Revista Psicología

Amor: un concepto con varios matices

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

Hablar del concepto de Amor es complejo y atiende a matices tanto culturales como sociales, filosóficos, religiosos e incluso científicos.

Amor: un concepto con varios matices

El Amor a través de los tiempos

Podríamos decir que el amor es un constructo social y cultural en el que ambos matices han experimentado notables transformaciones a través de la historia, los tiempos y las civilizaciones. Del mismo modo, también las relaciones interpersonales afectivas y eroticas han experimentado cambios y reajustes

Igualmente hay que tener en consideración que en el concepto o ideal del amor son patentes muchas diferencias entre Oriente y Occidente. Así, mientras que en Oriente era patente una búsqueda de la superación a través del “Nirvana” y había una neta separación entre la pasión erótica o sexual y el matrimonio, en Occidente la sexualidad, la alianza, el matrimonio e incluso la procreación quedaban englobadas en el Eros pasional.

El amor en Platón

En la antigua Grecia el primer filósofo que abordó el amor fue Platón a través de dos de sus diálogos de madurez: “El Banquete” y “Fedro”.

“Eros puede extraviarnos o llevarnos a la contemplación más alta. El Amor hijo de Poros y de Penia, al que ningún humano ni dios alguno puede resistirse: travieso y traicionero, lanzando sus flechas a destiempo, cazador caprichoso, juguetón, risueño y zalamero, con una voz cantarina, musical, que no puede compararse ni con la de la golondrina ni con la del ruiseñor. El amor es locura divina, «remembranza placentera, ante la presencia del amado, de esa Belleza ideal, que el insensato Amor despierta con su flecha en el corazón del hombre”.

Fedro (Platón)

En la mitología griega el amor estaba representado por Eros, hijo de Afrodita y Ares y dios del amor y el deseo. Eros era el valedor del amor entre hombres, mientras que Afrodita regía sobre el amor de los hombres por las mujeres. “El Banquete” es un diálogo que rememora una cena en la que se reúne un grupo de “comensales” —entre ellos Sócrates, maestro de Platón— para disertar sobre el amor y Eros, Cuando le corresponde intervenir, Sócrates comienza con un irónico preámbulo en el que advierte que hablará de la historia del nacimiento de Eros sin proferirle elogios que falten a la verdad, sino relatando lo que del amor sabe sin omitir incluso aquello que no sea hermoso.

Eros es el deseo, ambiciona aquello de lo que carece y al enamorarse cree encontrar una forma de llenar su necesidad y su carencia. Dicho de otro modo, Eros nace de la necesidad y es egoísta al intentar cubrir sus carencias, pero a su vez es también narcisista.

En este sentido, Eros presenta dos aspectos:

  • un aspecto carnal, en cuanto que está dirigido a satisfacer una necesidad sexual.
  • un aspecto romántico, en cuanto que está dirigido a una satisfacción proyectada en el enamoramiento.

El mito de “la media naranja”

El mito de la media naranja tiene su origen en el diálogo “El Banquete” cuando el cómico Aristófanes (otro de los convidados) habla de la creación por Zeus de los primeros seres humanos distribuidos en tres géneros: uno femenino, otro masculino y un tercer género andrógino que participaba de los dos anteriores y estaba constituido por unos seres redondos con dos caras, cuatro brazos, cuatro piernas y dos órganos sexuales. Los andróginos estaban dotados de una tremenda fuerza y enormes cualidades físicas, pero también descollaban por una gran soberbia que les acució a atentar contra los dioses, motivo por el que Zeus los castigó dividiéndolos por la mitad en dos seres independientes. A partir de entonces, cada parte echó de menos a su otra mitad y ansiaba la fusión con el otro ser, motivo por el cual Zeus se compadeció y decidió cambiar la ubicación de sus órganos sexuales para que fuera posible su acoplamiento en un acto de amor y también de procreación.

Este mito conduce a la falsa creencia de que cada uno de nosotros sería la mitad de una naranja y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos a la otra mitad y pasamos a ser completos. Es decir, según el mito de la media naranja, cada uno de nosotros sería la mitad de algo que ansía encontrar a alguien que nos complete y nos lleve a un estado superior de felicidad más mítica que realista.

Sin embargo, cabría preguntarse si la suma de dos individuos incompletos daría como resultado algo completo o, por el contrario, si aumentaría su condición de no completitud.

