Revista Expatriados
Alejandro siguió avanzando hacia el este, hacia las estribaciones de Cachemira. Los bienpensados dirán que le espoleaba la curiosidad de explorar un país tan extraño. Los malpensados diremos que le había llegado noticias de que en la ribera del Ganges había un reino de gran riqueza cuyo rey provenía de una casta baja y no era amado por sus súbditos. Sí, son cosas como ésas las que provocan los orgasmos de los conquistadores.
Alejandro cruzó dos afluentes más del Indo, el Acesines y el Hydraotes. Masacró un poco aquí y acullá y finalmente llegó ante el río Hífasis, el último de los tributarios del Indo que le quedaba por cruzar. Y en esto que se le plantaron sus hombres. Que si llevaban andando desde el Helesponto, que anda que no son kilómetros; que les habían salido sabañones de tanto cruzar ríos; que a ver cuándo paraba de llover en la India, que estaban hartos de ver caer agua, que alguien cerrase los grifos. Alejandro trató de persuadirlos para que siguieran, pero persuadir a treinta mil tíos mal encarados que encima están armados, es bastante peliagudo. A Alejandro podían molarle mucho las conquistas, pero le molaba todavía más su propio pellejo. Accedió a lo que le pedían, pero como con Alejandro todo tenía que hacerse con mucho esfuerzo, se le ocurrió que, en lugar de regresar por donde habían venido, lo harían bajando por el río Indo y luego torciendo a la derecha y yendo hasta el fondo, donde los lavabos.
Arriano afirma que Alejandro pensaba que el Indo se comunicaba con el Nilo basándose en dos hechos: eran los dos únicos ríos en los que había encontrado cocodrilos y junto a Acesines había visto ciertas plantas semejantes a otras que crecen junto al Nilo. Me cuesta creerlo. Después de la conquista de Babilonia Alejandro ya debía de saber lo que era el Golfo Pérsico y seguramente debía de saber que Arabia era una península. ¿Realmente se creía que el Indo después de bajar hacia el sur daría una vuelta larguísima para subir hacia el norte convertido en Nilo y que el Mar Rojo, el Mar de Arabia y el Golfo Pérsico no eran más que un gigantesco mar interior? Pienso que todo el rato supo que el Indo desembocaba en el océano y que en su decisión de coger ese camino influyó la estrategia. Dado que sus soldados se le habían plantado y habían impedido que el Gran Océano fuese la frontera oriental de su imperio, que lo fuese entonces el río Indo. Para ello necesitaba recorrerlo y someter a las tribus ribereñas.
El ejército descendió simultáneamente por vía fluvial y terrestre. Alejandro iba en las naves con una parte del ejército, mientras que Hefestión bajaba por la ribera izquierda con el grueso del ejército, los elefantes y los no-combatientes. Fue poco después de la confluencia del Acesines con el Hydraotes, donde Alejandro se encontró la oposición seria: los malios.
La lucha contra los malios debió de ser enconada, según cuentan tanto Arriano como Quinto Curcio Rufo. Y más dura todavía para unos soldados que estaban hartos de campañas y sólo soñaban con regresar a Macedonia y disfrutar de las riquezas ganadas. El episodio más famoso de esta guerra fue aquél en el que los macedonios atacaron una ciudad de los malios y Alejandro viendo que no ponían demasiado empeño (¿quién iba a poner empeño después de tropecientas batallas?), saltó a primera línea para dar ejemplo y los malios casi lo ponen a dar ejemplo de cadáver criando malvas. Durante unas horas los macedonios creyeron que Alejandro se moría y en represalia pasaron a degüello a todos los habitantes de la ciudad.
La salvajada al menos causó efecto. Los restantes malios vinieron a rendirse y de paso también acudieron los oxidracos, que hasta entonces no habían querido recibir a los embajadores de Alejandro. Como prueba de su lealtad, Alejandro les pidió mil rehenes, a los que luego liberó. Les asignó un gobernador, Filipo, y continuó su viaje.
Río abajo, Alejandro se encontró a nuevos pueblos. Los abástanos a los que hubo de someter. Los jatros y los osadios que se le unieron. Fijó el límite de la satrapía de Filipo en la confluencia del Acesines con el Indo. Las rápidas y someras pinceladas con las que Arriano pinta esta parte pueden indicar o bien que no ocurrió nada demasiado notable, o bien que Alejandro optó por no demorarse demasiado. Leyendo a Arriano, uno se imagina a Alejandro al frente de los barcos diciéndose: “Joder con este río, ¿es que no se acaba nunca?”
En la zona baja del Indo, ya cerca del delta, Alejandro se encontró con varios estados más estructurados que los del río medio. Primero encontró el reino de Musicano (posiblemente éste fuera el nombre de los habitantes, no el de su rey), cuyo rey buscó su amistad. Luego fue contra los oxicanos, que no habían querido someterse. Tras un par de victorias, logró que las restantes ciudades se le rindieran, ante el miedo que despertaron sus triunfos. Finalmente sometió a Sambo. En ésas estaba, cuando le llegaron noticias de que Musicano se había rebelado. En un pispás, Alejandro lo sometió de nuevo y lo cargó de cadenas. La última región que le quedaba por conquistar en el delta, Pátala, se le entregó poco después. Había llegado al océano.
Toda esta campaña del Indo está narrada por las fuentes antiguas con cierto apresuramiento. Da la sensación de que Alejandro, fracasado su objetivo original de llegar hasta el confín de la tierra, estuviera cerrando su frontera oriental a la carrera, a falta de objetivos más ambiciosos. También, la herida que recibió en la ciudad de los malios y que casi le cuesta la vida, debió de mermar seriamente su capacidad de resistencia. De hecho, tras ella, las fuentes no vuelven a describirle encabezando un ataque de sus tropas. En fin, siempre quedará la duda de hasta qué punto Alejandro llegó a pensar que la frontera oriental de su imperio quedaba asegurada y consolidada.
En Patala el ejército macedonio se dividió en dos. Unos regresarían a Babilonia con la flota, bordeando la costa y los otros irían por la vía terrestre atravesando el desierto de Gadrosia. Para estos segundos, ahora empezaba la parte verdaderamente dura de la campaña.