En 1958, ante varios fallecidos por sobredosis de droga, a Theodore Curphey, médico forense en el Condado de Los Ángeles, le surgió la duda de calificar cuáles de esas muertes eran accidentales. Cuales suicidas. Y cuales homicidas. En ese mismo instante, su decisión fue la de reunir a un grupo de doctores y psicólogos que le ayudaran en tal propósito. Tres años después, varios de los allí presentes, acuñaron el término autopsia psicológica. Un concepto que viene a definir el proceso que consiste en la recolección de datos del fallecido para reconstruir su perfil psicológico y su estado mental antes del conocido desenlace.
Una técnica pericial habitual en Estados Unidos, que se extiende por Latinoamérica, y que en España ha empezado a sonar más familiar a consecuencia de su uso en el impactante y reciente suceso de Germanwings. Un trágico acontecimiento en el que perdieron la vida 150 personas y en el que, tras el empleo de esta herramienta dentro del amplio marco de la investigación, se descubrió no como un accidente, sino como el catastrófico resultado de un suicidio.
Francisco Ceballos-Espinoza, psicólogo criminalista y detective de la policía de investigaciones de Chile (PDI), también nos descubre otro caso en el que fue clave el uso de esta práctica. Un par de años atrás, tres chicos estuvieron a punto de ser acusados de asesinato después de que una pareja de testigos les hubiesen visto alejándose en coche a toda velocidad de un puente desde el que había caído un hombre. Ante la falta de pruebas concluyentes para apuntar hacia un homicidio, se decidió abrir la vía de la autopsia psicológica. Y ésta sostuvo que existían razones de peso a lo largo de la vida de la víctima, como el suicidio de su padre a esa misma edad, el fallecimiento de un amigo por el que él se sentía culpable o la presencia de intentos previos de quitarse la vida, que, sumados a sus rasgos de personalidad –tendía a alejarse de cualquier tipo de trifulca-, disminuían las posibilidades de que hubiesen intervenido terceras personas en lo ocurrido. Se determinó así que había sido un suicidio. Y esta conclusión, sumada a las obtenidas durante la investigación criminal, resultó lo suficientemente contundente para el tribunal como para desestimar la acusación contra los tres jóvenes.
¿Cuándo se utiliza?
La aplicación de la autopsia psicológica dentro del campo de la investigación criminal va dirigida a establecer el modo o circunstancias en los que una persona ha fallecido en casos en los que no resulta evidente, tales como un envenenamiento, una caída desde altura o un ahogamiento, por ejemplo. Sucesos que podrían ser un suicidio, el resultado de un desafortunado accidente o lo que es más grave aún, producto de un homicidio que pretende encubrirse. En esta situación, si los investigadores no logran reunir los elementos suficientes para establecer cuáles fueron las circunstancias, se hace obligado el empleo de esta técnica.
También se utiliza en los que casos en el que el autor del homicidio es desconocido. Se perfila a la víctima, con sus motivaciones, rutinas, conflictos y estilo de vida, para lograr reducir el círculo de sospechosos y ofrecer a los investigadores pistas para dar caza al culpable.
Puede resultar clave en juicios civiles y laborales
En los tribunales en los que se dirimen contenciosos de índole civil o laboral ha empezado a ganar terreno esta herramienta pericial. Se emplea en aquellos accidentes laborales en los que la empresa -defendiendo sus intereses- presenta argumentos que avalen la tesis de un suicidio, etiqueta que les libraría de muchos problemas y pagos. Por otro lado, también existen algunos sujetos que han encubierto su suicidio con el fin de no poner en juego los beneficios económicos que corresponderían a sus familiares tras su muerte. Esta situación motiva al suicida a planificar el hecho de tal forma que parezca un accidente, por ejemplo conduciendo un vehículo y sufriendo un accidente buscado que haría efectivo inmediatamente su seguro de vida. Un seguro que, generalmente, no responde frente a muertes que se provoca uno mismo.
¿Quiénes lo llevan a cabo?
