Revista Opinión

Amigo (retrato de algunas palabras)

Publicado el 21 mayo 2013 por Miguelmerino

Un (iba a decir amigo, pero esa es la duda) casi desconocido, ex compañero de colegio y actual esporádico contertulio en el foro de dicho colegio (ya cerrado, el colegio y el foro) ha sacado a relucir el tema de la, para él, sagrada palabra: AMIGO, y su significado. Y yo acudo a los peritos en la materia, que según  mi leal saber y entender, son los diccionarios.

No encuentro ninguna entrada específica en el Tesoro de la lengua de Covarrubias, que suele ser con el que empiezo siempre las definiciones de las palabras que quiero retratar. Así que tendré que recurrir a la Academia y su histórico de diccionarios.

En el de 1726: Amigo.- La persona que tiene amistad, amor y cariño a otra. Del latín Amicus. Y define amistad como: amor, benevolencia y confianza recíproca. Además de otras acepciones que no vienen al caso. Lo importante, a mi parecer, es el adjetivo: recíproca.

En 1770 da algunas acepciones más, pero la que nos interesa es la primera, que dice: El que tiene amistad. y define amistad como: Afecto recíproco entre dos o más personas, fundado en un trato y correspondencia honesta. Sigue apareciendo el adjetivo recíproco y, además, aparece el adjetivo honesto.

Sigamos avanzando en el tiempo, pero puesto que amigo es el que tiene amistad, nos centraremos en esta palabra. Año 1869, amistad: Afecto puro y desinteresado, ordinariamente recíproco, que nace y se fortalece con el trato. Sigue necesitando de la honestidad, que aquí llama: puro y desinteresado, pero deja la puerta abierta a que no sea del todo necesaria la reciprocidad.

Continua sin cambios a través de las distintas ediciones y por fin, en la próxima edición, el texto propuesto es el siguiente:

amistad.

(Del lat. *amicĭtas, -ātis, por amicitĭa, amistad).

1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.

Por lo tanto, vuelve a aparecer el concepto de reciprocidad con ese: compartido con otra persona.

De donde se deduce, que si uno no quiere, dos no se amistan. ¡Qué se le va a hacer!

Pero también se deduce, que no hacen falta grandes sacrificios por el otro, ni conocerlo como la palma de tu mano, ni tantas otras cosas que se exigen en el sacrosanto nombre de la amistad. Parece ser que basta con sentir un afecto, que sea compartido, eso sí, y que con el trato se vaya fortaleciendo. Hoy en día, el trato puede no ser directo y en distancia corta, afortunadamente las nuevas tecnologías te llevan a tratar con personas con las que te puedes ver poco o nada y ello no tiene porque disminuir la calidad de la amistad.

Podría bastar con que dos personas sientan afecto la una por la otra, eso sí, de forma pura (descartado el follamigo, eso es otra cosa) y desinteresada y el trato, personal o virtual, hará fortalecer esa amistad hasta donde los dos estén dispuestos a fortalecerla.

Eso sí, tienen que ser los dos. Y además, es más divertido.


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