Hace un tiempo, se estrenaba la película Objetivo: la Casa Blanca. En Cintas Perdidas, la crítica de aquella película se tituló ‘La fórmula de la Coca Cola’. Bien. En esta ocasión, ésta se titulará ‘La fórmula de la Pepsi Cola’. ¿Algo más para decir? Sí, otra vez. Lo han hecho. Han vuelto a realizar una película donde la Casa Blanca es atacada. Dirigida por Roland Emmerich (Día de la Independencia y 2012, entre otras), el filme presenta pocas novedades (mejor dicho, ninguna) respecto al típico ataque al corazón de Estados Unidos que siempre se imagina.
La situación es así: Jamie Foxx es Obama -que no sale mal parado en la historia-, Tatum es aspirante a miembro de la seguridad del presidente y la niña de ojos bonitos (Joey King) es la hija de Tatum que queda atrapada en un atentado dentro de la Casa Blanca junto a su padre cuando estaban haciendo una visita guiada por dentro del edificio. Todos los elementos están servidos para el caos, la acción, los fuegos artificiales y el heroísmo desmedido. Visto este panorama tan original y tan novedoso, la pregunta es: ¿qué pasará? La respuesta es simple. Si la intención es entretenerse, las poco más de dos horas de películas y sus mil y un detalles logran que el espectador pase un rato envuelto en peleas y situaciones límites. Si la intención es ver cine de calidad o diferente… la opción es elegir otra película de la cartelera.
Algunos buenos toques de humor (Obama-zapatillas-Jordan) logran desviar la atención en una trama que introduce un ataque planeado desde dentro de la Casa Blanca. Ni el todo-lo-puede (en serio, todo-todo-lo-puede) Channing Tatum ni el soso papel de Foxx pueden disimular las carencias de un filme que tiene como piedra angular la venganza de un líder negativo que planea todo el tinglado como es el Jefe de Seguridad del Presidente, hombre de máxima confianza que por motivos personales elige este ¿cruel? camino en sus últimos días de trabajo antes de jubilarse.
Asalto al Poder hace que el espectador se pregunte cuántas veces serán capaces de crear productos más vistos que la Coca Cola… o la Pepsi Cola. Para la visualización de estas películas, uno debe saber qué está dispuesto a ver. Con los elementos básicos de la heroicidad americana y una Casa Blanca tomada e incendiada, Emmerich no logra convencer y cae en la exageración permanente tanto en el guión como en una cantidad de escenas excesiva.