El propio Theodore Curphey se reunió de médicos forenses y psicólogos para acuñar esta nueva técnica. Y se sigue apostando por una filosofía similar a la hora de formar los grupos de trabajo para esta tarea. Una autopsia psicológica no es trabajo exclusivo del psicólogo o el psiquiatra forense. “El método es conveniente que lo realice un profesional del área de la salud mental, entrenado en la técnica, pero para su elaboración es necesario el ‘background’ del trabajo en equipo interdisciplinario”, defiende Luis Alberto Disanto, Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires y especialista en Psicología Criminal e Investigación Científica del Delito.
En ese equipo interdisciplinario se encontrarían el investigador policial, el forense y los peritos, más orientados a responder al quién, qué, cómo y cuándo; mientras que el trabajo del psicólogo será determinar por qué.
¿Cuál es su procedimiento?
La metodología científica que se suele emplear en este tipo de casos es el denominado MAPI (Modelo de Autopsia Psicológica Integrado), elaborado por la Psiquiatra Forense del Instituto de Medicina Legal de La Habana, Teresita García Pérez. “El MAPI tiene una dimensión temporal entre seis meses a dos años máximo después del evento para aplicarse. Se debe conocer todos los elementos tradicionales de la investigación criminalística y criminológica, buscando las denominadas huellas psicológicas que una persona ha plasmado en su cotidianeidad. Y se deben entrevistar un número impar de personas relacionadas con la víctima, que suele ir de tres a cinco en total. Luego toda la información recabada se ubica en el protocolo y se analiza, obteniéndose las conclusiones”, nos explica Luis Alberto Disanto
Aun así, la realidad dicta que existen tantos modelos de autopsia psicológica como autores se refieren a ella. Y, precisamente, una de las críticas que se hace desde España a esta modalidad de peritaje tiene que ver con su falta de estandarización y los inconvenientes para fijar unos índices de validez. “No es una pericia tradicional, por eso no tiene estandarización ni baremos. Es una técnica para la investigación o etapa de instrucción, su validación consiste en su protocolo y la coherencia lógica del mismo”, sostiene el especialista en Psicología Criminal e Investigación Científica del Delito
Complemento siempre de una investigación en la que no está clara la causa de la muerte, la autopsia psicológica se guía generalmente por una serie de pasos comunes a cada modelo que cumplen con una metodología científica y que están dirigidos a obtener conclusiones probabilísticas –nunca es una prueba fehaciente-. Por ello, cabe reseñar que, como toda prueba pericial, la autopsia psicológica no es vinculante. Aun así está siendo cada vez más aceptada y tomada en cuenta en tribunales de un buen número de países, sobre todo al otro lado del Atlántico.
LA INSPECCIÓN OCULAR de la escena del crimen. Desde la criminalística se dice que “el sitio del suceso habla”, expresión que hace referencia a la reconstrucción de lo ocurrido a partir de las evidencias encontrada en el lugar de los hechos. Los elementos encontrados son factibles de interpretación y permiten aproximarnos a lo que ha ocurrido. ”La disposición del cadáver, la presencia de huellas, los rastros de sangre y la distribución de los mismos, la forma de sus manchas, la presencia o ausencia del arma utilizada para la muerte, la disposición de las cosas, desorden u orden, etc., permiten acercarnos a reconstruir cómo se han suscitado los hechos, y en el caso de un homicidio, cuál ha sido el rol que a cada partícipe del hecho le ha correspondido”, explica para Onemagazine el Psicólogo Criminalista Francisco Ceballos-Espinoza. Todo ello aderezado con la revisión de la investigación (informe médico legal, de peritos, declaraciones, etc.) y los antecedentes del caso.
LAS ENTREVISTAS, de forma separada, a las personas que conocían a la víctima (familiares, amigos, compañeros de trabajo, cónyuge o pareja, persona que lo vio por última vez) también son importantes en la investigación criminal.
