La ansiedad es un síntoma, una señal que nos alerta de lo que pueda estar sucediendo en nuestra relación con el entorno. Es la respuesta más apropiada que la persona puede desarrollar en un momento y circunstancias concretas, acorde con sus capacidades.
Ansiedad y Terapia Gestalt
Desde el paradigma de la Terapia Gestalt, la ansiedad es la respuesta más apropiada que la persona puede manifestar en un momento y circunstancias concretas, acorde con sus capacidades.
La ansiedad es un síntoma, una señal que nos alerta de lo que pueda estar sucediendo en nuestra relación con el entorno.
Según la RAE la ansiedad es la “angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos”, una definición que contempla la ansiedad sólo como una entidad patológica, cuando no siempre lo es necesariamente, pues es una manifestación que se encuentra relacionada con la supervivencia de la especie y va ligada a nuestra presencia en el mundo, muy a pesar de que la mayoría de las veces no seamos conscientes de ella.
Además de una manifestación patológica, la ansiedad puede ser considerada como algo normal, o lo que es lo mismo, una señal positiva de salud, un ajuste creativo y una ayuda en nuestro día a día manifestado en forma de reacciones que ayuden al organismo a resolver ciertos peligros o problemas puntuales.
Sin embargo, la ansiedad normal—o positiva— es susceptible de transformarse en patológica cuando el problema que genera ansiedad entra en confluencia con la solución que se cree haber encontrado para evitarla. El motivo de que esto suceda es el desconocimiento del problema y el hecho de que la solución intentada se convierte en una forma adaptativa sólo para ese momento y esa situación; sin embargo, si esa solución se traslada a otras necesidades, momentos y situaciones de manera inadecuada y reiterada deja de ser adaptativa.
Sucede también que, a veces, la ansiedad se transforma en miedo desde el momento en que éste se incorpora a un objeto identificado. Así, al carecer de un contenido concreto, se elige un objeto para concretizarlo y “saber” con ello que “eso” es la causa.
Diferencias entre ansiedad, excitación y angustia
La excitación es la evidencia de una realidad o experiencia vivida, pues no existe ninguna experiencia que nos sea neutra o indiferente. La excitación participa de pleno en el proceso de la formación de la gestalt, de la emergencia de una figura en el establecimiento del contacto.
También, la excitación es la evidencia inmediata del campo organismo/entorno y surge cuando se establece una relación entre figura y fondo en el proceso de contacto.
Por su parte, la ansiedad, al principio, es una excitación que se convierte en patológica cuando dicha excitación es bloqueada o inhibida por diferentes motivos y situaciones.
Es decir, la ansiedad es la manifestación de la excitación bloqueada, debido a la interrupción de la excitación del crecimiento creativo a lo largo del proceso de contacto.
Lo que diferencia la ansiedad de la angustia es la intensidad, pero el proceso es el mismo.
“La ‘adaptación al entorno’ es, con toda seguridad, un concepto general que implica no solamente procesos psicológicos sino también cambios fisiológicos en diferentes partes del cuerpo y de los sistemas orgánicos”
V. Siomopoulos
La ansiedad como perturbación de la “función yo”
En cada una de las diferentes fases del proceso de contacto, las modalidades o formas de contacto (confluencia, introyección, retroflexión y egotismo) no tienen por qué ser consideradas en sí mismas como sanas o patológicas. Según J.M. Robine, es la experiencia la que podría ser considerada como patológica cuando intervienen al mismo tiempo dos factores: la pérdida de la función yo y la presencia de una de las modalidades de contacto.
Ya hemos visto como la ansiedad surge al interrumpir la excitación de la experiencia en curso. La función fundamental de la ansiedad es por lo tanto la de inhibir la necesidad inicial y su respuesta frente a la excitación en una situación dada.
La ansiedad origina una perturbación o pérdida de la función yo y, por consiguiente, la interrupción del contacto. El cuerpo, establecido como fondo en principio, pasa a ser la figura; la función yo del self se vuelve activa y deliberada en el aspecto motriz, pasando al fondo.
Modalidades de interrupción del contacto
La diferencia entre las modalidades (confluencia, introyección, retroflexión y egotismo) está relacionada con el momento o fase de contacto en que se produce la interrupción.
Ya se ha mencionado que las modalidades de contacto no son por sí mismas patológicas, y pueden ser ajustes creativos en esa danza fluida de figuras y fondos en una situación sana.
Si consideramos que toda novedad genera ciertas dosis de ansiedad y de excitación, quien no pueda sostener esa excitación la interrumpirá si la contempla como una amenaza o peligro. Cuando esto sucede, la ansiedad pasa a ser patológica ya que se está bloqueando la excitación creativa.
Cada una de las fases del proceso de contacto requieren de una excitación determinada. Dependiendo de la experiencia de la persona y de su función personalidad, la ansiedad, la interrupción del contacto, se establecerá en una determinada fase o en otra.
Contemplemos detenidamente estas modalidades en las distintas fases del proceso de contacto.
1- Emergencia de una figura: confluencia
En la primera fase de precontacto, el fondo se encuentra constituido por el cuerpo y sus procesos fisiológicos primarios y secundarios.
En el punto de partida de toda experiencia, cuando todavía no hay una figura definida, poco a poco emerge en el organismo algo que empuja. Este algo es el “ello de la situación” en forma de deseo, necesidad, pulsión, propiocepción de una sensación corporal, percepción de un estímulo del ambiente o situación inacabada.
Cuando una figura comienza a emerger de un fondo, —aunque esta no se encuentre definida con claridad— podrá convertirse en una experiencia ansiógena para el individuo. Esto es debido a que reconocer un deseo, conocer de inmediato una sensación corporal que indique una necesidad, aflorar un recuerdo, o conformar una primera representación, son fenómenos que indican una dirección de significado, e inevitablemente, van a ir acompañados de excitación.