Desde Platón hasta la actualidad, otros muchos filósofos han contemplando el concepto del amor. Haremos un brevísimo recorrido por algunas épocas de la historia para conocer el singular planteamiento (o teoría filosófica) del amor en cada una de ellas.

El amor cortés

Entre los siglos XI y XII, en el entorno de la nobleza feudal, surge el llamado “amor cortés” como un sentimiento cantado por los trovadores que deja de ser un delirio individual y se convierte en un ideal de vida colectivo.

En el siglo XII nace una nueva forma de relacionarse dentro de la sociedad cortesana, y a través de la poesía lírica, el amor es contemplado como una relación recíproca y como una forma de vida.

Los poetas denominan a este tipo de relación fin’amors (término provenzal que define el amor puro), un amor purificado, refinado y cuya finalidad era única y exclusivamente el amor y no la procreación.

Amor en el Racionalismo

En el siglo XVII, el racionalismo da más importancia a la razón que a los sentidos. Entre otras destacan las doctrinas filosóficas de Descartes, Pascal, Spinoza, Francis Bacon, Maquiavelo y Hobbes, filósofos que centran sus teorías alrededor de las pasiones.

Spinoza, por ejemplo, además de aludir a aspectos observables y constatables con la realidad, también contempla los aspectos cuantificables cuando expone que en mayor o menor medida se compartirán los afectos conforme mayor o menor sea la alegría o la tristeza que se asocia con la persona amada.

“Si imaginamos que alguien afecta de alegría a la cosa que amamos, seremos afectados de amor hacia él. Si imaginamos, por el contrario, que la afecta de tristeza, seremos, por el contrario, afectados también de odio contra él”   

(Baruch Spinoza)

Amor en el Romanticismo

A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en oposición al racionalismo cartesiano surge el romanticismo como un movimiento cultural e ideológico cuya característica fundamental es que su pensamiento filosófico se centra alrededor de las intuiciones, lo irracional, los instintos y la pasión amorosa. Este es el el germen del que parte el mito del amor romántico.

El mito del amor romántico

El mito del amor romántico surge en la época medieval aunque su consolidación no tiene lugar hasta la llegada del Romanticismo en el siglo XIX.

El amor romántico es un amor impregnado de sentimientos intensos cuyas características o creencias son:

  • Exclusivo (no admite un tercero)
  • Estéril (muere con la procreación)
  • Pasional (incontrolable)
  • Narcisista (cumple la función de llenar vacíos y cubrir necesidades afectivas)
  • Confluente o fusional (se pierde la identidad individual)
  • Irreal (se basa en una fantasía)
  • Exaltado (próximo a estados maníacos)
  • Efímero en el tiempo

Todo ello conlleva que el amor romántico vaya asociado a una serie de creencias que, además de ser imposibles de cumplir, no son nada realistas. Cuando esta interpretación el amor basada en la pasión romántica fracasa, se convierte en germen de desengaño y frustración.

Amor en el siglo XIX

A mediados del siglo XIX los filósofos abordan el amor desde una conceptualización diferente a la del amor romántico. Es a partir de entonces cuando comienza a contemplarse y aceptarse la idea de la pluralidad sexual.

Una muestra del importante cambio en el concepto del amor en este período lo encontramos en la fusión del matrimonio y el amor. Y ya a finales del XIX, surge el marco conceptual de “amor libre” como una nueva modalidad de parejas ideológicamente vinculada a la ideología anarquista. De este modo, las personas adultas se consideran capaces de establecer un libre acuerdo de pareja con entidad de compromiso legítimo que deberán respetar los que lo suscriben y también el resto de la sociedad.

Kierkegaard, a mediados del XIX, ofrece una original teoría acerca del amor. Para este filósofo, el amor podría entenderse como ilusión pero también un sentimiento que anularía o absorbería a la moral. Kierkegaard considera el amor romántico como la máxima expresión y lo define como un encuentro inmediato entre aquellas personas a quienes el amor toca o elige. También considera al amor como conseguir sacar jugo a lo que existe hasta llegar a la locura, de tal manera que lo previamente existente se transforme en algo superior sin llegar a perder nada de lo que antes fue.