LOS EVENTOS que precedieron a la muerte. Prestando especialmente atención a los cambios conductuales registrados por la víctima durante el último tiempo. “En este sentido, cuando entrevistamos a los familiares de la víctima, una de las consultas necesarias es si ellos se percataron de algún cambio en la conducta previa a la muerte. O si la víctima hizo algo en particular que les llamara la atención, tal como visitar algún ser querido ya fallecido, hacer un viaje poco frecuente, cumplir un sueño postergado, despedirse de familiares o amigos, conversar respecto a la herencia. También es clave averiguar si existen estresores o conflictos recientes que hubiesen perturbado a la víctima (fallecimiento del algún ser querido, pérdida de empleo, etc.). Por eso es muy importante ubicar a algún familiar o amigo que pudiese estar al tanto de los sentimientos del fallecido”, sigue contando este miembro del PDI
REVISAR LA HABITACIÓN Y LOS OBJETOS PERSONALES DEL FALLECIDO. Cuestión que para Ceballos-Espinoza “requiere del entrenamiento necesario para hacer una correcta lectura de los elementos presentes en dicha habitación, analizando notas, apuntes de la víctima y cuentas en redes sociales. Pasos que nos permitirá acercarnos al mundo privado e íntimo del sujeto, evaluar su estilo de vida e identificar la posible presencia de factores de riesgo de cualquier naturaleza”
ATENDER AL HISTORIAL PSICOLÓGICO DE LA VÍCTIMA Y SU HISTORIA DE VIDA. Situaciones de estrés, conflictos psíquicos, tratamientos relacionados con la salud mental… Esta rama de la investigación fue clara para reconstruir las motivaciones que pudieron conducir a Andreas Lubitz, copiloto de Germanwings, a estrellar el avión que pilotaba en los Alpes.
RESULTADO. Con toda la información ya se puede reconstruir el estilo de vida del fallecido y su estado mental, finalidad de toda autopsia psicológica. Así podrá generarse un perfil de personalidad de la víctima que incluya, o descarte, factores de riesgo suicida, indicadores de riesgo de ser agredido por otros, variable que debe considerarse cuando la víctima pertenezca a alguna pandilla, tribu urbana o banda criminal, o valorar la probabilidad de sufrir un accidente al establecer patrones de conductas arriesgadas, como el consumo de drogas y/o alcohol.
Válido para investigar sobre el suicidio
Aunque la utilidad de la autopsia psicológica ha sido demostrada en diferentes áreas, mayoritariamente se ha empleado en estudios centrados en el suicidio. Investigaciones decididas a obtener, entre otros objetivos, perfiles de riesgo; características de la población suicida infantil, adolescente y anciana; conocer las diferencias entre la población suicida dependiendo del método elegido para morir; manejar los factores de riesgo vinculados a la conducta suicida; o a estudiar los factores sociales desfavorables. De esta forma, la autopsia psicológica se ha consolidado también en el área de la salud mental como una herramienta de gran valor predictivo, puesto que ha permitido establecer un perfil de riesgo suicida, y con ello, la posibilidad de orientar políticas de intervención y prevención más focalizadas y, por tanto, más efectivas.
…Y su discurso
En Chile, la policía de investigaciones, tal y como cuenta a Onemagazine Ceballos-Espinoza, llevan alrededor de cinco años trabajando en el estudio del patrón narrativo-expresiones, referencias, mensajes- presente en las cartas de despedida en los suicidios. Su idea es conseguir identificar el discurso suicida y diferenciarlo por sexo, grupo de edad o posición social. Tratan de lograr a su vez capturar las diferencias en el discurso que existen entre intentos suicidas y suicidios consumados. O hallar los parámetros que lo distinguen del discurso depresivo, en tanto, no todo depresivo termina acabando voluntariamente con su vida, así como tampoco no todo suicida es depresivo. Este último punto es clave, ya que en muertes que generan dudas se tiende a hablar de suicidio si existe un cuadro depresivo previo a la muerte. Grave error.
"Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos" –Aristoteles-