Se ha especializado en el estudio del origen y la evolución temprana de la vida por medio del análisis de meteoritos y de simulaciones experimentales de la Tierra primitiva, así como mediante el análisis de secuencias de genes muy antiguos. En los últimos años se ha dedicado a caracterizar las propiedades de los diferentes tipos de RNA polimerasas para detectar componentes antiguos de estas enzimas, que pueden ser más antiguas que el DNA mismo, entre otras investigaciones.
Desde abril de 2002 se desempeña como profesor titular C de tiempo completo en la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde fundó el curso optativo “Origen de la vida” y dirige el Laboratorio de Origen de la Vida (anteriormente de Microbiología). También ha trabajado como profesor residente y científico visitante en universidades de Francia, España, Cuba, Italia, Suiza, Rusia y Estados Unidos de América. Fue vicepresidente (1997-1999) y luego presidente (1999-2001) de la Gordon Conference of the Origins of Life, además de haber sido presidente de la International Society for the Study of the Origins of Life, el primer científico latinoamericano en llegar a ese puesto, al que fue reelegido.
Es autor de más de 150 trabajos de investigación publicados en revistas arbitradas, 70 artículos de divulgación científica y autor o coautor de 16 libros especializados sobre temas evolutivos. Algunas de sus obras más conocidas son El origen de la vida: evolución química y evolución biológica (1983), La bacteria prodigiosa (1988), Alexander I. Oparin: La chispa de la vida (2008) y Tres ensayos darwinistas (2016).
Ha recibido múltiples reconocimientos, entre ellos, la Distinción Catedrático Universitario por parte de la UNAM, Medalla a la Investigación Biológica Alfonso L. Herrera 1991, otorgada por la Escuela de Biología de la Universidad Autónoma de Puebla; Medalla de la Gran Cruz de Fundador 2006, por la Universidad de San Francisco de Quito; Premio Universidad Nacional 2007, por parte de la UNAM; Medalla al Mérito Universitario 2009, por la Universidad Veracruzana; el Charles Darwin Distinguished Scientist Award 2013, por parte de la Tercera Cumbre de la Evolución, junto con Ada Yonath, premio Nobel de Química 2009; la Medalla Francesco Redi 2014, de la Sociedad Italiana de Astrobiología; el Premio a la Investigación Médica Jorge Rosenkranz 2021, otorgado por la Funsalud y Roche; y el Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo 2021.
Las universidades de Milán (2014), Valencia, España, y Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (2015) lo han distinguido con el doctorado honoris causa. Es investigador nacional nivel III por parte del Conacyt y dirige en forma honoraria el Centro Lynn Margulis de Biología Evolutiva en las Islas Galápagos, Ecuador. Durante el periodo 1997-1998 formó parte del Comité Científico organizado por la NASA para supervisar la creación del Astrobiology Institute. Desde 2017, es profesor emérito de la UNAM.
Antonio Eusebio Lazcano Araujo Reyes ingresó a El Colegio Nacional el 6 de octubre de 2014. Su discurso de ingresó “La aparición de la vida: consiliencias y discordancias” fue contestado por José Sarukhán Kermez.
La vida en el universo
El doctor Lazcano ha dedicado grandes esfuerzos a promover, en todo el mundo, el periodismo científico y la docencia. Trabaja también en la promoción del estudio de la biología evolutiva y del origen de la vida.
¿Por qué considera que el tema sobre el origen de la vida goza de tanta popularidad?, lo podemos probar con los auditorios siempre llenos que le siguen.
Creo que el tema fascina a México por varias razones, en primer lugar tenemos la herencia maravillosa de don Alfonso Herrera, que arranca desde finales del siglo XIX con un proyecto para investigar sobre el origen de la vida para promover los estudios evolutivos, y luego en los años 30, se traduce uno de los libros de Oparin al español y se convierte rápidamente en un “best seller”.
¿Qué fue lo que sucedió? Uno, que tenemos en México un espíritu laico y la educación, a pesar de algunos esfuerzos medio retrógrados, sigue impregnada de un espíritu laico. Dos, la cuestión del origen de la vida toca de manera natural problemas filosóficos, como el de la definición de la vida misma, y eso hace que la gente se mueva con mucha facilidad de los aspectos científicos a los problemas filosóficos-ideológicos.
