Revista Expatriados

Australia y Asia (1)

Por Tiburciosamsa

Me imagino que cada vez que un grupo de diplomáticos australianos se reúnan para tomar unas copas después del trabajo, debe de llegar un momento a la tercera ronda en el que alguno dirá con un suspiro muy hondo: “La putada es que estemos en el lugar equivocado”. Los otros asentirán con resignación y pedirán una cuarta ronda. Y es que resulta que Australia es un país de tíos muy blancos y muy rubios, que se hinchan a solomillos, cuyos vecinos más próximos son unos tipos de ojos rasgados que no paran de comer arroz. Un vecindario tan dispar no importaría sino fuera porque los tipos de ojos rasgados que comen tanto arroz son como 3.000 millones. Demasiada gente como para llevarse mal.

En el período posterior a la II Guerra Mundial, Australia condujo su política exterior igual que si hubiese estado en el centro de Europa. La clave era la solidaridad anglosajona, sobre todo la alianza con EEUU, y estar del lado de los buenos en el conflicto Este-Oeste. Aparte de las relaciones comerciales con Japón, Asia sólo contaba cuando había que ir a pegar tiros a los malvados comunistas. A pesar del pequeño tamaño de sus FFAA, Australia participó en la guerra de Corea con un portaaviones, cuatro destructores, cuatro fragatas, un regimiento de infantería y un escuadrón aéreo. Australia contribuyó con apoyo aéreo y fuerzas de tierra a la lucha contra la insurgencia comunista en Malasia en los años 50. Evidentemente con esos antecedentes, Australia no se podía perder la guerra de Vietnam. Un total de 60.000 australianos lucharon en Vietnam entre 1962 que envió a los primeros asesores y diciembre de 1972.

Fue precisamente el hartazgo con la guerra de Vietnam lo que favoreció el regreso de los laboristas al poder en las elecciones de 1972, después de 23 años. La política exterior del gobierno de Gough Whitlam fue un anticipo de la que vendría después con los gobiernos de Hawke y Keating a partir de 1983. Whitlam estableció que en lo sucesivo Australia no seguiría ciegamente la línea política de EEUU (Whitlam no podía prever que 20 años después John Howard llegaría al poder, pero eso más tarde) y tendió la mano a sus vecinos asiáticos. Uno de los puntos principales de sus políticas fue la eliminación de los últimos vestigios de las leyes inmigratorias que hacían de la raza un elemento esencial para la aceptación de los inmigrantes y cuyo fundamento último era la concepción de que Australia era un país blanco. Whitlam también se esforzó por incrementar los vínculos comerciales con los países asiáticos y reconoció a la República Popular China.

Whitlam perdió el poder en 1975. El gobierno laborista de Hawke, que llegó al poder en 1983, retomó su legado y siguió con la reorientación de la política exterior australiana de forma que reflejase mejor su posición geográfica, que no era la de un islote a 10 kilómetros de la costa de California, como parecían pensar los gobiernos conservadores. Resulta interesante que la aproximación a Asia del gobierno de Hawke no tuviera tanto una motivación de seguridad, como una motivación económica. La economía australiana en los ochenta anduvo renqueante, mientras que las economías asiáticas galopaban. El razonamiento de Hawke fue: “Unámonos a la mesa asiática, que algunas migajas nos caerán.” O como el entonces Primer Ministro malasio Mahathir lo expresó: “Cuando los británicos eran ricos, Australia quería ser británica. Cuando los americanos eran ricos, Australia quería ser americana. Ahora que Asia es rica, los australianos quieren ser asiáticos.”

Algo de lo que decía Mahathir había, porque el principal legado del gobierno Hawke en materia de política exterior fue el APEC, la Cooperación Económica Asia-Pacífico. La versión oficial australiana es que la idea de crear APEC la tuvo Hawke al constatar que las disputas comerciales entre Estados Unidos, Japón y la UE amenazaban con crear tres bloques comerciales antagónicos y que era necesario crear un contrapeso favorable al libre comercio. No digo que a Hawke no le movieran motivos altruistas y liberales, pero también se le puede dar otra lectura a la creación de APEC: el temor a que Asia se integrase económicamente y dejase fuera a Australia. Esos temores no eran tan infundados. Poco después el Primer Ministro malasio Mahathir propuso la creación de un Caucus Económico de Asia Oriental, que habría englobado a los países de la región y habría dejado fuera a Australia y a Estados Unidos. Aunque en su momento la propuesta de Mahathir sonara descabellada, ahora hay quien se dice si no tendría algo de razón. EEUU acabó entrando en APEC y tiró de Canadá, México, Chile y Perú y al final hasta Rusia, con aquello de que tiene costa pacífica, acabó metiéndose. Un axioma infalible en las relaciones internacionales dice que cuantos más países tiene una organización, más ineficiente es. Pero bueno, me estoy desviando del tema.

