Revista Coaching

Aprender a respirar

Por Maria Mikhailova @mashamikhailova

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Respirar. Una cosa tan simple. Respiramos siempre. Sin darnos cuenta. Respiramos. Ahora mismo, mientras lees este artículo, respiras. ¿Te has dado cuenta? ¿No es acaso un milagro que exista aire, oxígeno, que te llene los pulmones y te permita vivir?

Muchos hemos oídos sobre los beneficios de respirar correctamente. El ya extendido yoga es una de las prácticas que nos beneficia a los seres humanos en cuanto a la respiración, pues la respiración es el centro del yoga. No se trata simplemente de hacer las posturas, sino de realizarlas a conciencia, acompañadas de una correcta respiración. Y por fácil que parezca, al menos para mí, es la parte más difícil del yoga. También es cierto que sigo siendo una novata en la materia.

Pero volvamos al tema de la respiración. Os voy a contar mi caso; un caso reciente y que en apariencia podría no tener mucha relevancia, pero para mí fue totalmente revelador. Hace una semana volvía del Levante a Madrid en coche. Tocaban no pocos kilómetros por conducir. Os pongo en antecedentes: llevo unos cuantos años con un problema crónico en el lado izquierdo de la espalda (deformación profesional de tantas horas frente al ordenador u otras causas más profundas que algún día relataré). Se trata de un dolor que comienza en el cuello, pasa por el hombro izquierdo y va bajando hasta más abajo del omóplato en línea recta; dolor que remite cuando estoy en reposo o hago ejercicios físicos con cierta frecuencia y que se agudiza en momentos de tensión, malas posturas al dormir, falta de ejercicio, estrés, etc. Supongo que es algo que a no pocos de vosotros os suene.

Pues bien, al coger el volante, después de llevar días sin hacer demasiado ejercicio físico y haber estado sentada durante horas frente a mi “inseparable” Mac, lo primero que noté fue ese dolorcillo invisible hasta entonces, que empezó inmediatamente a emitir pulsaciones en el lado izquierdo de mi espalda. Ya sabéis: carretera, coches que adelantar, dejar que otros te adelanten, camiones lentos, algunos conductores que hacen “de las suyas”, conductores impacientes, curvas y zonas de peligro de accidentes, bajadas de velocidad en tramos de obras, etc. Iba muy tensa y el dolor se agudizaba con cada kilómetro recorrido. Y entonces me di cuenta de que apenas estaba respirando. Nada nuevo, en realidad.

Cuando estás tensa, las inspiraciones son muy cortitas, muy rápidas; cuando ves el peligro, cuando sientes que hay que estar alerta, respiras de esa manera tan defectuosa. Y lo peor es que así es como respiro siempre o casi siempre, salvo cuando me quedo dormida. Como dice Goleman, autor de la Inteligencia emocional, y no solo él sino muchos otros psicólogos y especialistas en temas de salud, los occidentales vivimos en un estado de alerta o estrés constante, incluso cuando no hay peligro por ningún lado. Hombre, una carretera con curvas y tráfico denso no es que deje de ser un aspecto ante el cual tener puestos los cinco sentidos, pero se trata de más de 400 kilómetros… y estar en tensión durante más de 5 horas puede resultar una locura.

Pues bien, como os decía, me dije: me duele demasiado, apenas respiro, hay algo que debería cambiar. Y siguiendo los consejos de lo que se entiende por una correcta respiración, parte de mis esporádicas prácticas del yoga, la meditación y el Reiki, decidí cambiar mi forma de respirar, al menos durante unos minutos. Empecé a inhalar todo el aire posible con mis pulmones, sintiendo cómo se ensanchaba mi abdomen, cómo mi pecho se elevaba, cómo la garganta ya no podía contener más aire. Después retenía el aire durante unos 10 segundos y cuando sentía que no podía más, lo soltaba. Lo soltaba hasta el final, hasta que ya no quedaba aire que exhalar. Confieso que no es una tarea de lo más sencillo. En realidad, al no estar acostumbrados a respirar de forma correcta, cuesta bastante realizar inspiraciones y expiraciones tan profundas.

