
Y es que a mi padre le gustaba ése vino amontillado de color oro viejo encendido, compañero e ingrediente de los guisos de mi madre, un vino con un aroma inconfundible, que deja en “Mi cocina” el recuerdo imborrable de los platos tradicionales de mi familia.
En los años 60, con su Seat 600 y dos damajuanas, aquellas garrafas de cristal verde oscuro, casi opaco, cubiertas de mimbre, con dos asas, bien lavadas y su tapón de corcho nuevo, recorría la distancia desde Málaga hasta Montilla, para comprar una o dos arrobas del oloroso vino amontillado.
En la campiña Sur de Córdoba, pegando a la provincia malagueña, en la Sierra de Montilla y de los Moriles Altos, en terrenos alberos, en una tierra salpicada de pueblos blancos encumbrados en los cerros, rodeados de suaves lomas, laderas con verdes alfombras de viñedos, olivares y fértiles campos, envejecen los vinos generosos de Montilla-Moriles.
Cada vez que abro una botella, cada vez que lo añado a uno de mis guisos, recuerdo los olores y sabores que se hunden en mis antiguas raíces, en las costumbres y tradiciones de mi madre.
Aunque no llegue la damajuana a “Mi cocina” llenas de vino medido en arrobas (una arroba equivale a 16,133 litros), sigo usando este vino tan andaluz, bien un fino o un amontillado. En ésta ocasión un recio amontillado dio ése toque genial a la salsa de éstas riquísimas albóndigas.
¿Cómo las hice?
En un bol poner cuarto y mitad de ternera picada (no suelo mezclar diferentes tipos de carne, hay quien lo prefiere mezclando también la ternera con cerdo), dos ajos y un trozo de cebolla blanca muy picaditos, un vaso de leche, dos huevos, sal al gusto, perejil picado y dos rebanadas de pan.Mezclar todo muy bien (aconsejo amasar con las manos) procurando que quede homogénea la masa.Hacer las albóndigas pasándolas por pan rallado.
Freir en aceite de oliva bien caliente, dejándolas bien doraditas. Reservarlas.

Mientras echar en unacacerola aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño, uso actualmente de Periana) de forma que cubra el fondo y pochar a fuego lento una cebolla blanca dulce y tres o cuatro dientes de ajos cortados en trozos muy pequeñitos , salando al gusto previamente, con cuidado de que no se lleguen a quemar.
Agregar un vaso de vino blanco amontillado (Montilla-Moriles) y un vaso de caldo del puchero (no les pongo el enlace, ya que en el buscador de Mi cocina, encontrarán muchas recetas con éste malagueño caldo), en su defecto puede servir un sencillo caldo de pollo.
Dejar cocer unos quince minutos hasta que la cebolla se vea transparente.Agregar las albóndigas, cuatro o cinco granos de pimienta negra y dos o tres hojas de laurel y dejando cocer a fuego lento unos quince minutos, hasta que reduzca la salsa. Probar de sal.
Acompañar con arroz blanco (arroz cocido) o patatas fritas.
¡Buen provecho¡ y si me permiten el consejo: disfruten de Andalucia Nota.- La arroba fue una popular medida de peso y volumen que tuvo su origen en la Andalucía previa al siglo XVI. De hecho, la palabra viene del árabe "AR-ROUB" o "AR-RUBA", que significa cuatro (o cuarta parte); cuatro arrobas formaban otra unidad mayor, el "quintal".