Luego está el hecho de que, finalmente, estamos tratando de entender un proceso que se dio cuando el planeta era muy joven. Para entender cómo era tuvimos que hablar con astrónomos, geólogos, químicos, y todos estos campos multidisciplinarios despiertan mucha la avidez, sobre todo en los jóvenes.
Yo encuentro maravillosa esa atracción que tiene, además ocurre algo muy bonito, que el origen de la vida es un problema que se estudia bajo una óptica multi e interdisciplinaria. Entonces nos estamos beneficiando de los avances que se dan en planetología, en astrofísica, en química orgánica, en genómica, en biología del RNA, y el resultado neto es una imagen que se va depurando cada vez más.
El tema sigue siendo indudablemente una frontera de la ciencia: ¿en dónde estamos? ¿Qué falta por responder?
¡Cómo surgió la vida, porque no lo sabemos! Nunca vamos a saber cómo surgió la vida, nunca vamos a conocer en detalle las pruebas que nos digan: así fue como aparecieron las primeras células. Lo que pretendemos en realidad es construir una narrativa histórica. La biología se diferencia de otras disciplinas, como la química o la física clásica, en el sentido de que tenemos una perspectiva histórica y uno tiene que atender el problema de la contingencia del accidente histórico y al mismo tiempo tiene que moverse con mucho cuidado entre lo que podría ser el determinismo químico.
El problema es que no tenemos rocas sedimentarias de cuando surgió la vida, por lo tanto no sabemos cómo era el medio ambiente prebiótico, no tenemos fósiles de los primeros organismos o las estructuras que los precedieron y a veces no podemos responder con naturalidad a la pregunta de ¿qué es la vida?. Por ejemplo, si uno lee un libro de hace 50 años, se hablaba de protoplasma y no se hablaba de ácidos nucleicos; y ahora si algo tienen los libros de biología es que están excesivamente cargados hacia los aspectos moleculares.
Eso lo único que me está diciendo, es que la biología es una disciplina que depende muy fuertemente del momento histórico y que, por lo tanto, la naturaleza de las preguntas que yo me haga sobre su origen, sobre su naturaleza, van a estar cambiando y eso es lo que nos da a muchos la tranquilidad de que no vamos a dejar el alma tratando de entender el origen de la vida o a venderla al demonio como Fausto con tal de saber cómo ocurrió. No. Tratamos de reconstruir los pasos intermedios que se dieron.
Cuando Craig Venter y colaboradores introdujeron genes en un Mycoplasma, la prensa lo anunció como la creación de vida sintética y eso asustó a muchos ¿qué tan lejos estamos de crear vida en el laboratorio?
En realidad no estamos creando vida en el laboratorio, estamos jugando con la vida que ya existe, jugando con los genes. Los genes que ellos introdujeron son genes que nosotros modificamos en el laboratorio y eso hay que entenderlo.
Hay dos aspectos de su pregunta que son importantes. Uno lo que llamamos biología sintética, tiene una tradición viejísima, que viene del siglo XIX y es producto de la secularización de la biología. Cuando nos dimos cuenta de que no hay ningún espíritu creador, ninguna fuerza mística atrás de como se divide una célula o cómo se dan las rutas metabólicas, o cómo se repite el DNA, lo que estamos diciendo es: lo puedo explicar en términos perfectamente naturales.
Esto, que también tiene una tradición histórica, en México tuvo como representante precisamente a don Alfonso Herrera. A veces la gente se ríe de la ingenuidad -bajo la óptica contemporánea- de esos experimentos del XIX o de los años 20, de los años 30, pero eran maravillosos. Por ejemplo una obsesión de muchísimos científicos de la época, era por qué el huso mitótico, (esas proteínas por donde viajan los cromosomas se parecen al campo magnético de un imán), bueno, buscaban una analogía que los llevó a pensar que había una fuerza magnética que movía los cromosomas. Ahora sabemos que no es el caso.
