Revista Psicología

Aniversario de Nathan Kline, pionero de la psicofarmacología

Por Lizardo

Nathan Schellenberg Kline (22.03.1916 - 11.02.1982) es uno de los nombres destacados en los inicios de la psicofarmacología clínica. Aunque la reserpina como antipsicótico y la iproniazida como antidepresivo no están más en uso, la avizora actividad de Kline en la década de 1950 fue abanderada de la comprensión de algunos mecanismos neurobiológicos implicados en estos problemas psiquiátricos e inprescindible actor de la obsolescencia de los grandes hospitales psiquiátricos y la desinstitucionalización.
El gráfico, basado en datos de los servicios de salud pública norteamericanos, muestra cómo a partir de 1955, fecha del inicio de la utilización masiva de los psicofármacos -específicamente los antipsicóticos-  el número de pacientes ingresados en las instituciones psiquiátricas disminuyó drásticamente. Ignorancia de la historia sería el soslayo de tal estadística apabullante: antes de la innovación medicamentosa los enfermos psiquiátricos ocupaban más de la mitad de las camas hospitalarias en el país del norte y la proporción de pacientes por enfermera era 176 a 1 y por médico psiquiatra alrededor de 250 - 500 a 1. Difícil sería imaginar las condiciones de hacinamiento y sordidez de aquellos seres confinados prácticamente de por vida en lúgubres edificios.
Rauwolfia serpentina es el nombre científico de una ancestral hierba procedente de la India donde se la conocía como “pagal-ka-dawa”, es decir, hierba contra la locura, y tenía amplios y diversos usos dentro de la medicina ayurvédica. La primera publicación en el mundo occidental sobre el uso clínico de la reserpina, el principio activo de la planta, fue de autoría de Nathan Kline en 1954 -en honor a la verdad hubieron estudios previos por médicos hindúes pero no habían logrado difusión pese a su calidad-. Meses después se propagó su empleo a Europa donde el grupo francés de Delay y Deniker había poco antes iniciado el uso de la clorpromazina. El mecanismo de acción de la reserpina, la inhibición de la liberación de los neurotransmisores a partir de la neurona presináptica y finalmente la depleción de sus reservas, fue piedra angular de hipótesis neurobiológicas posteriores de la psicosis y la esquizofrenia. Lamentablemente diversos efectos secundarios desincentivaron su uso -además de que, al ser un producto natural, los laboratorios farmacéuticos no podían patentarla-.
Inflorescencia y hojas de la R. serpentina.
Al poco tiempo surgió en el panorama clínico otra molécula con propiedades distintas: la iproniazida. Usada desde inicios de la década de 1950 como fármaco antituberculoso, la perspicaz observación de que muchos pacientes anérgicos y abatidos mejoraban de su estado anímico con la administración de la molécula, sugirió la posibilidad de su uso como antidepresivo -no meramente estimulante pues no poseía dichos efectos en el sujeto sano-. Kline fue también uno de los primeros en reportar la experiencia clínica con el uso de la iproniazida, denominándola inclusive con gran entusiasmo 'psychic energizer' -aún no se había popularizado el término 'antidepresivo'. Esta línea de investigación, aparte de las luces sobre mecanismos fisiopatológicos subyacentes, permitió el diseño de los antidepresivos inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO), que mediante esta acción inhibitoria aumentan los niveles de neurotrasmisor disponible en la sinapsis.
Nathan Kline fue galardonado con el Premio Lasker -algunos lo denominan el Nobel norteamericano- en dos ocasiones: en 1957 por sus trabajos pioneros a propósito de la reserpina y en 1964 por sus aportes en el uso de la iproniazida. Pero la actividad de Kline no se restringió a la investigación psicofarmacológica. Fue además un lúcido precursor del uso de las computadoras en la investigación clínica y epidemiológica cuando los ordenadores ocupaban habitaciones enormes por entero. A lo mejor, si viviera, Lasker sería hoy pundonoroso bloguista.
Recordar la figura pionera de Lasker nos obliga a asumir con humildad que la comprensión de los mecanismos neurobiológicos subyacentes a las patologías psiquiátricas es labor titánica y, por lo mismo, de frutos aún en agraz, lo que obliga a asumir una postura coherente y ponderada en el empleo de los´psicofármacos. Pero igualmente impone también que esa postura ponderada y coherente se ejercite en la interpretación y enjuiciamiento de la psiquiatría y de su historia.
Enlaces:
- The Nathan Kline Institute for Psychiatric Research.
- López-Muñoz F, Alamo C. Cuenca, E. La "década de oro" de la psicofarmacología (1950-1960): trascendencia histórica de la introducción clínica de los psicofármacos clásicos. Congreso Virtual de Psiquiatría Interpsiquis 2000.
-  López-Muñoz F, Assion HJ, Álamo C, García-García  P. Fangmann P. La introducción clínica de la iproniazida y la imipramina: medio siglo de terapéutica antidepresiva. An Psiquiatría (Madrid) 2008; 24:  56-70.
- Wrobel S. Science, serotonin, and sadness: the biology of antidepressants. The FASEB Journal 2007; 21:3404a-3417a.
Otras entradas relacionadas en el blog:
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- Clorpromazina: antes y después
- Publicidad 'vintage' de psicofármacos
- Recordando la vieja Clorpromazina.

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