Marcha en la Quinta Avenida de Nueva York a favor de Israel, 2013 (ver más imágenes).
Los partidarios de la libertad nos acostumbramos a ver de qué pie cojean los creadores de opinión. Y en el tema de Israel nos ponemos una pinza en la nariz, cambiamos de canal o pasamos página (si es que alguno todavía sigue tirando el dinero en periódicos). Es conocido que entre los creadores de opinión triunfan las tesis progresistas, que una vez pasadas el filtro de la decantación de las ideas subyacentes, se quedan en un resentimiento antiamericano, antisemita, provinciano y profundamente antiliberal. Este resentimiento, que es la base de las ideas que hoy transmiten a nuestros hijos en las escuelas, lo vemos en todas partes. Por ello, oponerse a él tiene cierto halo de resistencia romántica (cosa que a su vez genera riesgos endogámicos).El caso es que a cada momento que pasa, estos provincianos resentidos intentan ir un pasito más allá. Si con el tufo de las noticias antiisraelíes que pueblan toda la prensa (las excepciones son oro puro que hay que proteger y cuidar) no teníamos bastante, ahora ya vemos excrecencias antijudías pasar como algo normal.
Atiendan a esta deposición aparecida en un periódico de tirada nacional:
No cometeré el error de meterme con el autor. Tampoco me meteré con la escoria humana —con perdón— que dio el visto bueno para publicar este engendro. De nada valdría, llevan años así y son tan solo un síntoma. Yo quiero meterme con la esfera de experiencias y nube de percepciones que hace que esto sea aceptable para un ser humano.
Aunque por mucho que quiera meterme con esa nube, jamás podré hacerle mella. No se puede luchar contra el estado gaseoso de las ideas. Pero qué diablos, hay peleas en las que importa más hacer acto de presencia que ganar. Sobre todo porque igual la mera presencia anima a otros a unirse y eso es lo que al final puede dar la victoria.
El cohete como icono sagrado es una referencia distópica que en Gaza se hace real.
No se trata ya de argumentar que los terroristas palestinos ensamblan sus cohetes en escuelas, los almacenan en hospitales y los lanzan desde el techo de las guarderías (incluso de guarderías de la ONU). A nadie le importa demasiado que Israel avise a los civiles gazatíes antes de una operación. De los derechos y libertades que hay en Israel en contraposición a la dictadura de dolor, oprobio y asfixia a los que someten los terroristas a los palestinos ya ni hablamos.La contienda intelectual, cuyo fin es provocar un estado de opinión, ya no tiene lugar en los pormenores de la guerra o en el conflicto árabe-israelí. Ahora empieza a tener lugar en el punto en que hay que reivindicar lo evidente: que ningún grupo humano por nacer en un sitio, por tener pasaporte de un país o por profesar una religión alberga una calidad diferente a cualquier otro grupo humano aleatorio.
En otras palabras, estamos en el punto en que hay que reivindicar la no discriminación a los judíos. Bueno, en general, la no discriminación a cualquiera. Porque también es curiosísimo cómo todas las vicetiples que rellenan columnas u opinan en la prensa diciendo lo malos que son los judíos porque tienen algo ancestral malvado en su sangre, no tocan en absoluto los actos de genocidio que los terroristas están cometiendo en Irak recientemente (y en Pakistán, en Nigeria, en Mali, en Sudán, etc).
Los ignorantes serviles del Estado Islámico echan de sus casas a los cristianos del territorio que les dejamos controlar en Irak, y a quien se niega le cortan el cuello. Como si la vida humana no valiera nada. Dicen que están marcándolos con la N de "nazareno" como si fueran ovejas, ganado, como hacían los nazis.
Y esta vez no hay Godwin que valga. Marcan las casas de los cristianos, los desahucian y se quedan con ellas. A quien protesta no lo llaman para entrevistarle en la tele, lo ejecutan y a otra cosa.
Ese es el valor de la vida humana que dan unos tipos a los que está mal visto que llamemos enemigos. Pues bien, yo creo que son nuestros enemigos y que hay poca diferencia entre los malvados que ocultan sus cohetes en hospitales de Gaza y los malvados que arramplan con dos milenios de cristianismo en Mosul. Y esto no tiene nada que ver con que accidentalmente ambos grupos sean musulmanes, yo no ignoro que los musulmanes también son víctimas en sitios como Birmania o Sri Lanka. La discriminación puede ser fomentada por una religión pero también por una política o por prejuicios. Da igual la explicación o la excusa, la discriminación seguirá ahí si no se para.
Tribunas del doctor Goebbels que pueden aparecer en la prensa y pasarían por artículos de opinión respetables:
- Los judíos son culpables (Das Reich, 16-XI-1941)
- La guerra y los judíos (9-V-1943)
- Mimetismo (20-VII-1941)
¿Ese morenito de ahí también es un Benedict?