Estos últimos días, por cuestiones de escuela y trabajo, no he podido tener el tiempo suficiente para sentarme y con paciencia a escribir algunas de mis elucubraciones personales. Por el mismo motivo tuve que cerrar el blog de filosofía que recién había abierto, La pipa de Russell. En todo este tiempo, sin embargo, he tratado de seguir activo en el ciber-espacio, actualizando mi perfil de facebook con temas (según yo) interesantes y traspasando varios de mis artículos viejos al blog de reciente creación, abierto por Roberto Augusto, Filosofía en la Red.
En estos últimos días también se han venido dando una serie de sucesos que han estado en primera plana en todos los periódicos nacionales, sucesos que, por más que uno intente, no puede ignorar. Así decidí publicar mis humildes opiniones sobre estos temas que, al igual que a muchos otros mexicanos, no puedo ignorar.
*Ayotzinapa, la corrupción y la vergüenza de los mamertos. El pasado 26 de septiembre un grupo de estudiantes manifestantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Guerrero, fueron detenidos por policías municipales de Iguala y Cocula. Aquel fue el último día que se les vio a los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Tiempo después, las investigaciones demostraron una horrenda red de corrupción y alianzas de parte del gobierno local con el grupo Guerreros Unidos, escisión del cártel de los Beltrán Leyva.
El 26 de septiembre los estudiantes, aparentemente, organizaban una manifestación de protesta en lo que sería el informe de gobierno de María de los Ángeles Pineda, esposa del alcalde José Luis Abarca. El mencionado político ordenó la detención de los manifestantes, con un saldo trágico de seis muertos (entre ellos, tres normalistas), 25 heridos y 43 desaparecidos. Los 43 por los que miles de mexicanos, indignados, asqueados y cansados de la brutalidad, el abuso de poder y la complicidad con el crimen organizado, exigían (y aún muchos exigen, exigimos) justicia al grito de ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Esto es lo que algunos entienden por "diálogo racional."
Más allá de exigir que los regresen vivos (es evidente que, si fueron asesinados, nunca más los regresarán aún cuando atrapen a todos los implicados), el grito de indignación nacional es evidencia de cómo el pueblo mexicano reprueba y lamenta lo sucedido, solidarizándose con los familiares de las víctimas, quienes, aunque hubieran sido los peores vándalos de la historia de México, nadie tenía derecho a privarlos de su libertad y, mucho menos, de privarlos de sus vidas. Ayotzinapa es solo uno de los varios ejemplos de la injusticia social, las cucarachas que están en posiciones de poder, el cáncer que tiene en agonía el sistema social mexicano y la carencia moral de aquellos que son capaces de perpetrar semejantes crímenes contra la humanidad.El caso Ayotzinapa es un asunto lamentable e indignante, pero igual de lamentable han sido las acciones que se han venido dando en todo el país en nombre de la tragedia: vandalismo, destrucción de propiedad privada y espacios públicos, secuestro de camiones, bloqueo de carreteras, conspiranoia y más y más irracionalidad. Los que se dicen "anarquistas" (mamertos, para los compas) piden cosas tan ridículas (por decir lo menos) como la renuncia del copetudo Peña Nieto, y no han hecho otra cosa más que hacer que en el país se sienta mayor desconfianza e indignación, pero ahora por la vergüenza que representan estos grupos pseudo-revolucionarios que, siendo minorías aisladas e irrelevantes, consiguen mediante la destrucción que se les preste la atención que no merecen.
Personas como esas no merecen estar en las calles. Este tipo de personas merecen ser encarcelados y tener un juicio justo con una condena que se corresponda con sus crímenes; pero eso sí, cuando se trata de ellos vs los policías, se miran a sí mismos como guerreros del pueblo en una causa estilo "guerra santa", pero cuando las autoridades por fin obtienen valor suficiente para hacer algo por mantener la paz y garantizar la seguridad, tanto de los verdaderos manifestantes como del resto de la ciudadanía, llamamos a estos los victimarios de los mártires estudiantes que se manifiestan porque piden justicia.
La pregunta que me hago y que mantengo en el aire es muy simple: estos vándalos y criminales callejeros (porque lo de anarquistas les queda demasiado grande. Bakunin seguro se volvería a morir al ver lo que estos sujetos han hecho con su filosofía; lo de estudiantes ni siquiera debe ser mencionado, pues es evidente que de universitarios, entendiendo bien esta palabra, no tienen nada) exigen que las autoridades cumplan con su deber impartiendo la justicia incluso cuando se trata de políticos y narcotraficantes. Pero cuando los perpetradores del desorden y la injusticia son ellos mismos, ¿piden que se les deje tranquilos? ¿Tanta es su miseria e hipocresía?
