Hace 13.000 años, durante la última glaciación, según demuestran los descubrimientos paleopalinológicos (estudio de los restos vegetales de permanecen en estado fósil) las especies Quercus robur y Querqus petraea fueron desplazas por el hielo y acabaron confinadas en las regiones al sur de Europa. Al terminar el periodo glaciar, con el incremento de la temperatura y la retirada de los hielos a su actual ubicación, las plantas comenzaron su reconquista de los nuevos territorios. En solo 6.000 años los robles recolonizaron toda Europa hasta llegar a Escandinavia, este movimiento de recuperación de sus antiguos territorios supuso una velocidad de avance del bosque de 500 metros por año, cosa que parece difícil de conseguir a base de soltar bellotas y que estas cayeran en terreno propicio y germinaran. Pero gracias a recientes estudios de investigadores como Ehrenfried Pfeiffer, Alexis Ducousso o Remy Petit entre muchos otros, hoy sabemos que nuestros venerados robles recibieron la ayuda de algunos animales entre los que se encontraban roedores y córvidos, y de manera especial nuestro protagonista de este mes: el arrendajo (Garrulus glandarius).
El arrendajo es un ave omnívora que se alimentan, dependiendo la época del año, de distintos tipos de alimentos. Durante la primavera y el verano muestra unos hábitos fundamentalmente insectívoros, pues come grandes cantidades de orugas, lombrices, saltamontes, escarabajos y algunos frutos silvestres y cultivados, en época de cría además complementa su dieta con huevos y pollos de otras aves que les suministran las proteínas necesarias para la crianza de sus pollos. En otoño e invierno, cuando los invertebrados escasean, se incrementa el consumo de diferentes frutos, como castañas, bellotas, avellanas, escaramujos, etc. Y es precisamente en otoño cuando nuestro amigo comienza su función de jardinero porque es en este momento del año cuando los arrendajos se dedican a recolectar bellotas, su alimento favorito para el invierno, y almacenarlas para cuando escasee la comida, al igual que hacen muchos otros animales. Pero con la particularidad de que el arrendajo además de elegir las bellotas más sanas y maduras, seleccionando de esta forma las más ricas en reservas nutritivas y, por tanto, las más aptas para germinar, las siembra. Un arrendajo llega a recolectar entre 4 y 7 bellotas, en cada viaje, que transporta alojadas en su esófago y la última, generalmente la de mayor tamaño, suele llevarla en el pico. Una vez que tiene las bellotas recolectadas, las esconde de manera sistemática en lugares cercanos a su lugar de anidación. Su método para guardar sus reservar consiste en ocultarlas en huecos de árboles, rocas o enterrarlas en el suelo. Y es al enterrarlas en el suelo cuando nuestro protagonista siembra sin darse cuenta las próximas generaciones del bosque. Los arrendajos, al igual que todos los córvidos, posee una extraordinaria memoria que le permite recordar y encontrar todos los lugares donde a escondido sus bellotas, incluso debajo de la nieve, siempre habrá algunas que no comerá o que germinará antes de que sea encontrada dando lugar a un nuevo plantón de la especie recolectada. Se ha calculado que cada individuo puede esconder cada otoño entre 3.000 y 7.000 bellotas. En caso de no hallar bellotas también pueden recolectar y de esta manera repoblar bosques con avellanas, castañas, nueces, hayucos o cualquier otro tipo de fruto que pueda almacenarse.
Y de esta forma se forja una estrecha alianza entre los arboles y las aves, los árboles les ofrecen alimento, protección y un lugar para instalar sus nidos y las aves le devuelve el favor contribuyendo a su reproducción y depredando también las orugas que atacan a las flores femeninas o las plántulas jóvenes.
Los arrendajos presentan un plumaje dominado por los tonos ocres, con ciertos tintes rosados y grisáceos, los cuales se tornan blanquecinos en la zona anal. La cabeza resulta muy característica por el píleo grisáceo listado de negro, que suele erizar en estado de alerta o cuando pelean entre ellos, y una visible bigotera negra. Las alas lucen un llamativo diseño, con un panel de plumas de color azul turquesa, franjeado de negro y blanco, en el hombro. En vuelo puede apreciarse en las alas un blanco muy perceptible. El obispillo es blanco y llamativo cuando el ave despliega las alas, lo que contrasta fuertemente con la negra cola. No hay dimorfismo sexual en la especia y la única diferencia en el plumaje suele ser con los jóvenes que suelen ser algo más parduzcos y con colores menos vivos. El pico es fuerte y negruzco, mientras que las patas son pardas; el iris de los ojos es azul con un anillo muy estrecho pardo.
