Revista Cultura y Ocio
Creo que existe un filtro Hopper, igual que existe un filtro Valencia o un filtro Walden (Instagram). Retiro lo dicho. No hay un filtro Hopper, sino varios, y la obra del pintor norteamericano es en sí misma una aplicación que sirve para mirar al mundo y sonsacarle a su misterio un puñado de hermosas imágenes. He aquí algunos de los filtros que se me ocurren a botepronto de esa aplicación Hopper, de esa máquina Hopper.
1.-Filtro giro romántico de noventa grados. Tomemos un cuadro de Caspar Friedrich. Mejor dicho, imaginemos que somos Caspar Friedrich, un Caspar Friedrich del siglo XX. Decidimos entonces que, en lugar de representar a nuestros personajes de espaldas y observando un paisaje imponente, los representaremos al bies, mirando algo desconocido que no figurará en el cuadro. Eso desconocido implica a la imaginación del espectador. Puede ser algo banal, probablemente lo sea. Tampoco descarto lo maravilloso. De hecho yo opino que todos los seres de este mundo son maravillosos. El de Hopper es un romanticismo inmanente y elíptico, el único disponible en los tiempos que corren.
2.-Filtro Espinario. En muchos cuadros de Hopper la apariencia de sus protagonistas es de ensimismamiento. Hombres y mujeres (sobre todo mujeres) absortos en una tarea que reclama toda su atención, algo que produce una curiosidad insoslayable en el espectador, un efecto de inmersión, un deseo imperioso de ubicarse en lugar del personaje.
3.-Filtro Laocoonte. Casi todos los cuadros de Hopper parecen fotogramas perdidos de alguna película. Reflejan momentos pregnantes, el punto de tangencia entre un arte del espacio (la pintura) y un arte del tiempo (el cine). Lessing estaría orgulloso de Hopper. Hay una historia detrás de cada cuadro de Hopper. Por eso Hopper le gusta tanto a tantos escritores. 4.-Filtro Psicosis. Creo que Hopper es fundamentalmente un paisajista. Hasta cuando aparecen personas en sus cuadros la impresión es la de estar contemplando un paisaje. Los cuadros de Hopper nos dicen qué le ocurre a las cosas cando se quedan solas. Los cuadros de Hopper parecen hablar de un mundo postapocalíptico en el que ya no quedan seres humanos. Es terrible. Las cosas se han librado de nosotros, de esos seres que creían saber cómo eran y en qué consistían, y ahora pueden mostrarse libremente, exhibir ante un mundo despoblado toda la siniestra poesía que llevaban dentro.