Tal como comentaba unos días atrás, es penoso ver que incluso instituciones como las universidades públicas se presten a este tipo de escándalos. Las universidades, en mi humilde opinión, no son lugar para activismo cercano al pandillerismo, sino que son la zona donde se cultiva el pensamiento crítico, racional, tolerante y basado en los duros hechos, para evitar salirnos del tema, tal como ha pasado con el asunto de Ayotzinapa.
Es una lástima que una tragedia así se vuelva excusa para el vandalismo y la irracionalidad de pseudo-izquierda.Véase más: "Cronología del caso Ayotzinapa: los 43 normalistas que aún no aparecen", artículo en Animal Político.
*Chespirito, la miseria de la derecha y más vergüenza de mamertos. Hace cosa de cinco días, Latinoamerica recibía la noticia que hizo chorar a más de uno: Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito, moría a los 85 años de edad debido a complicaciones respiratorias. La noticia me tomó de sorpresa. El creador de personajes como El Chavo del 8 y el Chapulín Colorado había muerto, personajes que me hicieron reír en toda mi infancia y que, aún de vez en cuando los suelo mirar (y me siguen sacando una que otra carcajada).
Buen comediante y actor, un asco de persona. Contrario a lo que sus defensores más fanáticos puedan decir, no es odio, es simplemente ser sinceros.
Como toda celebridad a la hora de morir, a Chespirito lo homenajearon tanto como lo atacaron, ambas partes con justas razones en parte y con grandes desatinos también. Por un lado, es innegable la influencia de los personajes tan icónicos creados por Chespirito en la cultura popular del mundo hispanohablante. Generaciones enteras se rieron de las mensadas de cada lunes que el Chavo del 8 hacía en la vecindad. Chespirito tiene sin duda un lugar bien merecido en el salón de la fama de los comediantes, pero la verdad es que no es para tanto. Muchos de los encabezados de periódicos y noticieros lo enaltecían como un genio de la comedia, algo que es completamente falso.Si algo le faltó a Chespirito fue ser un genio, pues si uno mira con detenimiento toda su creación, se dará cuenta que no es más que la repetición de los mismos chistes capítulo tras capítulo, sin importar de cuál serie se hable, sea El Chavo, El Chapulín, El Doctro Chapatín, etc. A diferencia de otros comediantes de la época dorada del cine mexicano, Chespirito se quedó corto, demasiado corto en cuestión de genialidad. Quizás es por eso que a tantas personas les (nos) gusta tanto ver sus programas: porque a pesar de no presentar nada fuera de lo ordinario, nada que no se le pudiera ocurrir a cualquier otro, sus personajes reflejan de forma burda e inexacta la sociedad latina, en especial la clase media baja.
Entonces, sí, fue un gran comediante pero estuvo lejos de ser un genio de la comedia.
Por otro lado, sus críticos se ocuparon de recordarnos el asco de persona que era Chespirito y las bajezas que reflejaban sus creaciones: "lamentable, perpetuador de una visión iturbidista y de los Caballeros de Colón, fascista y autoritario, una visión de la comedia y la diversión pacata, miserable y estrecha, el chiste bobo adornado de arrogancia, clasismo y superficialidad, falto de ideas y agresivo con la persona [...] Si a eso le añades las campañas de Chespirito en favor de Fox y Calderón y su lucha contra el derecho de las mujeres a decidir sobre su aborto, pues muy simpático no me resulta, no. Y que ese esperpento [...] se erija como "icono cultural" mexicano junto con Cantinflas me parece lamentable." escribía el periodista Mauricio-José Schwarz a finales del año pasado en un artículo que en estos últimos días recobraría popularidad.
Chespirito fue un sujeto sumamente conservador, llegando afirmar que Vicente Fox había sido el mejor presidente en la historia de México (¡hazme el chingado favor!), simpatizando y prestándose para comerciales del PAN (el partido político más retrógrado en el país), participando en campañas contra la despenalización del aborto, y sintiéndose bastante cómodo visitando países latinos sometidos en dictaduras de derecha. Eso sí, las afirmaciones virales de facebook sobre que Chespirito fue el "idiotizador" de millones, que Televisa elaboró el homenaje de despedida para que todos nos olvidáramos de Ayotzinapa o, más cómico aún, que Peña Nieto fue el autor intelectual para que muriera Chespirito y que así consiguiera una cortina de humo para quién sabe qué oscuros planes, resultan sencillamente las publicaciones más "idiotizadoras" que he visto en redes sociales (irónico, ¿no?).
