Porque la emoción naufraga
como luna sin órbita
alrededor de mis palabras
y ellas mudas, tartamudas
no dicen
una sola de mis sonrisas.
Y escuchan calladas
el ladrido de un perro triste
que aúlla a la luna
que ha escondido su rostro
para ellas.
Y ciegas de impotencia
pelean con sus intestinos
tratando de parir un sentimiento,
de alumbrar una intuición.
Desconocen la inercia del deber
y porfían testarudas
contra ellas mismas.
Sudorosas, transparentes, amorosas
no dicen nada
sienten