Lo bonito era que estaba la idea de buscar una fuerza física, no una fuerza mística. Entonces, esto genera una tradición poderosísima que luego decae y que ahora gente como Venter u otros más recuperan en términos de nomenclatura.
Lo que les sugeriría a la gente es que leyeran el Doctor Faustus de Thomas Mann, ahí hay una secuencia maravillosa, en donde los niños cuentan como conocen a un personaje que mezcla gotitas de aceite con gasolina, con cloroformo y ve movimientos que le recuerdan a los de microorganismos. ¡La literatura misma se impactó de estos esfuerzos, fue algo extraordinariamente maravilloso!
Ahora, el otro aspecto de la pregunta: ¿por qué a la gente le da susto? Yo creo es una mezcla de fascinación y temor, que refleja, finalmente, que en nuestros días las ciencias de la vida están avanzando con mayor rapidez de lo que hubiéramos jamás supuesto.
Con los sistemas éticos, legales, económicos y sociales, por ejemplo, la idea de estar clonando organismos como Dolly la oveja escocesa, es algo que a la gente la asustó, porque dijeron: “estamos jugando con la naturaleza de la vida”, pero en realidad es algo que siempre hemos hecho, de una forma u otra.
Lo que sí es cierto es que hoy en día nos percatamos de que lo que necesitamos es hacer de las ciencias de la vida un conocimiento público, tener una discusión muy democrática, para evitar que ese conocimiento quede en manos de grupos, de individuos, de empresas y demás, y darnos cuenta que es una discusión que no podemos posponer.
Tres ejemplos concretos: El aborto. Finalmente, la definición del momento en el que empieza una vida humana es una cuestión ideológica y no es una cuestión científica, pero tenemos un debate al respecto en algunos sectores de la sociedad. La eutanasia: ese es otro problema que toca de manera muy clara la definición de la vida.
Y luego, me gusta siempre referirme a un ejemplo que es trivial, pero maravilloso: Las leyes de patentes que tenemos vienen del siglo XIX, y son leyes que fueron pensadas para químicos, ingenieros y físicos.
Y resulta que ahora la pregunta que muchos se hacen es ¿puedo patentar un gen?, ¿puedo patentar un organismo? Creo que la respuesta debe ser; No. Pero esto nos está mostrando lo incompleto que son los modelos tradicionales cuando vemos como han avanzado la biología, la medicina, la veterinaria, etcétera.
Al nivel de la divulgación de la ciencia entre la población ¿Qué tan importante es trabajar sobre el tema del origen de la vida? ¿Cómo podemos abordar de la mejor manera el tema? Sobre todo pensando en las visiones creacionistas y aquellos que se oponen a la enseñanza de la evolución.
El problema de los creacionistas no es un problema científico, es un problema ideológico. Por ejemplo en el caso de Estados Unidos, en donde uno atestigua la lucha constante, cotidiana e intensa de los colegas en las universidades, las escuelas públicas, las asociaciones de profesores y demás para promover una visión evolutiva que es la visión legítima en la Biología. Lo otro ha estado asociado siempre a posturas muy conservadoras en lo político, lo económico, lo social, y ahora también en contra de la idea del cambio climático. Si lo identificamos como un problema ideológico, nos damos cuenta que resolvemos una cuestión que no es trivial:
La única sociedad en la que todos cabemos es una sociedad laica. En una sociedad laica cabemos los no creyentes y los creyentes. Y en una sociedad laica lo que el estado tiene como obligación y la sociedad también es promover una enseñanza científica. Y en esto, la enseñanza científica es muy clara: la vida y su evolución son procesos perfectamente naturales.
En una sociedad laica, si yo quiero o alguno quiere tener una visión religiosa y quiere suponer que la divinidad o los dioses o alguna entidad metafísica creó el universo de una cierta manera, está bien, no hay problemas. Pero la única manera de entender por qué se extinguieron los dinosaurios o por qué tengo resistencia a los antibióticos en las bacterias -que son problemas reales de biología evolutiva-, pues es con una visión laica de la realidad.
