Hace veinte años que toda vez que Colombia viene a jugar al Monumental se nos cae en la cabeza aquel 0 - 5 del 93 donde después de haber empezado bien el partido la selección albiceleste fue arrollada por un equipazo colombiano.
Por lo visto, no aprendemos. Con el partido cero a dos, Basile reemplaza al jugador más claro del equipo: Leo Rodríguez, y Colombia se hace amo y señor del partido (después cuando lo saca a Redondo, es para acomodarle las ideas de un trompis). Errores similares volverían a cometerse a lo ancho de la historia de nuestro fútbol, hasta decantar en la realidad actual donde más vale un pajarito que un buen jugador.
Más allá de que no puede un equipo prescindir de los mejores, hay que reconocer que el partido fue más parejo de lo que pareció, Colombia tuvo la eficacia soñada, y fue mejor que Argentina pero nunca tanto como para semejante resultado.
Sobre el final, la participación de Argentina en el repechaje dependía de que Paraguay no hiciera un gol a Perú en Lima, y el cuerpo técnico de Basile estaba pasando un momento muy feo que no debiéramos desearle a nadie. Más allá del resultado, de participar o no de un mundial, del debate futbolístico, cruento porvenir les esperaría a unos tipos, humanos como nosotros, que simplemente fueron superados por los rivales.
Después llegaría toda la pantomima mediática para evitar lo que los propios medios supieron conseguir.
A Argentina le pasan esas cosas contra Colombia. La mayoría de los partidos pasan desapercibidos, pero los que no, los que quedan para siempre, tienen un alto contenido catastrófico para nuestro fútbol.
No creo que esta vez Colombia se la llevara tan de arriba, el seleccionado de Sabella sin Messi está uno o dos goles por encima del de Pekerman, y pa' pior parece que L10 podrá jugar.
Y en un acto de soberbia voy a recomendar la lectura de eto que tacá.
Pasenlá joya.