Mediante la confluencia, todo se queda en el fondo, no emerge una figura, no hay contacto, no hay awareness, no hay novedad y por tanto, la excitación se inmoviliza convirtiéndose en patología.
La excitación interrumpida por la confluencia, impide el paso de la experiencia en curso del plano fisiológico al psicológico, es decir del cuerpo al contacto. La excitación, por tanto, se convierte en ansiedad permaneciendo única y exclusivamente a nivel corporal. La sensación no puede convertirse en afecto y, al mismo tiempo, el afecto no puede convertirse en sentimiento o emoción.
2- Excitación del propio deseo: introyección
En la fase siguiente, si la figura puede emerger del fondo, comienza el primer momento del proceso de contacto, surgiendo una excitación específica: “la excitación de mi propio deseo”.
De nuevo, en determinadas personas y circunstancias, sentir la excitación del propio deseo puede generar ansiedad. Para evitar esa excitación del propio deseo, la forma de interrupción que se adopta es la introyección, mediante la cual se introyecta el deseo evitándose así la ansiedad de tener que hacer algo con el propio deseo.
3- Percepción del entorno: proyección.
Si el proceso no ha sido interrumpido por la introyección, se establecerá el contacto con el entorno, para encontrar en él el medio de contactar y poder llevar a cabo la necesidad. Surge así el entorno con todas sus posibilidades, y esta situación puede también generar ansiedad.
Puede, a veces, surgir la representación de que en el entorno no se encuentra lo que se necesita. Con el fin de evitar la ansiedad de percibir el entorno tal cual es, y tal y como se vive, puede tener lugar la aprehensión del entorno del mismo modo en que se vivió en otras ocasiones y proyectarlo así al entorno actual.
Al mecanismo adoptado en esta circunstancia se le denomina proyección, y consiste en la acción de tomar las experiencias del imaginario propio y depositarlas en el entorno.
Surge en estas situaciones un nuevo estado en la persona, que podrá estar o no de acuerdo con el estado del entorno. Se manifiesta entonces la emoción como el resultado del encuentro entre el organismo y el entorno.
Para que haya emoción, es necesario que sea aceptada la excitación inherente y también afrontar el entorno. La aparición de una emoción indica —informa— del estado de consciencia del campo organismo/entorno.
Pero sentir una emoción, también puede generar ansiedad y dar lugar a que la emoción se proyecte, evitándose así sentir la propia emoción, y atribuyéndose a alguien o a algo el afecto no apropiado perteneciente a uno mismo.
4- Ir hacia y establecer el pleno contacto: retroflexión.
En la siguiente fase, el entorno se ha constituido, es percibido tal cual es, y si el proceso no ha sido interrumpido por la proyección, habrá un “ir hacia” estableciéndose el pleno contacto, que en determinadas personas, es una experiencia capaz de generar mucha ansiedad. Para evitar esta ansiedad, entra en escena la retroflexión.
La retroflexión es la puesta en marcha de un mecanismo dirigido a interrumpir el proceso, mediante el cual, en vez de “ir hacia”—percibir el entorno en todas sus posibilidades y establecer el contacto —, uno se vuelve hacia si mismo evitando la ansiedad del contacto.
5- En el contacto final: egotismo.
En la fase final del proceso, si este no se ha visto interrumpido con la retroflexión, se podrá “ir hacia” el entorno. Esto es algo que implica abrir las fronteras, abandonar el control y volver a encontrar de nuevo la espontaneidad.
En determinadas personas y situaciones, la proximidad del contacto final también puede generar gran ansiedad, y el sujeto tenderá a ejercer un acto de autocontrol deliberado que lo libere de la misma.
El mecanismo o forma utilizada para evitar esta ansiedad es el egotismo, mediante el cual, la frontera se mantiene en el campo organismo/entorno, no hay abandono al contacto y, por tanto, uno se encuentra en la seguridad, pero solo. El egotismo suele manifestarse mediante la falta de confianza, la lentitud y el escepticismo.
La ansiedad como una falta de apoyo
Para Laura Perls, si el entorno no sostiene o apoya la excitación que se produce en la experiencia del contacto, esta se ve interrumpida y se convierte en ansiedad.
“La ansiedad es el resultado de una falta de apoyo en particular por parte del entorno”
Laura Perls
Siguiendo con Laura Perls, ésta infiere que el apoyo consiste en todo lo que promueve la asimilación e integración en un continuo proceso de una persona, de una relación o de una sociedad.
Forma parte de ello todo aquello que hemos experimentado y aprendido a lo largo de nuestras vidas, como son el lenguaje, los hábitos, las costumbres, los modales y las relaciones sociales, así como todo aquello inherente a la fisiología primaria —la respiración, la digestión—, la postura erguida, la coordinación, la sensibilidad y la movilidad.
En este sentido, el apoyo específico del que habla Laura Perls estriba en ayudar al establecimiento de la gestalt, es decir, en la capacidad de posibilitar el cambio de la ansiedad como excitación fija —ajuste conservador— a ansiedad como excitación activa —ajuste creativo—.
“El contacto solo puede ser bueno y creativo cuando existe el apoyo necesario para permitirlo”
Laura Perls
Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia
Este artículo está escrito por Clotilde Sarrió Arnandis y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España
Bibliografia:
– Perls F., Hefferline R., Goodman P. (1951) Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana. Los libros del C.T.P
– Perls, L. (1994) Viviendo en los límites.Valencia. Promolibro
– Robine, J-M. (1997) Contacto y relación en Psicoterapia. Santiago de Chile. Cuatro Vientos.
– Siomopoulos,V. (2004) La estructura de la experiencia psicopatológica. Los libros del CTP.
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