Revista Ilustración
Aquel día en que me dio por reflexionar sobre la suerte y el agradecimiento
Por Davidrefoyo @drefoyo
Hice las cosas a mi manera y omití el Whatsapp. Llegué a casa y allí estaba ella. Le dije: me han despedido. Y me abrazó. De repente nos creímos más pobres de lo habitual, pero fuimos conscientes rápidamente de que, al menos, sería un pobre sin trabajo, un objetivo vital, porque no hay nada más indigno de pringar 9 o 10 horas al día y no llegar a fin de mes. Comuniqué la noticia a mis allegados y todos ellos sintieron lástima por mi nueva situación. Todos menos ella. Ella no sintió lástima, sintió la libertad ahí cerca. Y me contagió unas terribles ganas de volver a hacer cosas, de aprovechar el tiempo para escribir, para pintar, para reubicar los monumentos de la zona antigua de la ciudad, para cocinar, limpiar el patio, transplantar flores y mirar con optimismo el futuro cercano. Entonces, la miré y sonreí, pensé, así están las cosas, pero lo que quería decir, sin lugar a dudas, era gracias. Gracias. Y volví a abrazarla.
Un par de horas más tarde hicimos el amor. Luego escribí unos poemas. Y me sentí afortunado por ser uno más en esa larga lista de desempleados españoles.