Es un ave muy desconfiada, algo muy común en todos los córvidos, y por eso resulta difícil de observar de cerca cuando está posado y de igual manera cuando se encuentra a una distancia considerable y descubre a cualquier posible depredador comienza un ritual que podemos describir de la siguiente manera: eriza las plumas del píleo y mueve la cola de un lado a otro o arriba y abajo a la vez que lanza su grito que alerta, lo cual además de advertencia para sus congéneres también sirve de alerta para todo ser vivo del bosque. Por este motivo nuestro arrendajo también es conocido como el vigía del bosque, ya que es complicado entrar en un bosque sin escuchar el estridente y ronco sonido de alarma que emite.
Su voz típica es un grito áspero y duro, que tiene un gran alcance A menudo varios arrendajos corean estos gritos y tal parece como si estuvieran peleando entre ellos. Durante la época de reproducción emite otros variados sonidos, algunos de forma sostenida y que bien pudieran ser el verdadero canto de este pájaro. Aunque muchos ornitólogos creen que este canto, aunque más bien podríamos decir que es una sucesión de gruñidos, con los que el macho llama la atención de la hembra antes de la construcción del nido forman parte del cortejo nupcial. Sin embargo, a partir de mediados de abril, dejamos de oír a nuestros arrendajos ya que en cuanto empieza la puesta su canto es más tenue y discreto, llegando a desaparecer de los sonidos del bosque cuando los huevos están el nido. Hay que darse cuenta que cuando los huevos están en el nido o los pollos ya han nacido es muy lógico el volumen de sus cantos baje notablemente para evitar llamar la atención de los predadores.
Resaltar que el nombre del arrendajo proviene del español "remedar", cuyo significado es imitar algo, hacerlo semejante a otra cosa. El nombre es el adecuado ya que los arrendajos son capaces de imitar los sonidos de otras aves, otros animales e incluso maquinas, bocinas o sonidos de teléfonos móviles. Esta habilidad la usa en beneficio propio muchas veces, como ejemplo podemos exponer una conducta muy inteligente por parte de esta ave, cuando encuentra una fuente de alimento y no desea compartirla con otras aves imita el chillido del azor, del ratonero o el maullido de un gato, todos ellos depredadores de aves, y las otras aves al oír ese sonido huyen rápidamente del lugar.
Pero fue de esta época los arrendajos son muy parlanchines y fuera de la época de cría pueden verse, y sobre todo oírse, grupos familiares de hasta 30 individuos, que suelen asentarse en determinados lugares del bosque. Cuando se agrupan en estos bandos son fácilmente localizables por la algarabía que montan a base de graznidos, vuelos y revuelos por entre los árboles moviéndose con mucha pericia entre ramaje del bosque.
Esta característica de ser un ave ruidosa, aunque muy esquiva, junto a su preferencia por las bellotas hizo que Linneo le bautizara como Garrulus glandarius. Garrulus en latín se aplica a las aves que cantan mucho, gorjean o charlan; y glandarius significa perteneciente a las bellotas. Podríamos decir que Linneo decidido bautizarlo como el “Parlanchín bellotero”.Los nidos los realizan en las ramas de los árboles o en arbustos, su construcción es sobre todo a base de palos y ramas secas con bastantes raíces, las más gruesas formando la base. El resultado suele ser un nido muy plano con la capa interna consistente en finas ramas de árboles caducifolios y el hueco forrado con tallos, hierbas o fibras. Los arrendajos buscan con preferencia ramas gruesas en su unión al tronco principal del árbol para situarlo entre 1,5 y 8 metros, aunque excepcionalmente se han encontrado nidos a más de 20 metros. En la construcción del nido participan conjuntamente macho y hembra.