En México, esa visión laica se ha visto favorecida por varias cosas. Las ideas de Darwin llegaron luego de las Leyes de Reforma, en donde la Iglesia fue la gran derrotada en la lucha política que se dio en aquel momento.
Y en segundo lugar por el catolicismo, que en México siempre fue muy flexible. Por ejemplo, si uno le pregunta a un mexicano típico (quién sabe que sea un mexicano típico), ¿crees en Dios? la respuesta va a ser: Sí y en la Virgen de Guadalupe.
Esa dualidad de lo femenino y lo masculino, es totalmente mesoamericana. Eso no lo tiene una católica francesa o un católico italiano. Es una dualidad mesoamericana que nos muestra el poder ideológico a través de los siglos de la herencia prehispánica. Bueno, a Roma no le hacía ninguna gracia esa flexibilidad, pero mejor eso a otra cosa.
Estando en Morelia, vale decir algo que es importante, que a veces se nos olvida: Cuando juzgan a Morelos y juzga la Inquisición, el Santo Oficio, a Hidalgo entre las acusaciones que reciben es que son “afrancesados”, lo que significaba que ellos estaban promoviendo las ideas de la Ilustración, que traducían, leían y enseñaban a Voltaire, a Diderot, que es precisamente de donde surgen las ideas de la evolución. Todo esto combinado, hace que en México la evolución, o la idea de un origen natural de la vida, no nos asusten tanto como en otras sociedades.
Creo que hay que tener presente que uno debe estar siempre mejorando la enseñanza, mejorando la educación para que haya una incorporación de los conocimientos nuevos que permitan, por un lado respetar el problema religioso en quienes quieren tener esta visión en un estado que garantice las libertades religiosas, pero también que garantice el espíritu laico, secular, en la enseñanza.
Algunas personas han opinado en distintos momentos, como durante la celebración del Año de Darwin, que los estudios sobre evolución y desde luego sobre el origen de la vida son onerosos en un país como el nuestro (visión que en Saber Más no compartimos, desde luego) ¿Qué les podemos argumentar?
Lo primero que debemos argumentarles es que uno no puede definir una frontera tajante, metodológica, epistemológica, ideológica, histórica entre la ciencia aplicada y la ciencia básica. Hay ciencia buena y ciencia que no es buena, y claramente la manera en que se difumina el conocimiento de una área a la otra es enorme.
Puedo poner un ejemplo: No estaríamos filmando esta entrevista, no tendríamos teléfonos celulares apagados, no habría computadoras si hace 100 años los físicos no hubieran trabajado en la mecánica cuántica. Esto lo que me está diciendo es que a corto o largo plazo el conocimiento es integrado, se mezcla y puede tener importancia absolutamente esencial.
Cuando trabajamos sobre el origen de la vida, una de las preguntas que más nos hacemos es ¿Y los virus de dónde salieron? Cuando uno describe la evolución de la biósfera en el planeta, esa es la pregunta natural. Buena parte de lo que ahora llamamos enfermedades emergentes, es precisamente con virus. Lo que yo aprenda sobre la evolución de los virus me va a dar información para entender patógenos que son importantes para los humanos, para otros animales, las plantas, los hongos de los cuales dependemos, etcétera.
La gente que dice es muy caro estudiar evolución u origen de la vida, no dice es muy caro hacer música. ¿Para qué sirve la música, o un mural de Diego Rivera, o un poema de Octavio Paz? ¡Para nada! Sin embargo todo eso va configurando una cultura nacional, que yo creo es importante desarrollar porque la ciencia mexicana tiene que ser de mejor calidad, no porque sea mexicana sino porque tiene que ser ciencia, pero a la población mexicana nos va generando una visión mucho más realista, más precisa de la realidad.
Creacionismo vs evolucionismo ¿por qué a pesar de los grandes avances de la ciencia, en particular en Estados Unidos de Norteamérica, se sigue insistiendo en oponerse a la evolución e imponer el creacionismo? ¿Es ignorancia o temor a comprender la naturaleza material de la vida? Algunos sectores políticos mexicanos han hablado de impartir religión en las escuelas públicas ¿usted qué opina?
