Revista Opinión

Apalabrado cierra

Publicado el 13 julio 2015 por Jcromero

La patria de la ignorancia, del no querer saber. El territorio de la corrupción y la hipocresía. En un país como éste, donde se tributa culto al dinero, al engaño y la mentira, hay una urgente necesidad de pensar y decir. A riesgo de ser acusado de alterar el orden establecido es preciso reflexionar, cuestionar todos los mensajes; tener opinión propia, sobrevivir.

La actualidad está dominada por la corrupción y la mentira. El debate político discurre entre acusaciones, indicios y sospechas. Parece que nada es tan importante como acabar con la corrupción y con los corruptos. Y siendo importante, no lo es menos ocuparse de la voladura de un modelo económico y social injusto, por desigual, en el que aumenta el número de personas vulnerables e indefensas. Acabar con la corrupción es necesario: cuidar la salud democrática, promover la calidad de la educación y la sanidad pública, conseguir empleo en condiciones dignas y salario acorde con el trabajo desarrollado, son tareas necesarias si queremos tener alguna oportunidad.

Estamos en un proceso de purga. Quieren apuntalar al país sobre el miedo y con el mandato testicular. ¿Qué narices es eso del criterio propio y la opinión? La «ley mordaza», un síntoma; otro peldaño en la misma dirección. La actuación de la Fiscalía, en el caso del concejal Zapata, resulta ilustrativa; la configuración del tribunal que juzgará la trama Gürtel, también.

Ahora, siempre, son necesarias las palabras para pensar, decir y resistir al miedo. Opinar, ya sabes, siempre ha sido un incordio para el poder. «Tanto Twitter y tanta opinión», que diría la diputada Martínez. Hasta la aparición de internet, la opinión publicada era un privilegio reservado a unos pocos entre los que estaban los periodistas que siempre sabían más de lo que contaban. La profesión degeneró cuando cualquier ciudadano pudo publicar y cuando los profesionales confundieron información con opinión y la opinión con la verborrea de los charranes. Para opinar es necesario pensar y pensar, en este país se puede convertir en una acción peligrosa, especialmente si los subordinados tienen la osadía de no de recitar la salmodia de turno.

Aquí, la política no se entiende fuera de la propaganda. La tarea informativa, que se encuentra en serio peligro de extinción, ha sido sustituida por el engaño, la tergiversación o el espectáculo. Pensar es una tarea desprestigiada; tener criterio propio, una necedad. Aquí cotiza la caspa, el prietas las filas; la sumisión. Y si te sales del guion, además de poner en riesgo la democracia, eres un revisionista inconsciente, un extremista radical o un peligroso bolivariano.

Sí, al poder no le gusta que se informe libremente, que se opine con libertad. Prefiere informadores de trincheras y ciudadanos amordazados, dispuestos a aceptar la realidad gubernamental aunque tengan que poner cara de besugos y sonreír para disimular tanta cobardía.

Frente al panorama anodino de una prensa tradicional avinagrada, rancia y engreída, hay blogs que se ofrecen como contrapuntos sugerentes. Es cierto que en la blogosfera hay de todo y cuesta distinguir los interesantes de los prescindibles, pero jode cuando cierran determinados blogs. El de Verónica era, es, un espacio que incita, desnuda y provoca: «La libertad durante el acto de leer debe ser absoluta», dejó escrito en su apalabrado y porque ahora siente amenazada su libertad para escribir; ha decidido cerrar. Es cierto que ningún blog es imprescindible. Pero hay unos a los que se les echa más en falta que a otros.

Es lunes, escucho a Charles McPherson:

Microblogging, Medios y los políticos. La saga La política, los amigos y el converso Krahe Imagen = realidad El apocalipsis de las pensiones Europa nunca será lo que nos quieren vender

http://wp.me/p38xYa-1gP


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