«La primavera, la sangre altera». Aquí arriba los únicos que nos alteramos somos nosotros porque la primavera no viene.
La estación ansiada pasa de largo por estas latitudes. Ya lo decía mi güela: n’Asturies, del invierno pasamos directamente al verano. Ansina ye.
La parte positiva de esta ausencia es que nos libramos de la astenia primaveral, la depre y otras chungueras que la de Vivaldi trae consigo para algunos congéneres. En la asteria —eufemismo de «flojera», de «tar gachucu»— no caeremos, pero, en su lugar, nos entra una mala H con este plantón que la primavera nos da….
Primavera en el Norte.
Ahí estamos todos volviendo a sacar el abrigu (que ya habíamos retirado hasta el invierno siguiente) con ese rayín de sol que nos cameló con su rácana caricia. Anda que no somos bobonos ni na por aquí arriba.
Yo creo que a los guajes, en la clase de Llingua, o en la de Cultura asturiana, teníen que enseñay-os que aquí no hay más que tres estaciones: Branu, Seronda e Iviernu.
Y, si me apuráis, y ayúdame el cambiu climáticu a reforzar esto que digo, na más que dos: Branu e Iviernu y puntu pelota.
Somos así de chulos.