Ilustración: Tomás G. Michel
El fatídico proceso histórico de Puerto Rico, le ha posicionado —geopolíticamente hablando— en el desfase de dos culturas. Dicho pueblo, ha sido golpeado por entidades ajenas a su naturaleza, ha visto su sano desarrollo afectado. Esta postura, no hubiese sido posible de alcanzar sin el embate que le acaeció por manos intrínsecas, que asistían el asedio; unos motivados por la avaricia y otros por la vil ignorancia. Se ha empleado el fraude, el engaño y el encubrimiento de la verdad y de las realidades, para poder llevar a cabo dicho cometido: el dominio hegemónico, infeccioso y degradante. Y a disposición de este, ha trabajado la instrucción nacional, en base a una agenda de adoctrinamiento sesgada, en la que se obvia información de interés general, se manipulan perspectivas y se domestican las “ovejas” para la mansa movilización hacia el matadero. Como consecuencia, no se puede esperar ver demasiadas personas manejando la verdad y he aquí el cimiento del ocaso social, político y económico que domina la actualidad.
El orgullo coloquial por lo autóctono (lo de aquí), es sin duda alguna un tema polémico contrastado con la realidad que enfrenta, pues no parte del vértice más adecuado, ideológicamente hablando, una postura contradictoria sin duda alguna. El orgullo por un boxeador al momento de ganar una pelea y bandea de un lado a otro la mono-estrellada, cuando gana una miss Puerto Rico el certamen de miss universe o cuando un cantante o artista pop, se destaca a nivel internacional. ¿Por qué cosas tan irrelevantes, que afectan tan poco la población, merecen tanta atención, en comparación con asuntos que si lo ameritan? ¿Es esta la manera de distraer el público de lo que verdaderamente importa? Peleas de gallos, certámenes, competencias. Una cosa es la xenofobia, a la cual no me refiero ni remotamente, pues no trae consigo venturas, pero por que no un poco de espabilamiento. Como es posible no estar vendado ante tan atroz destino. Como es posible que demos por acertadas las discursivas que arremeten en contra de la dignidad de este pueblo. Se achaca el descenso socio-económico a la supuesta vagancia de un país entero, cuando la realidad es una consecuencia de ser victimas de los imperios, en la empresa de desfalcar las colonias para aumentar sus dominios y riquezas. Un derrocamiento físico, ideológico y emocional al poderío insular. Incautamientos metódicos de los recursos y damnificación de los medios productivos que prometían ser móvil de progreso. Ver la población reducida a ser solo mercado comprador obligatorio, al no ser auto-sostenible en aspecto alguno. Adquiriendo una capacidad de carga tan pobre, que hoy en día se pueden observar como exagerada parte de la población se ve obligada a emigrar en busca de un mejor futuro. Uno que su madre tierra no puede ofrecerle, y desafortunadamente —al carecer de proyecto de país— no pueda brindar en un futuro próximo.
Puerto Rico ha sido engañado. Se le han untado brebajes que no curan el gran mal que le estropea. Pero como hacerlo, cuando el aparato legislativo local es la payasada más agrande habida y por haber. Si el pueblo es educado a tener lo propio como menos importante o de menor calidad. Se le ha puesto una venda, que le impide pensar por sí mismo; que solo permite ver al ciudadano, lo que sea necesario para sus domadores. Mahatma Gandhi decía: “No me asusta la maldad de los malos, me aterroriza la indiferencia de los buenos.” Y de hecho nunca va a faltar el depredador que intente masacrar al indefenso, mas es el deber del mismo el intentar defenderse. Y su vida y obra, es la más viva ejemplificación de que no todo los objetivos se logran a mano armada. Hay diversos medios de como terminar con la injusticia social y el primero es abrir los ojos.