Revista Cultura y Ocio

Algunos menos

Publicado el 05 abril 2016 por Rosa Valle @RosaMValle

«Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente». Mientras cantaba esta mañana a grito pelado está canción lema en el coche camino del trabajo y se me removían las entrañas, sentía la pena de que varios de los artistas que se suceden en su interpretación nos han dejado. Y no de viejos, sino como consecuencia de su encuentro con las drogas. Escuchaba cantar a Antonio Flores, que se nos fue ya allende. Después a Manolo Tena, que se marchó esta semana.

Imágenes del libro de canciones interior del mismo CD.

Imágenes del libro de canciones interior del mismo CD.

El CD que los reúne y tengo en mi disquetera es Mucho más que dos. Recuerdo el fervor con que nuestras jóvenes emociones acogían a Ana Belén, Víctor y su tropa en el Palacio de los Deportes de Gijón allá por (ozú!) en 1994. En él, entre otros temas míticos del matrimonio y sus amigos, está Marilyn Monroe, de Manolo Tena, Manolo Pena, como lo llamaba mi  hermano para meterse conmigo en pleno verbor juvenil mío por el cantante de la voz carrasposa que, entre otros males, tenía la moto estropeada y un perro que no ladra. Claro está que a mi hermano mayor de manual Tena, con sus letras, se lo ponía en bandeja.

A mí me gustaba aquel poeta, que te llevaba hasta el mar y pedía que lo desatasen, que te contaba la otra cara de la fama de la rubia de Hollywood. Ha sido por él que esta mañana he puesto el CD que hacía tiempo no salía de su refugio. Y por él que voy a rescatar los CD que atesoro en el baúl de los recuerdos en la casa paterna. Me ha entrado nostalgia  -una es carne de cañón de esa emoción, aunque entrena para lo contrario- de aquellos tiempos, en que la cuadrilla del de Mieres y su pivón de esposa eran mis iconos musicales, con los que machacaba a mis compañeras de piso de Salamanca (¿verdad?, Armonía). ¡Sabina!

La inocencia y despreocupación inherentes a la chavalada te dejaban en el mensajes de aquellos cantautores. El examen sobre la coherencia entre lo que cantaban y cómo vivían vendría después.

Se me siguen poniendo los pelos como escarpias con muchas de aquellas grandes canciones.

Algunos menos

Contraportada del disco “Mucho más que dos”.

Le doy la razón a mi hermano en que la mayoría cantaban de pena ja ja. Yo les perdonaba. Y les perdono. ¡Hasta Juan Echanove se atrevió sobre el escenario con alguna de aquellas canciones! Tremendo. No habría pasado ni la prueba de Primero para el acceso al Conservatorio. Escúchenle en 1994 y verán que no exagero.

Ciertamente si que que fueron mucho más que dos. Hoy el “mucho” sobra. DEP.


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