Revista Arte

Antonio palomino: algo más que un pintor

Por Desdelaterraza
 Cuando Acisclo Antonio Palomino de Castro y Velasco pintó esta Inmaculada Concepción de larga cabellera, túnica blanca, con los atributos propios de la Pureza y rodeada de querubines, hacía diez años que gozaba ya del favor real. Nombrado, en 1688, pintor de cámara del rey Carlos II, el último de los Austrias españoles, Palomino había nacido en Bujalance, provincia de Córdoba, en 1655. Cumplidos los veinte años se instala en Madrid. Cuando en 1692 llega a la Corte el napolitano Luca Giordano, Palomino le conoce e influido por aquél, se especializa en la pintura al fresco, campo en el que destacará de manera notable. El cambio de siglo Antonio Palomino lo vivió en Valencia. Había sido pedido permiso al rey Carlos y llamado en 1697 desde la parroquia de los Santos Juanes para decorar su gran bóveda. Así lo hizo y después, en 1701, la muy colorista “Gloria” de la capilla real de la Virgen de los Desamparados, basílica desde 1948.
ANTONIO PALOMINO: ALGO MÁS QUE UN PINTOR  Pero no fue el manejo de los pinceles la única inquietud de Palomino; también la pluma ocupó, sobre todo en sus últimos años, buena parte de su tiempo. Fue hombre cultivado, autor de “El museo pictórico y la escala óptica”, una historia del arte y de la teoría pictórica publicada en 1715; y en 1724, una serie de biografías de los pintores y escultores del barroco español bajo el título de "El Parnaso español pintoresco laureado” con las vidas, como dice una edición de 1796, de los pintores y estatuarios eminentes españoles que con sus heroycas obras han ilustrado la nación.
ANTONIO PALOMINO: ALGO MÁS QUE UN PINTOR
  Palomino murió en Madrid, en 1726. Apreciado más por su condición de tratadista, su reconocimiento como pintor fue tardío, pero hoy indiscutible. Baste admirar esta Inmaculada Concepción, pintada en 1698 y conservada en el Museo de Bellas Artes de Valencia, para comprender por qué.Licencia de Creative Commons

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