Todos tenemos alguna persona especial que algún día nos faltará y nos dolerá mucho. Los escritores tratamos de defendernos de ese dolor anticipándolo con la escritura. Es una batalla perdida de antemano, pero no cejamos. Nos va en ella la vida.
Susana, en el blog “Las palabras y los días” (el enlace, que recomiendo, lo tenéis a la derecha bajo la rúbrica "Amigos"), ha escrito un poema en el que anticipa esa ausencia:
El primer día sin ti
será duro,
volveré a nuestro lugar
y a nuestra hora,
y el viento en el solar vacío
me secará los ojos.
¿Será una ausencia casual
o intencionada?
Fingiré indiferencia
y volveré a casa,
con las manos en los bolsillos
y las solapas levantadas.
¿Cuarenta años
de endurecer el alma
bastarán,
para no interrogar mil veces
el espacio sin ti?
Yo también tengo un poema para prepararme cuando un día semejante me llegue:
Dice el Bardo Thodol que cuando mueras
Primero cesará la respiración exterior
Y se desatarán los nudos de los sentidos
En el orden vista, oído, olfato, gusto y tacto
Y luego parará la respiración interior
Y no habrá más vida
Y tu espíritu abandonará tu cuerpo
Por el extremo del cráneo
Pero no dice el Bardo Thodol que cuando mueras
Yo estaré allí
Y te cogeré la mano
Y te hablaré palabras tiernas
Y recogeré tu último aliento
Y cerraré tus ojos entreabiertos
Y entonces lloraré.