Revista Cocina
¿Quién no tiene o conoce a personas próximas, ya sea familia, amistades, amigos o conocidos que están en el paro, o con dificultades económicas atravesando por ello situaciones complejas de índole profesional que sin lugar a dudas influye en el ámbito personal?
¿Quién no escucha o ve en las televisiones o puede comprobar personalmente en nuestro entorno más cercano casos de familias que no tienen ninguna posibilidad de sobrevivir digamente?
Personas que quizás en su pasado más reciente no hubiesen podido ni tan siquiera imaginar verse involucrado en la vorágine de problemas económicos y sociales que nos rodea.
Con más énfasis y fuerza podemos apreciar en el día a día los dramáticos y antihumanos efectos de la crisis dichosa entre los ciudadanos de a pie; personas que casi no pueden llegar a fin de mes, familias que no pueden apretarse más el cinturón, que no descansan por las noches pensando en las dificultades económicas, que no pueden pagar la luz, el agua, las necesidades básicas y qué hacer para “arañar” unos euros a la cesta de la compra cada vez más cara, en detrimento no sólo por desgracia en la alimentación, volviendo a escucharse que existen personas en nuestro entorno que tienen que, obligatoriamente, realizar "restricciones" en la alimentación debido al socavón económico en el que han sido enterrados involuntariamente, o que no pudieron ver en su momento el fatídico y negro futuro que se les avecinaba y en el que se verían literalmente envueltos.
No pongo en duda que todo ello cambiará, deseando en bien de todos que sea más pronto que tarde.
Con ésta entrada no pretendo hablar de política; ya saben quienes visitan Mi cocina, que en ella no se “discute” ni se comenta la política, ni la religión y si en alguna ocasión lo realizo es con todo el respeto. Hoy también hablo de gastronomía, de lo mucho que cuesta cocinar y no me refiero al trabajo físico que ello conlleva.
Y es que todo sube y sube y sube…..
Al hecho de la situación económica en sí, se nos une el costo elevado de los alimentos, aunque en ocasiones viendo el precio nos parezcan realmente baratos.
Es el caso de ciertos pescados en nuestros mercados, pescados frescos de la Bahia malagueña: Jureles a dos o tres euros el kilo ó éstas “bacalaillas” a dos euros el kilo….medio kilo de pescado fresco: UN EURO….
Aún recuerdo cuando el 1 de Enero del 2002 el euro entraba en nuestras vidas y con mucho “trabajito” le decíamos adiós a la peseta.
Intentaron convencernos y tranquilizarnos, sobre todo, a aquellos que temíamos el famoso “redondeo”, hacían especial hincapié que los precios no cambiarían, cuando lo cierto es que los precios de todos los productos subieron y se produjo la temida equivalencia psicológica entre las 100 pesetas y el euro, a pesar de que el cambio era de 166,386 pesetas.
A pesar del paso de los años, aún para ciertos productos, como es la alimentación sigue estando en mi mente las pesetas a la hora de realizar mis compras, sólo como punto de comparación a la hora de realizar la compra.
Quizás mis pensamientos destilan cierta nostalgia hacia la peseta, pero lo cierto es que llego a la conclusión de que con el uso del euro hemos perdido en gran medida la noción de la subida de precios de lo más básico para las familias: la alimentación.
Hoy publico una receta sencilla, muy simple, económica que podemos preparar, una forma de preparar el pescado que con total seguridad les gustará sobre todo a los niños, tan reacios hoy en día a consumirlo.
Un pescado de carnes blancas muy común en nuestras costas, la sabrosa bacalailla del Mar de Alborán; pescado que suelen confundirlo con las crias del bacalao, pero no es así y su sabor es bien distinto.
La bacalailla pertenece a la familia de los Gádidos, un pez que puede nadar a más de 2000 metros de profundidad; es en las profundidades donde se encuentran durante el día y al atardecer asciende e incluso se acerca a la costa para alimentarse.
Fisicamente es un pescado pequeño, de un color plateado, de carne blanca y delicada, con una textura suave y un sabor agradable, cuyo mayor inconveniente es que resulta muy difícil de conservar, ya que si se congela pierde ésa textura tan característica por lo que debe comerse “fresca”.
Sencillamente frita, al estilo malagueño, está exquisita. Hoy la he preparado empanada.
¿Cómo lo hice?
Pueden pedirle al pescadero que la limpien, les quitarán las tripas y punto, pero hay que quitarles para éste proceso la cabeza, la espina central y con unas tijeras ir recortando todas las aletas, las pequeñas espinas exteriores del lomo y con paciencia las pequeñas “raspas” adheridas a su carne.Al quitarles la espina central hacerlo con cuidado para que no se rompan y queden unidos los dos lomos.Colocarlos en una fuente con el zumo de uno o dos limones (que queden totalmente cubiertos, dos o tres ajitos y un ramito de perejil muy picadito, dejándolo macerar dos o tres horas.Escurrir bien, desechar los ajos y el perejil.Batir huevo echando una pizca de sal.Salar el pescado y enharinar, pasarlo por el huevo batido y a continuación por pan rallado.
Freir en abundante aceite de oliva caliente.¡¡ Buen provecho !!