¡No, que digan misa, que es lo que saben hacer! ¡No saben enseñar matemáticas, física o biología! Precisamente, lo que hay que garantizar es que la enseñanza que se reciba en las escuelas, sea una enseñanza que sea más avanzada, lo más secular, lo más democratizante, es decir que la cultura sea de todos; la cultura moderna no puede prescindir de la idea de la evolución.
Para la gente que es creyente tenemos templos donde acuda y ejerza su derecho de practicar su religión; para eso hay mezquitas, sinagogas, templos, iglesias, catedrales.
Pero para la ciencia, tenemos escuelas donde enseñamos que cada página de un libro de biología moderna, que cada párrafo de un texto de biología molecular, es un canto a una visión secular de la vida. No puedo entender yo la naturaleza de la vida si prescindo de las explicaciones formales y moleculares. Y ciertamente la visión religiosa es legítima para quienes la quieran adoptar desde esa óptica.
¿Por qué esa obsesión en algunos sectores de la sociedad? Estamos viendo la falta de resignación y de conciencia histórica de algunos sectores que se olvidaron de lo decían los clásicos en la Edad Media: La felicidad se encuentra en no pretender aquello que ya se perdió para siempre.
En México vivimos en una sociedad cada vez más secular y afortunadamente hay sectores en las distintas religiones, en el judaísmo, en el catolicismo, en el protestantismo, que están muy abiertamente luchando por conciliar (es que es un problema de ellos), conciliar las visiones religiosas con las visiones científicas. La obligación de la sociedad y del estado es garantizar que todos ellos tengan espacios para ejercer su creencia con toda libertad, pero que la educación sea laica, Y no hay de otra.
Una pregunta que seguramente muchos le hacen con frecuencia: ¿Estamos solos en el universo?, ¿pudieron llegar a la tierra, digamos, semillas de esa vida exterior?
Sí, es una pregunta muy frecuente. Como la pregunta en realidad está dividida en dos. Déjeme decir que a veces no nos percatamos de esto: Uno de los grandes triunfos de la exploración espacial (la imagen que voy evocar, todos la tenemos presente), es conocer que todos los cuerpos del Sistema Solar muestran cráteres producto de colisiones.
Si yo veo la Luna o fotos de Mercurio, de Marte, de los asteroides, de las lunas de los planetas exteriores como Júpiter, como Saturno y otros, lo que yo veo son cráteres que cuando los podemos datar son de unos 4 mil millones de años, cuando el Sistema Solar era muy joven. ¿Quién produjo esos cráteres? Meteoritos, asteroides, cometas, que chocaron contra la Tierra primitiva. ¿Eso qué significa?, Que ahora reconocemos esas etapas de grandes colisiones como parte de la historia normal del Sistema Solar.
En esos cometas, meteoritos, asteroides encontramos compuestos orgánicos: aminoácidos, las bases del DNA, del RNA, hidrocarburos, componentes de rutas metabólicas, lo cual está diciendo que la química del Sistema Solar primitivo estaba produciendo algunas de las moléculas presentes en los seres vivos.
¿Significa eso que la vida llegó del espacio exterior? No, significa que en la evolución natural del Sistema Solar, ese aporte de material extraterrestre fue parte de lo que configuró el medio donde surgió la vida. No hay contradicción en eso y no significa teoría de panspermia.
¿Significa esto que hay vida en otras partes del Sistema Solar? Yo creo que no. Todas las pruebas han sido negativas, lo cual es una pena.
¿Significa eso que hay vida en otras partes del universo? Nos está diciendo que es muy fácil sintetizar los componentes moleculares de los seres vivos, pero no tenemos ninguna prueba de que la vida sea abundante en el universo.
Lo que sí tenemos es una prueba clarísima de que la vida en nuestro planeta no es producto ni de la casualidad, ni de un acto de creación divina, sino es un producto de la evolución. No hay ninguna razón para suponer que ese proceso de evolución es exclusivo de nuestro trocito del universo, nuestro cachito donde vivimos. Ahora ¿qué pasa con la vida extraterrestre? Yo siempre digo que es como la democracia: todos hablan de ella, nadie la ve.
