Dos cotorras argentinas y un ejemplar joven de paloma torcaz beben en la fuente de una glorieta cercana al parque de La Paz de Alcorcón
Javier Rico
Nada menos que siete parques y jardines diferentes de Alcorcón recorrimos, prismáticos, telescopios, cámaras y guías a cuestas, en una soleada mañana tardo-estival de septiembre. Acudimos azuzados por el interés mostrado en nuestras rutas por algunos coles de esta ciudad del sur de Madrid. Ya conocíamos el más periférico parque de Las Presillas, pero decidimos aventurarnos por algunos situados hacia el meollo urbano, donde la presencia de pajareros como nosotros, telescopio al hombro y prismáticos sobre la pechera, despierta desde extrañeza a incredulidad. Cuando dejamos a algunos viandantes asomarse por el ocular y ver las vecinas tan guapas que tienen se pasa a la admiración.
Parques de La Paz, Paco Rabal, Urtinsa, La República, Alfredo Nobel y La Rivota y jardines Violeta Friedman. Eso sin contar los bulevares y jardines de transición y aledaños a urbanizaciones con los que nos topamos a lo largo del recorrido. Esta es la geografía de las zonas verdes urbanas que nos sirvió para testar que, cómo no, Alcorcón es otro lugar de interés para fomentar entre niños y niñas y adolescentes el interés por la biodiversidad que les rodea, y muy especialmente por las aves.
Los jardines de Violeta Friedman es una de las zonas verdes más acogedoras de Alcorcón
De nuevo comprobamos que, mínimo, nos podemos llevar apuntadas en el cuaderno de campo unas quince especies distintas, aunque nosotros al final registramos 22. Todo depende siempre del recorrido a trazar y de lo bien que se porte el grupo escolar, donde la dispersión, las carreras y los gritos penalizan a la hora de ver e identificar aves. Como “puntos calientes” citamos de entrada los charcos que se generan en el parque de La República tras el riego (el siguiente vídeo demuestra lo bien que le vino a pardillos, papamoscas cerrojillos, gorriones comunes y verdecillos) y las glorietas con fuentes entre los parques de La Paz y Paco Rabal, donde palomas torcaces y domésticas y cotorras argentinas también aprovechaban para asearse y abrevar.
Precisamente, para disfrutar del momento del baño entre las aves, conviene ser lo más cautelosos posibles, porque si no corremos el riesgo de provocar una espantada precipitada y perdernos tan gozoso momento. No fue el único. También nos sorprendimos con la presencia de aviones comunes (posiblemente los más rezagados antes de partir para África), las acrobacias a un metro de nuestras cabezas de los carboneros garrapinos y los vuelos fugaces de pájaros carpinteros como el pico picapinos sobre coches y calles.
Ánades azulones en el estanque del parque de La Rivota
La curiosidad que despierta nuestra presencia sirvió para que algunos peques disfrutaran vía telescopio hasta el detalle del ojo con los ánades azulones y las gallinetas comunes del parque de La Rivota. También para que estos mismos peque-curiosos y sus madres y padres nos cuenten que desde su casa ven cazar de vez en cuando a los cernícalos en las zonas de expansión de monte cercanas a sus urbanizaciones.
Estanques, rías y gradas forman parte también del paisaje acuático del parque de La Paz
Nos sorprendió negativamente el grado de abandono y deterioro (principalmente por las basuras acumuladas) de algunos parques. “Esto tenéis que sacarlo, que está muy sucio”, nos comentaban paseantes habituales, viéndonos cámara en ristre. Y así lo hacemos, pero también es de justicia valorar muy positivamente que los parques forman parte de un entramado verde entre bulevares y pequeños jardines que permite no despegarse de ese verde en todo el recorrido, aunque superes los dos kilómetros de caminata urbana. Esculturas como la de Clara Campoamor en el parque de La República, los parterres de abigarrada vegetación del Alfredo Nobel, los recoletos jardines Violeta Friedman y el estanque de La Rivota sirvieron para ir animando el paseo.
Homenaje a Clara Campoamor en el parque de La República
Solo queda confirmar que sí, que las zonas verdes urbanas de Alcorcón pegadas a sus centros escolares forman escenarios idóneos para sacar las aulas y dar una atractiva clase de biodiversidad y ornitología en vivo y en directo. Y no será por falta de centros a pie de esta biodiversidad: colegios Federico García Lorca, Joaquín Costa, Vicente Aleixandre, Miguel de Unamuno, Miguel Hernández, Santo Domingo, Fuente del Palomar, Fernando de los Ríos, Parque de Lisboa, Clara Campoamor, Los Castillos y Amor de Dios; e institutos Galileo, La Arboleda, Jorge Guillén e Itaca.
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