Análisis: Bastion

Cuando nos ponemos delante de un pad para analizar un juego simplemente por que forma parte de nuestro trabajo, muchas veces nos encontramos con prejuicios debido a dos cosas: es un juego que no hemos decidido jugar, sino que es algo impuesto, y si no conocemos la desarrolladora nos esperamos lo peor. Pero cuando encuentras obras maestras como la que tenemos en esta ocasión, lo único que podemos hacer es levantar cabeza y gritar a los cuatro vientos la magnificencia de lo que hemos jugado, de un título que debería ser jugado por todos y cada unos que se consideren amantes de los videojuegos, por que eso es Bastion, una obra que será recordada por mucho tiempo.
La historia nos trata las vicisitudes de su protagonista, Kid, en un mundo el cual ha sido casi destruido. Si continuáramos contando más acerca de su historia, sería un completo error, ya que lo grande de ella, no es la historia en sí, si no los detalles que la sustentan. Una narrativa que quita el peso en el argumento y se lo da a las pequeñas cosas cotidianas que nos suceden a nuestro alrededor, aquello de lo que de verdad nos acordamos en la vida real. Eso es Bastion, detalles puesto con tal amor y cariño, que cuesta creer que sea la primera obra del estudio Supergiant Games.

El juego basa su mecánica en el más clásico juego RPG de acción al más puro estilo Zelda, con algún toque de hack'n slash. Tendremos que ir mejorando nuestro bastión, último sitio en el que podremos estar seguros en ese mundo, y donde iremos construyendo los lugares donde comprar y mejorar nuestras armas y habilidades o, incluso, donde ponernos las cosas un poco más complicadas a la hora de jugar.

Con un apartado gráfico que quizás no es todo lo que podría esperar en un juego de este estilo, en última instancia cumple con su deber, alentándonos en un más que detallista 2D sus escenarios, con algunos toques en 3D. Un escenario que veremos construirse a nuestro alrededor, reforzando cada vez más ese aspecto de ensoñación o fantasía que el juego nos quiere proponer.
Pero todos estos sentimientos y sensaciones que nos transmite el juego están sustentados por un pilar básico: el doblaje. Sinceramente, y aun pareciendo exagerado, nos encontramos con uno de los mejores doblajes que hemos visto en un videojuego. Siendo este únicamente llevado por una sola voz que hace de narrador, salvado algunas excepciones, este nos irá contando cada una de las acciones que estamos realizando o que tendremos que hacer, con un tono grave y derrotista que nos meterá de lleno en un mundo que no tiene nada que perder y que lo único que le queda es el sentido del humor más negro posible.
Para ir concluyendo con este análisis, solo podemos decir que si tienes una Xbox 360, cómpralo, ya que nos encontramos con uno de los mejores juegos de esta generación y uno de esos títulos que retendremos en la memoria por muchos años.