
Laura está tranquilamente en la cama preparada para irse a dormir y de repente, sin motivo aparente, todo cambia. Comienzan las palpitaciones, la sensación de falta de aire, de no poder respirar y el miedo irracional, entre otros síntomas. Probablemente, Laura haya sufrido un ataque de pánico o una crisis de ansiedad. Estas crisis varían según la persona y, como en el caso de Laura, pueden aparecer sin ningún motivo, mientras que otras veces son otras circunstancias las que provocan el ataque, como el propio miedo y la preocupación de una persona que ya ha pasado por uno y teme que vuelva a ocurrir: esos sentimientos pueden desencadenar un nuevo ataque.“Los síntomas de una crisis de pánico son muy típicos”, explica Jerónimo Sáiz, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal, en Madrid. “Son muy violentos, muy súbitos, muy intensos y rápidos y producen mucho malestar”. El experto indica que en muy poco tiempo los pacientes tendrán palpitaciones, sensación de taquicardia, de falta de aire, de opresión en el pecho y sudoración. Pueden notar náuseas o dolor de tripa y tener sensación de mareo. Sin embargo, aunque los pacientes suelen describir esta sensación de mareo, en realidad Sáiz especifica que más que mareo es temor a marearse. Otros síntomas que pueden aparecer es una sensación de inestabilidad o aturdimiento, miedo a perder el conocimiento, hormigueo y entumecimiento. Por otro lado, además de los síntomas físicos también pueden aparecer algunos psíquicos, como la sensación de que las cosas no son reales alrededor de uno mismo o que tiene un aspecto que no reconoce. Por último, está el miedo a perder el control o volverse loco.Estas crisis de angustia y ansiedad no son nuevas ni su incidencia ha aumentado con la crisis. Aunque es cierto que todos los factores tienen que ver y estar sometido a un estrés continuo, perder el trabajo o la casa puede aumentar el riesgo de tener un ataque de ansiedad. Sin embargo, ajenos a esos factores hay otros que complican las crisis de angustia, tal y como señala Saiz: cuando los pacientes las sufren tienen la percepción de que tienen un problema físico, en lugar de uno emocional. “Es decir, creen que están padeciendo una enfermedad muy grave, como un infarto de miocardio, que pone en peligro su vida”. A esto, también se le suma que en la mayoría de los casos la gente desarrolla los llamados síntomas de evitación, que no son otros que síntomas fóbicos por los cuales empiezan a tener un miedo irracional y exagerado. “Este temor está relacionado con la creencia de que si tenemos un ataque cuando estamos solos no vamos a recibir ayuda. De ahí viene la agorafobia y otra serie de limitaciones que pueden afectar a las personas y que son evidentemente invalidantes e importantes”, añade.