Seguramente el estudio del origen de la vida requiere muchos recursos y colaboración de muchos grupos de investigación: ¿cómo está la colaboración con esos grupos y agencias como la NASA?
¡Es espléndida! La NASA es uno de los organismos internacionales que más ha hecho por ayudar al estudio del origen de la vida. Es impresionante la cantidad de recursos que se le han invertido en el pasado y ello tiene que ver con los mismos actos de fundación de la NASA.
Cuando se creó, uno de los objetivos de la NASA era el estudio del origen, evolución y distribución de la vida en el universo. Y eso en lo que se tradujo fue en apoyo financiero, de infraestructura, de diseño de naves de exploración, tratando de buscar huellas de cómo surgió la vida en la tierra o en otras partes del universo. En otras partes del universo no hemos tenido éxito. En la Tierra, el apoyo de la NASA ha sido esencial para fomentar este campo.
Ahora que la parte científica de la NASA está compuesta por gente iguales a nosotros, colegas siempre dispuestos a colaborar. Yo, por ejemplo, todo el trabajo que he hecho de simular la química de la tierra primitiva o de analizar meteoritos, lo he hecho en colaboración con mis amigos de la NASA, o en menor grado, con amigos de Italia y de Francia.
Todo el trabajo que hacemos en México de análisis de secuencias de genomas en el laboratorio de la UNAM, lo hacemos bajando secuencias que están en la red (al cabo que otros ya pagaron por ellas), nosotros las analizamos. En esto debo confesar que tengo una actitud totalmente picaresca, decimonónica, pero funciona muy bien.
Seguramente habrá algunos jóvenes deseosos de incorporarse al estudio de la evolución y en particular del origen de la vida ¿qué consejos podría darles?, ¿qué carrera estudiar?, ¿se puede hacer en México?
Por supuesto, en el laboratorio donde yo estoy hay como 15 personas, son estudiantes mexicanos, de los que se quedan asombrados mis colegas estadounidenses al ver el nivel que tienen; es gente con una gran disciplina, que lee mucho, que al principio no saben tanto inglés y están luchando, batallando cotidianamente con una frase, pero al cabo de seis meses ya lo pueden entender. Probablemente lo que los caracteriza es una gran disciplina intelectual (es la única disciplina que tienen), una pasión muy grande por lo que están estudiando y son gente que es reconocida fuera como el “grupo mexicano”, lo cual yo creo que habla muy bien de nosotros.
Siento que cualquier estudiante de México, si lo coloca uno en un ambiente científico del extranjero, en evolución, en origen de la vida o en cualquier otra área, hace un excelente papel. Con una ventaja, que nosotros sabemos diseñar experimentos donde no gastamos de más, sabemos que si la máquina se atora, con el alambrito y el palito “le sostienes aquí para que corra el líquido”. Hay en ellos una mezcla del ingenio que se requiere por las condiciones reales en que nos movemos, hasta una capacidad intelectual absolutamente sofisticada, que a mí siempre me produce un gran placer y me deja atónito.
Ahora que si quieren estudiar el origen de la vida, que lean mucho, que lean a Darwin, a Oparin, a los clásicos de la evolución modernos como Stanley Miller y que sigan su impulso intelectual apasionado. Yo creo que las pasiones personales son muy importantes para definir una carrera académica y en particular científica.
En la actualidad estamos comenzando a ver a los seres vivos más como metaorganismos que como entidades aisladas, incluso a la asociación con microorganismo se le está dando ya un peso importante en la evolución ¿qué piensa de ello?, ¿necesitamos revalorar a los microorganismos más allá de su papel en las enfermedades o en los ecosistemas?
Sí, absolutamente, esa es una pregunta muy buena, muy refinada que requiere de una respuesta que tal vez no sea igualmente satisfactoria. Luis Pasteur nos deja una herencia maravillosa (toda esa generación, pero con Pasteur es muy visible), donde de repente los microorganismos son vistos como agentes patógenos Los microorganismos ya se conocían desde mucho tiempo atrás, pero a partir de Pasteur son vistos claramente como patógenos. Darwin rara vez habla de los microorganismos, no los tocó, los menciona muy incidentalmente.
