No son pocas las ocasiones en las que solemos aceptar las opiniones de los demás por el simple miedo a ser criticados o mal vistos. Muchos adolescentes, por ejemplo, acaban dejándose llevar por algunas aficiones de su grupo de iguales (beber alcohol, salir de fiesta, etc) e incluso por ciertas ideologías sin que realmente las compartan. Todo ello por el simple hecho de agradar.
El miedo al rechazo es algo intrínseco en nosotros. Todos queremos simpatizar con los demás, llevarnos bien con ellos y evitar el conflicto. Sin embargo, a veces es necesario que las disputas ocurran, pues es normal que algunas ideas u opiniones se entrecrucen.
No por el hecho de contradecir a alguien estamos atentando contra él, ni menospreciando sus ideas, simplemente pensamos de otra manera. Si logramos aprender a respetar las formas de ver las cosas de los demás, sin que ello signifique estar de acuerdo con ellos, lograremos tener una mentalidad libre y sincera.
El objetivo es que estemos abiertos a la comunicación. Para hacerlo, escucharemos siempre atentamente al otro, nos formaremos una opinión al respecto y la expresaremos. Cuando aprendamos a hacerlo, nos daremos cuenta de que no hay nada que temer por decir lo que uno piensa, incluso nuestras relaciones se verán fortalecidas por ello.
