Revista Cultura y Ocio

Amparo Baró

Publicado el 30 enero 2015 por Juliobravo
Amparo Baró
Es curioso cómo uno puede conocer a una persona, o hacerse una idea de cómo es, a través de lo que los demás dicen de ella. No traté a Amparo Baró; únicamente hablé con ella en una ocasión, cuando le hice una entrevista junto a Carmen Machi en el camerino que compartían en el teatro Valle-Inclán. Las dos interpretaban «Agosto», aquella conmovedora función que el Centro Dramático Nacional presentó hace algo más de cuatro años. La había visto, claro, en el teatro -poco-, en el cine y, sobre todo, en la televisión, y tenía la imagen de una mujer reservada, poco expansiva, solitaria e incluso algo huraña. Pero claro, era una imagen que quizás no tenga, no lo sé, nada que ver con la realidad.
Lo que sí sé es que era una actriz admirable, sobria, que no se daba importancia. Eso, y su naturalidad y su versatilidad, lo habrá advertido cualquiera que la haya visto actuar. Yo además aprendí que la gente que trabajó con ella se rendía ante su generosidad -fue lo primero que me dijeron de ella tanto Carmen Machi como Irene Escolar-, su rigor y su elegancia en el trabajo y su manera de pasar por la vida como de puntillas, pero dejando huella. Una huella que ahora se percibe muy profunda.
Había algo legendario en ella. Juan Carlos Cueto, compañero mío de facultad y que durante muchos años trabajó como guionista, director y productor en Globomedia, hablaba de ella con una rendida admiración. «¡He aprendido muchísimo de ella, es una lección constante!», me decía, para a continuación repetir la suerte que suponía trabajar a su lado. En la entrevista citada, Carmen Machi decía: «El primer día que yo pisé el plató de "Siete vidas", mi máxima ilusion era encontrarme con Amparo Baró. Me habían contratado para hacer un capítulo en la serie, y yo no la conocía, así que vi un capítulo y descubrí que estaba ¡Amparo Baró! Yo que me había visto todos sus Estudio 1... No había imaginado poder trabajar con ella. ¡Y quén me iba a decir entonces que iba a subirme a un escenario con Amparo Baró!». En la presentación de «Agosto», Irene Escolar -que ayer me hablaba de ella con el alma entristecida y la voz apagada-, tuvo para ella unas palabras muy hermosas: «Es lo más cerca que voy a estar de trabajar junto a mi abuela, Irene Gutiérrez Caba».
Todos estos testimonios me hicieron, con el tiempo, apreciar y admirar un poco más a Amparo Baró. Ayer, preparando el artículo que escribí sobre ella en ABC, encontré unas palabras que me dijo en aquella entrevista en su camerino. Carmen Machi acababa de definirla como la mujer y la actriz más moderna que conocía, y ella respondió: «Llevo cincuenta y dos años actuando. Yo no sé si soy una actriz moderna o no... He trabajado con gente extraordinaria: los mejores  directores, los mejores actores, las mejores actrices... E imagino que de  todos habré absorbido algo y eso me ha llevado a actuar como lo hago ahora. Pero no soy consciente de ser moderna, creo que siempre he actuado igual. Me  parece tan natural actuar... Es mi otro yo. Y estoy hecha de los pedacitos de  los maestros y los compañeros que he tenido».
Descanse en paz, Amparo Baró        Amparo Baró

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