Amor en el Existencialismo

Podríamos conceptualizar el existencialismo como la filosofía de la ingenuidad o del candor romántico, que nace de una desesperada toma de conciencia de la soledad, por la que el joven escapa de la prisión que identifica en si mismo y escapa de ella en busca de la existencia. De este modo se inicia la búsqueda del desconocido dios del amor absoluto o de la total y absoluta verdad metafísica. Sería como una fuga de sí mismo en una pretensión de encontrarse que los existencialistas denominan movimiento trascendente, con lo que nuestra existencia pasaría a ser un peregrinaje incesante y tenaz hacía la trascendencia.

En el siglo XX, Sartre, Heidegger y Foucault hablan del amor homosexual.

Ortega y Gasset en “Amor en Stendhal” habla de los síntomas del amor como una serie de estados en los que se sume o sufre el alma enamorada: “manía”, “idea fija”, “obsesión”, “sorber el cerebro”, “reducción de la consciencia”, etc.

Erich Fromm en “El arte de amar” pretende demostrar que el amor no es un sentimiento fácil y concibe dos posibilidades de amor:

  • El amor como un ensueño, como una sensación subjetiva exaltada y placentera.
  • El amor como un arte, fruto del conocimiento y el esfuerzo.

Para Fromm el amor sería como un arte, como un sentimiento que todos podemos generar, pero que necesita de un exquisito cuidado para que se mantenga.

“El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería”

(Erich Fromm)

Amor en la actualidad. ¿A qué llamamos amor?

Una de las acepciones que nos ofrece la RAE dice que “el amor es un sentimiento intenso del ser humano, que partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”.

En la actualidad y en Occidente, el amor es un constructo sociocultural caracterizado por una forma determinada de relación interpersonal en la que prevalecen unas emociones, unos sentimientos y unas sensaciones.

No deberá confundirse el amor con la confluencia, es decir, con una fusión de dos seres que imposibilite la individualidad de cada parte de la díada amorosa, sino un recíproco intercambio entre ambos que implica un conocimiento, un respeto y un cuidado mutuo, bases fundamentales de una saludable relación amorosa.

Reseñemos, aunque sea sólo de pasada, lo habitual que es confundir (o más bien entremezclar) los conceptos de amor, enamoramiento, erotismo, romanticismo, intimidad y compromiso. Pero no es este momento ni contexto para detenerse a diferenciarlos.

Destaquemos también que, como anteriormente ya se ha matizado, la relación basada en el amor es bastante más compleja que la simplificación de considerarla meramente una unión decidida por dos personas que se quieren, pues lleva implícita una pluralidad de combinaciones posibles que ofrece un amplio abanico de posibilidades a la hora de formar o establecerse una pareja.

En la actualidad, el amor está vinculado al nacimiento de la familia moderna surgida con la transición de los matrimonios concertados de antaño a los matrimonios a los que se accede libremente y por amor. Este nuevo concepto lleva inherente un principio de sentido que requiere una nueva ponderación filosófica en tanto que no sólo atañe y repercude radicalmente en nuestra existencia, sino también en nuestra relación con lo comunal y global.

Así, según Luc Ferry en su obra “Sobre el amor: una filosofía para el siglo XXI ” nos encontraríamos ante un “segundo humanismo” en el que el primero sería el humanismo de la razón, de la Ilustración, de los derechos del hombre, de los republicanos franceses y de Kant, mientras que el actual sería el humanismo de la fraternidad y la solidaridad.

En su obra, Ferry defiende que el ideal del actual humanismo ya no es el de antaño ni el de los ideales revolucionarios, sino el humanismo encaminado a preparar el porvenir de aquellos a quienes más amamos y que serán las generaciones futuras.


Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia

Bibliografía:

– Ferry, L. (2013) “Sobre el amor: una filosofía para el siglo XXI. Barcelona. Paidós 

– Fromm, E. (1984) El Arte de Amar: una investigación sobre la naturaleza del amor. B. Aires. Paidós.

–  Herrera Gómez, Coral. (2011). La construcción sociocultural del Amor Romántico. MadridFundamentos

– Ortega y Gasset, J. ((2001)). Estudios sobre el amor. Madrid. Alianza

– Platón, Diálogos III (1997). Fedón, Banquete y Fedro. Madrid. Gredos.

– Schopenhauer, A. (1988). Metafísica del amor y metafísica de la muerte. Barcelona. Obelisco.

Licencia de Creative Commons Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España 

Imagen: pixabay


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