Revista Toros

Atracón de corrida moderna

Por Malagatoro

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Cuando el toro se derrumba, también lo hace la Fiesta.


Servidor de ustedes, ayer en Torremolinos se metió un atracón de corrida moderna, hasta el hartazgo y la indigestión.

El que debiera ser el protagonista de la Fiesta, el toro, quedó reducido en Torremolinos a su mínima expresión. El encierro de Osborne estuvo mal y desigualmente presentado, con animales anovillados, sin rematar, que hicieron estentórea manifestación de falta de raza y de fuerzas, con varios ejemplares inválidos que rodaron por el albero. Eso si muy nobles los animalitos. Salvo el primero, un chiquitín que se tapaba por la cara, el resto desprendían aroma a aftershave y el quinto hedía. Pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Porque si en Valencia y en Huelva, Juli y Manzanares, las salvíficas figuras (¿?) de la Tauromaquia 2.0, se enfrentan a sucedáneos del toro de lidia y salen a hombros cual gladiadores victoriosos en el férreo combate ante la bestia, qué quieren ver salir por los chiqueros de una plaza como la de Torremolinos, acuciada por la crisis y a la que asisten mayoría de turistas y público festivalero sin el mínimo nivel de exigencia. Pero de seguir esto así, ni esos, porque estoy seguro que muchos de los foráneos que ayer fueron por vez primera a ver una corrida de toros (¿?) no repetirán, porque no nos olvidemos, son turistas pero no tontos. El resto del personal, que poblaba un tercio de plaza, eran vociferantes personajes que clamaban por las orejas y seguidores y amigos de los toreros, que ya se sabe que para ellos el toro tiene una importancia secundaria, por no decir ninguna. Esos que sistemáticamente justifican todo a los toreros, donde lo importante es la palmada en la espalda y la foto con el coleta de turno, y que no tienen ningún respeto por una parte esencial de la liturgia taurómaca: el toro.

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¿A qué fueron los picadores? A pasearse en el jaco, cubriendo el expediente con un picotazo que no sirve ni para un análisis. Los mosquitos que pululan por esta época hacen más sangre. Así que, los del castoreño, realizaron el mayor esfuerzo a la hora de vestirse y ponerse los hierros.

¿Y torear? Pues tampoco. Siempre entendí, pues así me lo enseñaron quienes me precedieron, los grandes tratadista que de ello escribieron y así he tenido la suerte de verlo, aunque ya va quedando en el recuerdo, que el toreo es la capacidad que tiene el torero de someter a un toro que embiste con intención de coger, y que en función de las condiciones del burel, el sometimiento debe hacerse de la forma más estéticamente posible y con el máximo riesgo, esto es, dando las ventajas al toro, sin sufrir percance alguno. ¿Dominar a lo que ayer salió al ruedo de la plaza de Torremolinos? ¡Pero si ya venían domeñados! ¿Para qué la técnica? Sin esta necesidad no puede haber toreo, llámenlo como quieran, pero no hay toreo cuando  la estética, como ocurre en la corrida moderna, deja de ser un valor añadido y se convierte en pilar básico de la tauromaquia.

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Juan Bautista recetó ayer todo un compendio de toreo brusco, basto. No llevaba una muleta sino un látigo. No es el temple virtud que adorne al francés. Con el cuarto, el mejor del festejo en presentación y condiciones, no dio una a derechas, además de tener el feo detalle de quitarse las zapatillas sin venir a cuento y arrojar el estoque a la arena en un momento de la faena. Nos propinó toda una lección de trapazos y destoreo. Mal el galo, que demostró porque está donde está y que aquellas pretéritas actuaciones en Madrid fueron el sueño de una noche de verano. A pesar de ello le concedieron dos orejas, lo que le valió la salida por la puerta grande. La primera con la inestimable ayuda de la insultante parsimonia de los mulilleros y de su cuadrilla pidiéndola de forma ostensible. Censurable y sancionable. ¡Se habrá ido contento monsieur!

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El mexicano Arturo Saldivar, tiene planta y gusto, y maneja con soltura el capote. Con el primero lo intentó, pero el burel se quedaba corto y por el pitón izquierdo protestaba por la falta de fuerzas. Para que no digan, cortó una oreja que es de lo que se trata. El quinto era un animal tullido e impresentable de pitones.¡Ya no hay barberos como los de antes! Transmitía muy poco, se defendía cabeceando al final del pase y acabó parándose. Anduvo decidido pero alargó la faena innecesariamente, otra característica de la corrida moderna, y recetó un mitin con la espada; cinco pinchazos, un aviso, y entró a descabellar antirreglamentariamente, pues previamente no había clavado el estoque. Otro detalle de la corrida moderna, pasarse el reglamento por el forro. Pero claro, es que algunos no nos damos cuenta que estos jóvenes deben mirarse en el espejo de las figuras también en eso, como en El Juli, que en Huelva salió antirreglamentariamente por la Puerta Grande sin haber cortado el mínimo de apéndices requerido para ello. El dadivoso público le ovacionó y saludó desde el tercio. Decían por el tendido, ¡qué pena que no pudo cortar la segunda oreja! Si, una pena, penita, pena.

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David Galván hizo lo más destacable de una tarde para el olvido, en el toreo de capa al sexto. Verónicas de enjundia, de compás abierto y manos bajas, manejando el percal con temple y rematando con una media belmontina de buena factura. El animal muy flojo y descastado, no humillaba. Tras un inicio valiente por estatuarios y pases cambiados por la espalda, hubo muchos altibajos en la faena, con abuso de pico muleteril, eso que ahora algunos glosan como  virtud, y toreo citando fuera de cacho, expulsivo y de poco ajuste, alternando con otros de mano baja y temple, trayéndose toreado al cornúpeta. El burel acabó rajándose y en tablas vino el éxtasis en los tendidos, con los desplantes y las morisquetas que fueron muy ovacionadas. El cuarto era otro flojeras muy descastado, en el que le anotamos unos buenos naturales y sin demasiadas opciones. Como no, como también se estila, también alargó la faena con algunos mantazos a modo y finalizó con las consabidas manoletinas. Recuerdan aquello de “palmas a la brevedad”. Otra oreja y por la Puerta Grande. Con esta son tres las ocasiones en las que le he visto y sigue sin convencerme. Aunque la de hoy no se la voy a tener en cuenta porque no tuvo toros como oponentes. Pero como siga por este camino, tan cuidado y ante este tipo de ganado, mal lo llevamos. A ver si tengo más suerte en la siguiente.

Lo dicho, todo un atracón de corrida moderna. Ahora a dieta para reponerse, que viene la feria de Málaga y hay que estar preparados por si se da el caso, que me temo será muy probable y en más de una tarde.

Paz y Salud

Pepe Pastor


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