Era pues, y lo sostengo firmemente, un asco de persona, un pésimo ejemplo de persona para los mexicanos y para América Latina entera. Aún así, tengo ganas de ver el capítulo en el que el Chavo del 8 se imagina que entra a la casa de la Bruja del 71 y la encuentra preparando un brebaje para Don Ramón.
Véase más: "Cantinflas y Chespirito", artículo de Mauricio-José Schwarz en su blog No Que Importe; "Chespirito y su relación con las dictaduras de AL", artículo de Eduardo Bautista en El Financiero.
*El Hospital Nacional Homeopático y la vergüenza de Peña Nieto. Más o menos en los mismos días en que se despedían de Chespirito, el copetudo de su presidente Enrique Peña Nieto anunciaba orgulloso la re-inauguración del Hospital Nacional Homeopático (HNH), el cual había entrado en funcionamiento. El copetudo comentaba que se sentía complacido con la existencia de un lugar como el HNH, el cual fue el primer hospital en su tipo en toda Latinoamerica (gracias a Dios), con su "modernísima" terapia del siglo XIX (siglo en el que se inauguró la dichosa institución).Nuestro copetudo presidente nos recuerda en su discurso de inauguración que:
"Recordemos o, más bien, aquí quiero referir que en lo que va de esta Administración se han modernizado 47 institutos o centros de salud en todo el país, con una inversión superior a los 10 mil millones de pesos, aunado a la inversión que se viene haciendo dentro del sector salud, para ampliar la infraestructura de servicios [...]"Y eso sí, las felicitaciones a los homeópatas que laboran en el HNH no se hicieron esperar:
"[...] Un hospital que se concluyó la obra hace ya algunos meses y hace tres meses entró en operación y pareciera que se volviera común el que estemos inaugurando obras de infraestructura hospitalaria, cuando realmente lo que se está acreditando ante la sociedad mexicana es el esfuerzo y el empeño que tiene el Gobierno para que tengamos más y mejor infraestructura al servicio de la salud de todos los mexicanos. Este hospital, sin duda, contribuye a este esfuerzo.
A mí me da mucho gusto recorrer los espacios o algunos de los espacios de este Hospital Nacional de Homeopatía, conocer que más allá de ser solamente un hospital de homeopatía, realmente se vuelve, esta disciplina, un esfuerzo complementario a la medicina tradicional, a la medicina alópata y que, sin duda, esto deja ver que éste es un hospital prácticamente de segundo nivel; es decir, no porque sea de segunda clase, sino porque es un hospital de mayor especialización a los conocidos de tercer nivel, porque pareciera que primer nivel, segundo nivel, tercer nivel, no queda muy claro a qué se refiere. [...]"
El gobierno del cambio y el progreso. Se nota, ¿verdad?
Aquí surge de nuevo una cuestión al aire: ¿qué es lo que se está buscando realmente? ¿Una mejor calidad en el servicio de salud para los mexicanos o una forma bonita de presentar obras realizadas, sin la más mínima asesoría científica, solo para agradar a un pueblo que de por sí lo ve como piedrita de riñón?Si se tratara de la primera opción, a mi entender, los recursos destinados al HNH (recursos que ayudan a que se sume los ¡10 mil millones de pesos destinados a 47 centros de salud en todo el país!) no hubieran siquiera existido. Lo que es más, se hubiera dejado o que el HNH se sostuviera por inversión privada (y ahí quien quiera aliviarse con chochitos azucarados no afectara el erario público) o simplemente hubiera acabado clausurado o reemplazado por un hospital que contara únicamente con servicios de salud basados en la evidencia (y no, una vez más: medicina basada en la ciencia no es lo mismo que alopatía).
El Hospital Nacional Homeopático se mira como una vergüenza para el país. Igualmente, es una vergüenza el apoyo cínico al curanderismo y el despilfarro de dinero (público, por cierto) que llevan a cabo gobiernos como el del querido copetudo que, sin tener la más mínima idea de qué significa servicios de salud de calidad, ofrecen a instituciones que solo promocionan la impostura médica.
Es una completa tarugada de culparlo por casos como el de Ayotzinapa, pero sí es de preocuparse que nadie que se dé a oír públicamente esté alzando la voz de indignación por semejantes actos que se disfrazan de progreso, cuando solo es una forma de tirar los recursos públicos a la basura.
Como dijo alguna vez el maestro Héctor Chavarría: "¡Mexicanos al grito de guerra, pero de una que valga la pena...!" Bien, ahora pregunto: ¿no vale la pena nuestra salud, tanto individual como social?
Véase más: "Una vergüenza nacional: el Hospital Nacional Homeopático", artículo en La Lista de la Vergüenza, Capítulo México.