Revista Cocina

Anorexia y Bulimia en deportistas I [Comida patológica]

Por Capitan_rabano @pardeguindillas

Los trastornos alimentarios tienen un marcado componente social que ha cambiado a lo largo de los siglos: Estar gordo era símbolo de belleza, riqueza y poder en la antigüedad (vomitar en los pantagruélicos banquetes romanos para seguir comiendo, era un privilegio reservado a los que siempre tenían suficiente comida). Desde hace tan sólo unas décadas y paradójicamente en los países desarrollados más ricos se quiere estar delgado a pesar de tener las estanterías de cualquier supermercado al alcance de la mano.

Clásicamente la anorexia y la bulimia se asociaban a deportistas de élite (un 62% lo han experimentado alguna vez, en las corredoras de fondo hasta un 32%) en las que la presión por mantener una forma y pesos óptimos para lograr los objetivos deportivos, unidos a una personalidad perfeccionista y autoexigente en edades tempranas y ambientes altamente competitivos desembocaban en estas prácticas, habituales y frecuentemente silenciadas (Nadia Comaneci, la mejor gimnasta de todos los tiempos, en una entrevista publicada en 2007, a preguntas directas sobre la anorexia y si tuvo en su época dorada problemas con el peso contesta de forma evasiva y políticamente correcta con un intrigante: "Nunca pienso en el pasado. La verdad es que no recuerdo nada porque no me gusta pensar en eso. Está cerrado para mi. No quiero hablar de ello").

A pesar de una mayor información sobre este tema, el boom del running y la moda del culto al cuerpo han disparado estos trastornos en las deportistas recreacionales.

Casos de anorexia "falta de apetito" y bulimia "hambre desmesurada" (del griego bous: buey y limos: hambre) aparecen descritos de forma esporádica desde antes de Galeno, llegando a su mayor interés a principios del siglo XX con las teorías psicológicas de Freud, aplicadas al problema en los años setenta hasta llegar a nuestros días donde se enfoca de forma heterodoxa: Los factores psicológicos, biológicos y sociales unidos en un determinado contexto y tiempo desencadenan el trastorno de forma conjunta.

Si bien es cierto que la anorexia y la bulimia afectan a los dos sexos, las mujeres tienen patrones de alimentación y peso más anormales tanto en la élite como en las que practican deporte recreacional.

Estos desórdenes producen graves consecuencias para la salud en las mujeres que los padecen. Algunos incluso aparecen años después de la competición siendo muchos irreversibles. Esta asociación es conocida como La Triada: Amenorrea, Osteopenia y Trastornos alimentarios (American College of Sports Medicine 1992).

Anorexia y Bulimia en deportistas I [Comida patológica]

Uno de los acontecimientos que las deportistas suelen reconocer como "así empezo todo" consiste en el aumento del volumen de entrenamiento. Cuando la cantidad de ejercicio físico resulta extenuante, se alteran los niveles de las hormonas que controlan el apetito y la saciedad (leptina o adiponectina)provocando una disminución en la sensación de hambre y como consecuencia una reducción de la ingesta calórica que puede resultar un caldo de cultivo favorecedor para los desórdenes alimentarios.

Las deportistas ven que la medida funciona: Se pierde peso y grasa y se animan a reducir la ingesta calórica por otros medios como el ayuno o el rechazo a ciertos alimentos. La ejecución deportiva se beneficia al principio, pero el trastorno alimentario pasa pronto factura física (pérdida de fuerza y potencia, disminución de la resistencia, aumento de la sensación de cansancio) y emocionalmente al individuo y su entorno.

El problema de salud se instaura cuando la disminución del peso y la masa corporal es tal que se producen irregularidades del ciclo menstrual hasta que éste desaparece (amenorrea) generando esterilidad y suprimiendo el efecto protector de los estrógenos sobre el hueso, haciendo a las mujeres más propensas a las pérdidas de calcio y disminución de la densidad ósea (osteopenia) y por tanto a las lesiones repetidas y fracturas por estres (por bajo impacto contínuo sobre la misma zona del hueso).

La situación se agrava por el escaso aporte de proteínas y lípidos (la pérdida de masa grasa por debajo del 17% altera la función hormonal de la leptina) de manera que si la deprivación calórica se mantiene en el tiempo puede llegar a ser irreversible, originando osteoporosis temprana y aumento significativo de la prevalencia de fracturas incluso en zonas anatómicas alejadas de las más utilizadas en la disciplina deportiva específica (por ejemplo: En huesos del brazo en corredoras de fondo y no en miembros inferiores como cabría esperar).

Pérdida de peso, alteraciones hormonales, porcentaje de grasa... están estrecha e intrincadamente relacionados. Por separado ninguno es causa exclusiva de La Triada, siendo todavía objeto de estudio científico su correlación.

En la segunda parte de esta entrada, analizaremos los métodos erróneos más frecuentes para el control del peso y sobre todo del porcentaje de grasa que suelen ser la práctica de ejercicio físico excesivo (gasto calórico por encima de la ingesta) el ayuno y el consumo de suplementos innecesarios y medicamentos (laxantes y diuréticos) entre otros, tal y como vimos en :Qué se come en los JJOO de Rio 2016.

Las secuelas para la salud dependerán de una rehabilitación nutricional temprana: Los niveles de leptina vuelven a aumentar cuando se incrementa la ingesta y por ende el tejido adiposo, regenerándose el enlace metabólico para la disponibilidad de energía a partir de las grasas y el control endocrino del eje reproductor revirtiéndose la esterilidad pero la pérdida de masa ósea no siempre es reversible y puede permanecer reducida toda la vida dependiendo de la duración de los trastornos, edad de la deportista y la intensidad de la actividad física.

Hasta pronto: ¡Salud y Kilómetros!


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