La ausencia y la muerte es un tema recurrente en el arte. Sobre todo la que concierne a la desaparición de un ser querido. Se trata en la mayor parte de los casos de un exorcismo del sentimiento de pérdida a través de historias que de una u otra forma se acercan a la realidad dura del dolor y la supervivencia. La poetisa norteamericana Meghan O'Rourke, que escribió su libro de poemas "The long goodbye" (2011) tras el fallecimiento de su madre víctima del cáncer, definía su experiencia en la traslación poética de su dolor como "una respuesta orgánica a la pérdida". La ausencia puede también provocar secuelas psicológicas. Al escritor Francisco Goldman, tras la muerte de su mujer, la escritora mexicana Aura Estrada, le diagnosticaron estrés postraumático. Y en mitad del proceso de recuperación, escribió "Di su nombre" (Sexto Piso, 2012), que se convirtió en la mejor forma de conjurar el sentimiento de la pérdida.
Algo parecido le ocurre al protagonista de la película Demolición (Jean-Marc Vallée, 2015), un exitoso broker cuya vida (que también descubriremos que no era tan perfecta como parecía) se desmenuza tras la muerte de su esposa. Y cuya única herramienta para enfrentarse a la pérdida es la destrucción (que desemboca en autodestrucción) de todo aquello que formaba parte de su vida. Una especie de punto de inflexión escrito con talento por el guionista Bryan Sipe e interpretado con rigor por el actor Jake Gyllenhaal, que tiene el contrapunto perfecto en esa tabla de salvación en la que se convierte el personaje al que da vida Naomi Watts. En cierto modo casi como aquel proceso de liberación violenta que protagonizó Michael Douglas en Un día de furia (Joel Schumacher, 1993), aunque en un sentido menos psicótico, Demolición plantea una catarsis del personaje que rompe con toda su vida anterior, como respuesta a esa ausencia que se convierte en catalizador de su sentimiento autodestructivo.
Al protagonista de la serie River (BBC, 2015), la pérdida de su compañera de trabajo le provoca también una neurosis, que el actor Stellan Skarsgård construye con maestría. Esa ruptura abrupta provoca la fragilidad mental del inspector, que se embarca en una obsesiva búsqueda del asesino de su compañera mientras la imagen de ésta le acompaña literalmente más allá de la muerte. Y es el retrato psicológico de este personaje, que bordea los límites de la locura, el que otorga un especial interés a uno de los policíacos revelación de esta temporada. John River acaba comunicándose mejor con los muertos que con los vivos, porque aquellos pueblan su mente herida por la pérdida y el dolor. Esta presencia de los ausentes también sirve para reflexionar sobre el futuro de una era digital que se zambulle de lleno en los limites entre la vida y la muerte. Recordemos ese espléndido primer capítulo de la segunda temporada de Black mirror (Channel 4, 2011-), la visionaria serie creada por Charlie Brooker. En "Be right back", la protagonista es incapaz de enfrentarse a la ausencia de su novio hasta que un software nuevo le permite reproducir la voz de éste como si se tratara de una realidad. Y a partir de ahí se embarca en una búsqueda de la recuperación de aquella normalidad devastada por un accidente de coche que, sin embargo, acaba siendo menos real cuanto más aparentemente auténtica es la presencia de su compañero sentimental. Se trata de uno de los mejores episodios de la serie, que plantea una reflexión casi maquiavélica en torno al futuro, aquel en el que podemos hacer presentes a aquellos que ya no están entre nosotros. O quizás no hay que referirse al futuro, sino a una realidad que puede ser presente. Giuseppe Tornatore especula sobre el mismo tema, aunque de una forma menos futurista, en La correspondencia (Giuseppe Tornatore, 2016). La película que protagonizan Jeremy Irons y Olga Kurylenko plantea también la presencia constante del compañero fallecido. Pero esta vez no lo hace a través de una herida psicológica o de un software tecnológico, sino mediante un juego creado por el propio ausente en el que pretende acompañar a quien le ha sobrevivido durante varios meses más allá de su propia muerte, sabedor de que le va a llegar en poco tiempo. Y así la amante se convierte en receptora de videos, mensajes y cartas que convertirán en presencia real lo que no es más que ausencia espiritual. Y aunque haga falta por parte del espectador de cierta condescendencia con este juego que a veces resulta inverosímil, al final nos dejamos llevar y nos convertimos en cómplices de la prestidigitación sentimental que plantea el protagonista. Pero más allá de lo superficial, Tornatore consigue provocarnos un pensamiento contradictorio en torno a la posibilidad de la apariencia real de aquellos que han atravesado el umbral de la muerte.
Porque, aunque parezca que puede ser poco creíble, la era digital ha convertido esta eventualidad en algo perfectamente tangible. Son famosas en Twitter, por ejemplo, las cuentas fantasmas, aquellas que, a pesar de la muerte de sus autores, siguen ofreciendo actualizaciones. Uno de los casos más conocidos es el del crítico norteamericano Roger Ebert cuya cuenta de Twitter, a pesar de haber fallecido en 2013, sigue activa sin mencionar siquiera su muerte. Quizás responde a esa necesidad, la que plantean series como Black mirror o películas como La correspondencia, de mantener viva la presencia del ausente, no solo a través de la memoria, sino de la implicación activa. Ahí están presentes también otras muchas cuentas fantasmas que mantienen "vivo" el nombre del ausente, como las del actor Paul Walker, las cantantes Amy Winehouse y Donna Summer o el científico Albert Einstein.
Tanto es así, que las redes sociales se habrán convertido, más pronto que tarde, en auténticos cementerios digitales. El profesor Hachem Sadikki, de la Universidad de Massachusetts, realizó una proyección del número de cuentas activas de personas muertas que habría en Facebook en los próximos años. Y llegó a la conclusión de que en 2098 podría haber más usuarios fallecidos que vivos en la plataforma de Mark Zuckerberg. Los resultados se pueden ver en el artículo We calculated the year dead people on Facebook could outnumber the living, by Kristen V. Brown. De forma que, en la era tecnológica, redes sociales como Facebook o Twitter van camino de convertirse en auténticas tumbas digitales. Pero al mismo tiempo, dilatando la ausencia de aquellos a los que no querríamos haber perdido. Demolición se estrenó el 1 de julioRiver se emite en Movistar +La correspondencia se estrenó el 15 de julio