Los microrganismos son los más grandes ausentes en la teoría evolutiva. En los años finales del siglo XIX hasta 1930 hubo pioneros, como, por ejemplo, el propio Oparin (obtuvo el doctorado Honoris Causa de la UNAM, era parte de nuestro claustro), quienes dijeron que se podía ver a los microorganismos como parte de un proceso evolutivo.
No había las herramientas moleculares, bioquímicas y metabólicas para entenderlo bien, pero había gente que tenía una intuición brutal, que se dieron cuenta que nunca vemos un animal, una planta, un hongo macroscópico sin microorganismos asociados.
En los años 60 ocurrió algo que a veces se nos olvida, que ahora lo estamos padeciendo: que los médicos se percataron que había resistencia a los antibióticos. Creo que lo mejor que se hizo el sexenio pasado (que no fue especialmente brillante), fue prohibir la venta indiscriminada de antibióticos.
Es una idea tan buena que evidentemente no se le ocurrió al secretario de Salud, se la propusieron a él. Vino de los médicos que se dieron cuenta de que las bacterias están intercambiando genes de resistencia a antibióticos y que esto ya se está convirtiendo en un problema, en una catástrofe y en una emergencia nacional (como dijeron el ministerio de Salud de Australia y el inglés).
El que nos percatemos de esto, nos plantea un problema muy importante, porque las probabilidades de que yo intercambie genes con un árbol son bastante reducidas.
Unas arias muy famosas de Händel refieren a un hombre que se enamora de una planta. Esto es cosa que algunos calificarían como una perversidad erótica, pero lo que está mostrando es la separación entre dos reinos muy claros.
Las bacterias son infinitamente más promiscuas, y el problema es que hemos asignado categorías como la definición de género o especie a las bacterias, sin que eso necesariamente sea válido. Primero hay que ver a todos los microorganismos del planeta como los que lograron hacer realidad el dictum de Marx y Engels, aquello de “Proletarios del mundo uníos”, como “microorganismos del mundo uníos” lo lograron, porque tienen redes de intercambio genético absolutamente deslumbrantes.
Esto nos da una perspectiva global. Ahora nos damos cuenta que el planeta sin los microorganismos no sería lo que es. El oxígeno que respiramos, que interviene en rutas biosintéticas sin las cuales no existiríamos nosotros, es producto de los metabolismos microbianos: El fierro (que está en sillas, en el acero) es un fierro que se depositó por la actividad microbiana hace unos 3 mil 500 millones de años; el oro, que algunas veces se puede encontrar como pepitas muy claras, es resultado de actividad de metabolismo bacteriano.
Esta visión hace que la microbiología ahora sea muy interesante, porque no es solo la microbiología médica o veterinaria o dental, sino también ahora el reconocimiento de la bioquímica, donde los seres vivos juegan un papel absolutamente central.
Otra cosa por entender es que las bacterias y otros organismos que no tienen membrana nuclear, que llamamos arqueas (del mismo tipo de origen, pero separados), estuvieron aquí antes que nosotros.
Si yo tengo que identificarme para subir a un avión o para entrar a una oficina gubernamental, muestro mi credencial del IFE con mi fotografía y donde se me asigna un número.
Igual, yo no sería yo, no tendría nombre ni rostro, no tendría digestión, si no tuviera las asociaciones simbióticas. Por ejemplo: nosotros cuando por alguna infección nos enfermamos del estómago nos dan antibióticos, y al cabo de un rato, todo mundo te dice ¡qué pálido te ves! Es porque estamos produciendo menos glóbulos rojos, porque los antibióticos mataron a mis simbiontes bacterianos que están produciendo la vitamina B12, sin la que carezco de uno de los componentes necesarios para sintetizar el DNA, sin lo cual no voy a poder reproducir células.
Este ejemplo muy concreto muestra como, efectivamente, hay una dependencia estricta de las asociaciones con bacterias de todos los animales, plantas y hongos. En pocas palabras: las bacterias han dejado de ser los malos de la historia para convertirse en un componente central y el más antiguo de la biósfera del planeta