Para terminar con este análisis que tanto interés causó en la población mundial, resta decir que cuanto mayor era la superioridad del Barcelona en el juego, aumentaba también la brusquedad del Real Madrid. Es entendible teniendo en cuenta el cansancio, la impotencia que se siente cuando, formando parte de uno de los equipos más grandes del mundo, el otro te mueve la pelota y te hace correr detrás de ella. Y especialmente cuando no hay en el equipo un liderazgo positivo que guiara por un buen camino más allá de la imposibilidad de imponerse en el juego. Cuando entró el amigo Mesut Özil ya era tarde para recuperar la compostura, y el partido estaba sentenciado.
Vale aclarar también que curiosamente el Barcelona entró en el juego del Real Madrid y si bien continuó dominando incurrió en la brusquedad más de lo normal y en la simulación toda vez que los jugadores sentían la ráfaga de viento impulsada por algún jugador vestido de blanco que pasaba cerca. Es muy difícil contrarrestar la brusquedad si no es con una saludable dósis de argentinismo. Digo, azulgranismo.
A ver qué pasa mañana, esperemos que el Real Madrid intentara ganar con la pelota, para lo que será necesaria la inclusión de Özil, de Kaká, de Ronaldo, de Benzema, de Callejón, y de Higuaín, desde el comienzo. De lo contrario, poca vida le veo en la copa al equipo de Mourinho. Hablar de Pepe, para qué, es lo único que han hecho en la gran mayoría de medios de comunicación que conocemos. Pa' no tener que hablar de fulbo, ¿vio?.