Cuántos libros juveniles actuales se siguen ambientando en colegios, institutos e internados y, sin embargo, qué diferentes son las aulas de la ficción de las reales: profesores benevolentes o demasiado estrictos, estudiantes muy listos o bien muy torpes, docentes y alumnos que son algo más de lo que parecen… y así, un sinfín de estereotipos.
En casi todas estas novelas las notas parecen ser lo de menos, lo importante son otras cosas: el instituto no es más que la excusa perfecta para reunir a los personajes. No obstante, también hay libros en los que la trama gira en torno al suspenso y el aprobado. En Un chico de lo más normal –de Gordon Korman, publicado por B de Blok–, Donovan Curtis, un estudiante malísimo y travieso, acaba en una academia para superdotados por un error administrativo. Sus nuevos compañeros de pupitre son auténticos genios y él siente que no encaja, pero pronto un robot, el proyecto de clase, lo cambiará todo. Y es que Donovan no sabe tanto como sus compañeros, pero les puede enseñar que el aprendizaje no está reñido con la diversión. Es este un libro entretenido en el que el mismo protagonista es uno de los narradores. A pesar de que es una novela que cae en tópicos, consigue hacer sonreír: algunas escenas se llevan el notable.
También en La puntuación –de Lauren McLaughlin, publicado por Destino– preocupan las notas a los alumnos del Instituto Somerton, donde las cámaras analizan y puntúan a los estudiantes. Esto permite a jóvenes como la protagonista, Imani, obtener una beca universitaria. Pero no todos consideran justo este sistema. Entre ellos está Diego, quien cree que es un medio para controlar a la población. Estamos ante una distopía que promete amor, pero el romance llega al final y lo hace de forma precipitada. Además, la esperada sublevación contra lo establecido tampoco llega, a pesar de que el libro es un debate constante sobre los pros y los contras de ese sistema. Si a ello se suma un desenlace sin chispa y una no muy buena traducción, la novela pierde muchos puntos.
En general, los libros actuales que tienen el instituto como telón de fondo son entretenidos y alcanzan el aprobado, aunque la mayoría lo hace, como es el caso, por los pelos.