudió a votar. Y eso que los referéndums locales se desarrollaban en su gran mayoría en pequeñas poblaciones de la llamada Catalunya Catalana, el ámbito sociopolítico catalán inequívocamente rural, conservador, católico y nacionalista.
Visto lo visto, ya han comenzado las bofetadas entre los promotores. Alfons López Tena, jurista que formó parte del Tribunal Constitucional español, ha pedido que no se mezclen los resultados en la zona liderada por él, la comarca de Osona, donde el referéndum alcanzó el 41% de participación, con los habidos en las otras partes de Catalunya donde se votó ayer. "Pido que nuestros datos no se incluyan en los que ofrece la denominada coordinadora nacional. Es un magma mal organizado, mal planteado y hecho desde el sectarismo y la exclusión", dice hoy López Tena. Pues vaya compañías, las del señor jurista.
Y es que el objetivo a nivel nacional (sí, nacional, es decir, catalán) lo habían fijado los promotores en el 40% de participación. Se han quedado nada menos que a 13 puntos. Y ello a pesar de que en los últimos días tanto los medios de comunicación supuestamente gubernamentales (la CCRTV) como privado-paragubernamentales (RAC), además de la prensa escrita nacionalista -escasa a nivel nacional pero abundante en las comarcas-, se volcaron para conseguir la movilización en pro del voto favorable a la independencia. Muy desesperados se les veía a los promotores ya hacia el final de la semana pasada, cuando tuvieron que saltar a la palestra gente como Joan Puigcercós (ERC) o el inefable Felip Puig (CDC) para reclamar que la ciudadanía acudiera al simulacro.
En resumidas cuentas, se diría que en realidad la apuesta no es que no haya movilizado los nacionalistas de diverso registro, es que ni siquiera ha conseguido movilizar a todo el electorado independentista. Muchos entre estos seguramente son conscientes de la razón que asistía a Artur Mas, heredero político de Pujol y líder por delegación de CiU, cuando en una entrevista a El País dada el 29 de novembre pasado afirmaba "Tenemos contrastado con estudios sociológicos que en una consulta en toda Cataluña ganaría el no. Sería un error convocarla para evidenciar ante España y todo el mundo que Cataluña lo que quiere es simplemente ser española. Eso llevaría al país a la derrota. Si se puede plantear en el futuro, ya se verá. En CiU hay opiniones diferentes." Ese convencimiento de que los catalanes no estamos por la labor, es el que ha llevado a los partidos nacionalistas parlamentarios a "hacer como si" apoyaran los referéndums de este fin de semana pero sin implicarse realmente en ellos, dejando su organización y promoción en manos de la pléyade de grupos y grupúsculos que se reclaman independentistas y que en general carecen de otro proyecto político que el abandono del Estado español; escaso bagaje en tiempos de tribulación económica y social.
Así, de los 700.000 ciudadanos teóricamente llamados a las urnas, sólo acudieron 200.000. Destaca la escasa participación en los municipios de mayor población, con el 25% de participación de Sant Cugat (60.000 habitantes) y un magro 15% en Vilanova i la Geltrú. En Vic, la vieja capital carlista, el corazón de la Catalunya "catalana", donde se esperaba una participación abrumadora, el referéndum sólo atrajo a las urnas al 41% de sus potenciales votantes. En resumidas cuentas, si esto no es un desastre se le parece bastante.
Ocurre sin embargo que uno de cada cuatro ciudadanos de Catalunya manifestaron ayer libre y democráticamente su voluntad de que su país tenga un Estado propio, lo que además de ser muy respetable desde el punto de vista democrático obliga a quien proceda a extraer conclusiones políticas. Sucede también que en realidad quienes en este país comparten de un modo u otro esa aspiración son bastantes más de los que ayer votaron a favor de la propuesta sometida a referéndum, y que aún serian muchos más aquellos que en caso de percibir cegada toda vía de articulación con el Estado español basada en el respeto a la peculiaridad cultural y política y sobre todo a las necesidades sociales y económicas de los catalanes, podrían terminar por inclinarse a favor de la opción independentista. Circunstancia que quienes manejan órganos de poder como el Tribunal Constitucional, los medios de comunicación españoles y el Partido Popular, entre otras verdaderas fábricas de nacionalistas y de futuros independentistas catalanes, deberían tener en cuenta.
Lo que ayer vimos alumbrar en Catalunya fue desde luego un ratoncito, pero si "Madrid" (el "Estao" casticista y reaccionario) se empeña en alimentarlo, puede convertirse en una auténtica montaña.
En la imagen, un grupo de manifestantes sostiene la versión más reciente de la bandera independentista catalana.

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