La puesta consiste 3 y 6, pero si el nido es depredado la siguiente puesta no suele pasar de tres. Los huevos muestran poco brillo y están moteados en un color que puede ser verdoso, pardusco o de color arena, con motas que pueden ser muy densas y distribuidas uniformemente o aparecer lavadas, dando a los huevos una apariencia monocromática. La puesta se realiza a intervalos de 24 horas y la incubación tiene lugar a partir del tercer o cuarto huevo. Macho y hembra incuban alternadamente, pero más tiempo pasa en el nido la hembra, y dura 17 días. Al nacer los pollos carecen completamente de plumón y el interior de sus bocas es de color rosa pálido, son cebados por ambos adultos y dejan el nido a las tres semanas. Una vez que abandonan el nido los jóvenes y los adultos vagan por el bosque hasta llegado el mes de septiembre, que es cuando los jóvenes han completado la muda del plumaje, y es en ese momento cuando se unen a otras familias de arrendajos y pueden llegar a formar grupos numerosos.
La puesta de huevos puede ser depredada por ardillas, urracas u otros arrendajos. Pero con la incubación y cuando el dosel de hojas del árbol está completamente cerrado, la probabilidad de pérdidas disminuye. La edad máxima determinada para los arrendajos euroasiáticos es de 17 años tanto en libertad como en cautividad.
En la Península es posible encontrar tres subespecies: Garrulus glandarius lusitanicus, que se extiende por el norte de Portugal hasta Galicia y las provincias occidentales de Castilla y León; Garrulus glandarius glandarius, repartida por el norte peninsular hasta los Pirineos occidentales; y Garrulus glandarius fasciatus, que contacta con la anterior y ocupa toda la franja mediterránea y el centro peninsular hasta alcanzar el oeste de la Península, donde gradualmente da paso a lusitanicus.
Hasta mediados del siglo XX el arrendajo fue perseguido como una supuesta plaga forestal, por comerse las frutas de los huertos y como predador de nidos de especies de aves de caza. Su caza fue apoyada con el pago de primas por individuos muertos. Aquí tenemos otro ejemplo del egoísmo de los cazadores que quieren que todo en la naturaleza este únicamente para su disfrute.Actualmente la gran amenaza para esta especie es la destrucción de los bosques y en especial los incendios forestales.
El arrendajo al igual que casi todas las aves forma parte del acervo cultural de los pueblos y por lo tanto es protagonista en muchas leyendas y dichos.
Uno que me resulta especialmente gracioso es el nombre común que le otorgan en Pavías, provincia de Castellón, allí los arrendajos son conocidos como “valencianos” porque su grito de alarma se parece al típico “¡Cheee!” con que saludan en Valencia.
En Cataluña algunas leyendas cuentan que fue el arrendajo el que convenció a Judas Iscariote para que revelara a los miembros del Sanedrín el lugar donde podían capturar a Jesús sin que sus seguidores interfiriesen, tal como había anunciado el propio Jesús durante la Última Cena. (Mateo 26:14-75 y Lucas 22:20).
En Asturias al arrendajo se le conoce como gayo y hay un dicho popular que se utiliza para callar a las personas que se ponen muy pesadas o que gritan mucho. “Calla que pareces un gayo”.
Y para finalizar un cuento catalán recopilado por Joan Amades en Sant Esteve de Castellar en 1918 que explica por qué el arrendajo tiene plumas de toda clase de colores.
“Un día el arrendajo engañó a la urraca. Cuando los demás pájaros lo supieron se reunieron en consejo para ver que castigo merecía el malvado; el tribunal lo condenó a la pena capital. Como era costumbre lo desvistieron del todo antes de darle muerte, pero cuando ya estaba desnudo, se dieron cuenta de que no habían participado todos los pájaros en el consejo que lo había juzgado: el cuco, que no llega hasta la primavera, había estado ausente y pensaron que era necesario esperar su vuelta para ejecutar la sentencia, de modo que nadie pudiera decir que no habían sido respetadas las leyes.
Cuando llegó el cuco, se le puso al corriente del problema y dio su opinión: no hacía falta matar al arrendajo que ya había sufrido suficiente castigo pasando el invierno desnudo. El cuco fue escuchado y todos aceptaron su punto de vista.
Para que el arrendajo pudiera vestirse de nuevo, cada pájaro le dio algunas plumas. La urraca fue la que más le dio, para mostrarle que no le guardaba rencor. He ahí por qué el arrendajo tiene toda clase de plumas de diferentes tamaños y colores variados, son las que le dieron los pájaros, pero sobre todo hay negras, son las de la urraca que resaltan porque ella le dio más.”