“El cante de Camarón era una besana llena de flores de mil colores y el de Juan Talega, la tierra”
Definición que dejó El Cabrero, hace poco, en una reunión en casa, con Pedro Miño y Eduardo Izquierdo. Me pareció oportuna y la anoté de inmediato. Lo vengo haciendo desde el 72, tras nuestra primera conversación en Ginebra. Entonces, hablando del campesino andaluz y el habitante de las grandes ciudades como Madrid, París, Roma, que él acababa de descubrir, me soltó un par de frases que me dejaron perpleja: estaba parafraseando al Zaratustra de Nietzsche! Se lo dije…
“¿Quién es ese Niche?” Me confesó que era casi analfabeto y que sólo había leído, con dificultad, alguna novela de Lafuente Estefanía, en la mili. Hasta altas horas de la madrugada lo escuché, intrigada, preguntándome de qué madera estaba hecho aquel “analfabeto” para hablar con tanta lucidez, concisión y hondura de temas trascendentales.
Pensaba comentarlo, por la tarde, en la tertulia de Herrera Petere[1] pero, cuando intenté anotar alguna frase, al despertarme, no las recordaba con suficiente precisión. Me sentí frustrada y decidí, en el futuro, enmendarlo.
Y lo hice: durante toda nuestra convivencia, si algo en su discurso me llamó la atención, lo anoté, en cualquier circunstancia, hora y lugar. A la vez que el cuaderno se llenaba de contenido, opté por poner una pequeña grabadora en la mesita de noche y recoger nuestras larguísimas conversaciones, esas que comenzaban de madrugada, cuando se dormían los niños, y acababan, a veces, al alba. Con esto y mi diario personal, en pocos años tuve material para una biografía. Aún así, le pedí a varios amigos, en distintas épocas, que lo entrevistaran sobre temas que quedaban por tocar o no habían sido suficientemente desarrollados. Y ahora sí tenemos mimbres sobrados para hacer la canasta.
Todo esto para anunciar, a quienes la vienen reclamando desde hace tiempo, que pronto podrán tener en sus manos, una biografía de El Cabrero amplia y bien documentada. Y, como no podía ser de otra forma, contada por él mismo. Os dejo un adelanto:
(pregunta)
“Eleuterio Díaz, enviado a la ocasión de Jesús Quintero, refirió, tras vuestro encuentro, que se había sentido muy identificado contigo especialmente por la definición que le hiciste de tu infancia: “Me crié a fuerza de jinchonazos y de pasar los caminos rápido”. En términos parecidos describes tu niñez, en numerosas coplas, muy especialmente en Como el Viento de Poniente. El tema ha sido una constante en tu repertorio en directo durante toda tu carrera. Hay quien opina que tu infancia no fue diferente a la de tantos niños de tu generación en la Andalucía rural de aquellos años”
El Cabrero:
“Fue diferente porque yo siempre, desde que tuve un atisbo de razón, fui un rebelde. Y como mis viejos no estaban dispuestos a tolerar la menor desobediencia y menos aún que yo me tomara la justicia por mi mano, me castigaban duramente… por eso fui diferente a la mayoría de los niños de mi tiempo porque, a cambio de mi insumisión, supe lo que era la represión desde la escuela de párvulos… La maestra tenía varas de todas las dimensiones y siempre al alcance de la mano y pegaba fuerte en los dedos… pero yo tenía chinos en los bolsillos y por cada palo, una pedrá. Se quejaba a mi madre y mi madre, encima, también me pegaba. Y yo, seguro de mis razones, porque siempre era la maestra la que pegaba primero… yo sólo me defendía
Yo hacía cosas que no hacían los otros niños y por eso “siempre fui esa oveja negra”. No levantaba un palmo del suelo que me mandó mi madre a comprar pan a casa de uno que le decían Bigotes y que vendía pan y pescao frito. Entonces las mujeres andaban en el tajo, como los hombres, escardando garbanzos, rozando monte… Al anochecer, al dar de mano, venían todas con mucha prisa y Bigotes las iba complaciendo según llegaban y yo, que no alcanzaba el mostrador, media hora esgañitao, pidiéndole un kilo pan… cuando se fueron todas y me dio el pan, se lo tiré a la cabeza y cuando mi madre vio llegar a aquel Bigotes diciendo a grito limpio que yo era un criminal, otra paliza… y sin preguntarme por qué lo había hecho… Yo reaccionaba así ante la injusticia, con los medios que tenía.
Y dices tú que tengo muchas letras que hablan de esto ¿De qué voy a hablar? ¡De lo que he vivido, de lo que veo, de lo que pienso y lo que siento! Ya que mientas “Como el Viento de Poniente”, ese tema, es el que mejor me define. Es cierto que nunca me fié de aquellos libros, ni me gustaron nunca las sotanas y el día del Corpus era la ocasión para hartarme de brevas en el corral de la vecina… porque todo el pueblo estaba en la procesión… en eso, también era diferente a los otros zagales“
(Pregunta)
No debía de ser corriente en aquella época, ni creo que lo sea hoy, que un niño de tan corta edad, cuestione la religión y rechace sus símbolos y tradiciones, sobre todo cuando éstas solían ir asociadas a todo tipo de festejos… ¿Se puede decir que tú te sientes ateo desde niño?
El Cabrero:
“Yo, hasta hace poco, no sabía lo que quería decir la palabra ateo. Como en la política, en religión veo y escucho y luego hago lo que siento. La religión, lo mismo que ahora, iba de la mano de la fiesta y del MIEDO. ¡Ponlo con letras grandes lo del miedo¡ En Semana Santa, no tenías cojones a cantar, ni a silbar… pero, es que a mí se me ocurrió hacer sonar un cencerro un viernes santo y me dio mi padre dos guantás, porque “le iba a buscar una ruina” … Miedo, mucho miedo… porque ellos saben que la gente obedece a la jambre y al miedo ¿O no? La Iglesia, como el poder, son expertos en dosificar el hambre y el miedo para que el ganao obedezca al silbido. A mí siempre me pareció la religión una traba para la mente y un represor más. En la mili, por no ir a misa, me metían en el calabozo. Y, la primera vez que un cabo me dio una guantá, salí corriendo detrás de él y el cobarde se metió en el cuarto de armas y cogió un CETME y yo diciéndole que apuntara bien porque, como me dejara vivo, no daba un duro por su pellejo…”
Apasionante, la biografía y el personaje. Pronto nos pondremos al trabajo para el que cuento con la colaboración de Eduardo Izquierdo[2], que acaba de publicar una novela basada, precisamente, en el personaje de El Cabrero. Sobre ella os hablaré en los próximos días.
[1] José Herrera Petere. Poeta, comunista, republicano exiliado y gran amigo.
[2] “Debo ser muy buena presa… “ Novela publicada por Lupercalia Editorial http://www.libreriaalberti.com/libros/debo-ser-muy-buena-presa-cuando-tengo-tantas-escopetas-apuntandome-cuando-tengo-tantas-escopetas-apuntandome/9788494163920/
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