Pero al cabo de unos pocos minutos, seguramente no más de dos, noté que ya no sentía en absoluto el dolor de mi espalda, es como si se hubiera evaporado, como si toda mi atención se concentrara única y exclusivamente en mi respiración. ¡Un verdadero milargo! Y me dije: voy a seguir así, ya sé que me está costando respirar de una forma tan… consciente –porque todos mis pensamientos, de forma automática, estaban puestos en el proceso de respirar–, pero el resultado es innegable. Y lo más increíble no sólo era eso. Cuando exhalaba el aire retenido, percibía una sensación placentera en mi tráquea, en todo mi tubo respiratorio, que me llegaba hasta el pecho, directo al corazón. Era como si una alegría repentina se concentrara en mi pecho. Me sentía feliz, sin motivo aparente.

Había leído mucho sobre los beneficios de la respiración. Había intentado practicarla, muchas veces en vano. Cuando lo hacía para relajarme, casi siempre me quedaba dormida, lo cual es beneficioso, sin duda alguna. Pero al estar conduciendo, no podía permitirme el lujo de quedarme dormida, tenía que permanecer alerta. Y confieso que en momentos clave (véase un adelantamiento o zona de obras donde había que bajar la velocidad de forma brusca), tenía que olvidar por un rato mis ejercicios respiratorios y volver al estado de alerta para realizar con éxito la tarea. Pero en cuanto volvía un tramo despejado, volvía a respirar profundamente.

Todo un descubrimiento. Hasta que no lo practicas, hasta que no respiras así de bien, de forma completa, siendo plenamente consciente… hasta que no sientes cómo te llenas no sólo de aire, sino también de felicidad, de alegría, es bastante inútil que trates de comprenderlo. La única forma de entender las cosas de verdad es a través de la experiencia. No me cabe la menor duda.

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Puedo enumerar los beneficios de una correcta respiración, decir que respirar de forma profunda nos sana, hace que nuestras enfermedades remitan, que la respiración consciente oxigena las células… pero no es con la mente racional con la que debemos entender las cosas. Es a través de las sensaciones, emociones, experiencias… como nos damos cuenta de todo. No obstante, os resumiré brevemente los beneficios de una buena respiración, cortesía de la filosofía védica y más en concreto del Ayurveda, una ciencia que poco a poco está empezando a ser conocida y hasta reconocida en nuestro mundo occidental.

1. Una respiración incorrecta daña el sistema nervioso; el cerebro y la médula espinal, los centros nerviosos y los nervios en sí, a través de la falta del flujo de sangre a dichos órganos, que se vuelven débiles a consecuencia de ello. Todo el mecanismo del sistema nervioso deja de funcionar correctamente.

2. Cuando la respiración es completa, al inhalar nosotros todo el aire posible, el diafragma se contrae y produce una ligera presión sobre el hígado, el estómago y otros órganos, lo cual, coincidiendo con el ritmo de la función pulmonar, actúa sobre estos órganos como un suave masaje, impulsando sus actividades y manteniéndolos en el funcionamiento normal . Cada inhalación ayuda a este trabajo interno y mejora la circulación correcta de la sangre, la digestión y la asimilación. Con una respiración superficial o de profundidad media nuestros órganos no pueden aprovechar este masaje interno.

3. En Occidente le estamos prestando mucha importancia al ejercicio físico y esto es muy positivo. Pero no sólo es importante ejercitar los músculos externos. Los órganos internos también requieren ejercicio que se consigue a través de una respiración adecuada. El instrumento principal para ejercitar los órganos internos es el diafragma . Sus movimientos producen vibraciones en los órganos responsables de la digestión y la asimilación, los masajean y los mueven con cada inhalación y exhalación, forzando a que la sangre fluya hacia ellos. Cada órgano o parte del cuerpo que es privado de ejercicio se atrofia con el tiempo y es incapaz de trabajar correctamente, lo cual puede originar la enfermedad.

4. Solo desde el punto de vista de la fisiología occidental, sin ninguna relación con la filosofía y la ciencia de Oriente, el sistema de respiración completa del yoga tiene una vital importancia para cada persona que desee conseguir y mantener un cuerpo sano. Pero la sencillez de este sistema hace que miles de personas no lo tomen en serio; la gente gasta fortunas persiguiendo salud y se deja maravillar por costosos y complejos “sistemas de bienestar”. La salud llama a nuestra puerta, pero simplemente nos negamos a salir a su encuentro.


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