- Tres alitas de pollo (no tiréis las puntas)
- Jengibre fresco
- Ajo
- Salsa de soja
- Maicena
- Guindilla fresca
PasosLa receta es bien sencilla y se hace rápido. Lavad bien las alitas con agua para eliminar cualquier tipo de suciedad que pueda quedar en la piel. Cortar las alitas en tres trozos por las articulaciones. Hay gente que no se come las puntas de las alitas. No sabéis lo que os perdéis, es lo más crujiente y maravilloso que existe en este mundo. Freíd las alitas con un poco de aceite. A mí me gusta hacerlo a fuego medio y con la tapadera de la sartén puesta, porque así hay que usar menos aceite. Añadid sal y pimienta al gusto, pero recordad que la salsa de soja es salada.Mientras se están haciendo las alitas en un mortero tenéis que machacar uno o dos dientes de ajo y un trozo de jengibre fresco de unos 30gr de peso, aunque yo lo corto a ojo, la experiencia dicen… Si añadís un poco de sal se triturará mejor. Cortad también media guindilla en rodajas, pero cuidado con las semillas, que pican como el diablo y como se os cuele alguna en la sartén lloraréis.Cuando las alitas estén doradas por todos los lados tendréis que añadir el ajo y el jengibre triturado junto con la guindilla. Cocinadlo todo junto sin dejar de remover las alitas para que se quede todo bien mezclado. Cuando el jengibre esté dorado añadid un buen chorro de salsa de soja y dejad que se cocine un poco, pero sin que llegue a consumirse. Mientras tanto diluid media cucharadita de maicena en un poco de agua (uno o dos dedos de agua en un vaso estándar) y añadidlo a la sartén. Subid el fuego al máximo y no dejéis de remover para que la salsa se pegue a las alitas. Cuando se quede toda la salsa, o una buena parte de ella, pegada a las alitas podréis sacarlas de la sartén. Si tenéis sésamo podéis ponerle un poco por encima para darle un toque.
Enjoy!