En 1991 Paul Keating, que había sido Ministro de Finanzas con el Gobierno de Hawke, se convirtió en Primer Ministro. La política exterior de Keating con respecto a Asia puede describirse como idéntica a la de Hawke, pero con esteroides. Keating es de esos políticos que sólo saben hacer las cosas con escándalo y a lo grande.

A Keating también le tocó pelearse con Mahathir. La verdad es que si usted ha sido político en activo en los últimos 20 años y no ha tenido un rifirrafe con Mahathir, es que usted es una piltrafilla; todo político que se precie ha tenido una buena agarrada con Mahathir. Mahathir se negó a asistir a la cumbre de APEC de 1993. Keating dijo: “APEC es más grande que todos nosotros,- Australia, EEUU y Malasia y que el Dr. Mahathir y algún otro recalcitrante”. Mahathir se cogió un rebote: “¿Qué me has llamado recalcitrante? ¿A que eso no me lo dices en la calle.?" Exigió que Keating le pidiese perdón y amenazó con reducir los vínculos comerciales con Australia. Los exportadores australianos se acojonaron y Keating acabó bajándose los pantalones y diciendo que “recalcitrante” en un idioma aborigen australiano significa “líder preclaro”.

Aparte de APEC y de pelearse con Mahathir, el entusiasmo de Keating por Asia se traslució en dos iniciativas que habrían sido impensables con un gobierno conservador. La primera fue el gran protagonismo australiano en la UNTAC, la Administración de transición para Camboya organizada por NNUU. La segunda fue el estrechamiento de lazos con el dictador indonesio Suharto, cuyas atrocidades en Timor Este fueron convenientemente olvidadas, para escándalo de muchos. No sólo se restableció la cooperación con las FFAA de Indonesia, sino que incluso se firmó un Tratado de delimitación de la frontera marina en el Mar del Timor, reconociendo de esa manera la ocupación indonesia.

Para 1995 Paul Keating se sacó del magín otra idea interesante: el Hemisferio Asiático Oriental, un bicho que engloba a todos los países situados entre las longitudes 90ºE y 180ºE y deja convenientemente fuera a los países de la ribera oriental del Pacífico. El bicho no sólo pretendía alejar cualquier intento de Mahathir de crear un club regional que dejase fuera a Australia. También pretendía definir la imagen de Australia en el campo de las relaciones internacionales y de la seguridad sin calificarla de “nación asiática”. En palabras de su Ministro de Asuntos Exteriores, Gareth Evans: “Australia no es ni nunca puede ser una “nación asiática”, de la misma manera que no podemos o queremos ser europeos, norteamericanos o africanos. Sólo podemos ser australianos y relacionarnos con nuestros amigos y vecinos como australianos.” Evans continuaba diciendo: “Puede que no seamos parte de la masa territorial asiática desde un punto de vista geográfico, pero estamos más cerca de ella que de ninguna otra parte y longitudinalmente compartimos los mismos husos horarios que Asia Oriental. A medida que el centro de la acción económica mundial se traslada a Asia Oriental, nos encontramos más cerca físicamente de donde está la acción de lo que nunca hemos estado.” Después de enumerar los lazos comerciales y sociales que Australia tiene con Asia, Evans continúa: “Ahora bien, ninguno de esos lazos puede ser suficiente para hacer de Australia una nación “asiática” (…) Pero ciertamente dan algo de fuerza a la idea de que somos una nación del Hemisferio Asiático Oriental- para emplear una expresión que es esencialmente geográfica, pero que también implica otros niveles de conexión…”

Para entender en su contexto esta idea del Hemisferio Asiático Oriental, hay que recordar que 1996 era un año electoral y que a muchos australianos lo de dejar de verse como una nación blanca y con vínculos especiales con EEUU y el Reino Unido les rechinaba. Encima estaba el abuelete Huntington con su choque de civilizaciones, diciendo que Australia se equivocaba al querer desgajarse del bloque civilizacional occidental, al que pertenecía, para integrarse en Asia, controlada por islámicos y confucianos, que son muy malos. Buen intento el de Keating, pero los australianos votaron en 1996 en favor del conservador Howard.


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