Revista Arte

Ariadna

Por Enrique @asurza

Ariadna era hija del rey Minos de Creta y de su esposa Pasifae. Cuando el héroe ateniense Teseo llegó a Minos, acompañado de siete muchachos y siete muchachas de Atenas, que debían ser sacrificados cada nueve años y ofrecidos al Minotauro que vigilaba el Laberinto cerca del palacio de Minos, Ariadna se enamoró de él.
Teseo le prometió que se casaría con ella si conseguía matar al Minotauro y regresar vivo. Ariadna consultó al artista Dédalo, diseñador del Laberinto, para poder elaborar un plan. Cuando Teseo entró en el Laberinto, le dio una cuerda larga atada a la entrada del recinto. El héroe mató al Minotauro y consiguió regresar gracias a la cuerda de Ariadna pese a lo complicado de la salida. Los dos amantes huyeron de Creta, pero Teseo, por alguna oscura razón, abandonó a Ariadna en la isla de Naxos. Quizá tuvo que entregársela a Dioniso, dios del vino, o quizá el propio dios se encargó de cuidar de la joven abandonada. De acuerdo con la versión más extendida, se prometió en matrimonio con Dioniso y, en su honor, él lanzó su diadema al aire para que fuese admirada por la noche como la constelación de la Corona del Norte.
Homero hizo una narración distinta de los acontecimientos y cuenta, a través de su héroe Odiseo, que durante su visita al mundo de los muertos vio a Ariadna entre las almas que habitaban ese lugar. Artemisa la había matado en Naxos siguiendo las instrucciones de Dioniso.


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