Por Jorge Garacotche*
Vieytes, Rodríguez Peña, Castelli y Belgrano estaban de regreso, con el pelo algo más largo, vaqueros raídos y miradas casi perdidas. Un patriota de la Cultura abría las puertas, programaba una música hipnotizante, mostraba algunos libros necesarios, que serían la versión siglo XXI de El Contrato Social. Ese es Sergio Coscia y, ahora, el lugar de reunión para conspirar se denominaba Mondo Rabioso, una disquería en plena avenida Corrientes, muy cerca del Obelisco, zona histórica que subyuga a los orilleros.
Sergio, siendo apenas un chico, escribió, a pedido de un maestro, una reseña sobre la película Let it be para un diario colegial. A los 15 años, le acercó un poema a Luis Alberto Spinetta, quien lo elogió, alentó y hasta lo puso en contacto con algunas revistas del under del rock nacional. En 2011, abrió Mondo Rabioso, sitio de referencia porteño al que acuden músicos, periodistas, melómanos y melómanas de toda condición y edad. En 2016, junto con el periodista Gustavo Campana y Mauro Torres fundaron La la la Radio, emisora on line de temática spinetteana. A través del músico Rodolfo García, llegan al ECuNHI (Espacio Cultural Nuestros Hijos), para organizar encuentros, eventos solidarios, recitales y el proyecto Estudio Memoria Radio.
Fervor: ¿Cómo nace tu relación con la música, con el rock nacional y Los Beatles?
Sergio Coscia: Creo que todos tenemos recuerdos musicales de cuando fuimos chicos. Algo que cantaba un abuelo italiano, un éxito que sonaba en alguna radio familiar o la tonada de una serie. Pero, puede quedar ahí. Ocurre que, a millones, en todas partes del mundo, nos alcanzó un cataclismo, como fue la era del deshielo emocional: la irrupción de Los Beatles. En mi caso, ver los dibujitos animados, a los 8 años, que pasaban en la tele blanco y negro me movilizó. No eran mejores que Disney u otros programas de la época, pero esas canciones, por Dios, esas canciones, ¿de dónde habían salido? ¿A qué mundo desconocido pertenecían? Después, vino una epifanía que da para un largo texto: ver en la tele el concierto del Shea Stadium y no poder parar de llorar ante la mirada preocupada de mi viejo. Enseguida, empezaron a llegar los discos y ya nada fue igual. A través de la tele, se filtraba toda la insólita mezcla de la época, esa gran puerta abierta por Los Beatles, esto me permitiría disfrutar de lo que, mínimamente, tuviera alguna conexión: Los Shakers, Los Gatos, poca cosa más. Pero, luego, aparece un jingle, en una publicidad de telas, con una voz de otro planeta y unas palabras mágicas, que parecían no haber sido pronunciadas nunca antes. Nuevamente, hacía falta que esa fascinación se convirtiera en revelación encarnada: esto sucedió cuando vi al portador de esa voz y sus compañeros en el programa Sótano Beat y escuché la misma magia en otros temas. Se llamaban Almendra. Y ya había visto, en la vidriera de la disquería del barrio de Villa Maipú, donde vivía, al lado del recién salido Yellow Submarine de Los Beatles, el disco con ese nombre, que me había llamado la atención, porque su tapa no encajaba con la profusión de discos de bandas con las típicas fotos juveniles. Estaba decidido. Yellow Submarine, como siempre, me lo compraría mi viejo. Así que le pedí, a mi generosa vieja, la plata para comprarme el de Almendra. Me caminé las pocas cuadras que me separaban de la calle Estrada y ese fue el primer disco que un melómano incipiente compró por sí mismo. Por segunda vez en poco tiempo, nada volvió a ser igual.
F: ¿Tus primeros recitales?
C: La historia de encontrarme con Luis, por un período de más o menos un año, se relaciona con mi primer concierto. Mi padre, tratando de asimilar todo eso que me pasaba (la escritura, conocer a mi ídolo), saca entradas para el debut de Invisible en el Astral. Una manera de habilitarme, pero, a la vez, chequear de qué iba todo ese mundo. Luis tiene el enorme, colosal gesto de preocuparse por conocer a mi viejo, saludarlo, mostrarse junto a sus propios viejos. El ser humano, tan genial como el artista, que todos aprendimos a conocer y amar. Ahí quedo como autorizado, oficialmente, a iniciar el recorrido: vi a Litto Nebbia con el Trío, a Aquelarre, a Color Humano, a Vox Dei, a El Reloj, Sui Generis ¡Sí, hasta estuve en Argentinos Juniors la frustrada tarde del Festival de la Unidad Peronista! Pero, siempre, fue Luis el norte absoluto y lo será hasta el fin de mis días.
F: ¿Cómo te sentiste viendo la obra de Luis, qué te producía?
C: Los descubrimientos de Lennon y Spinetta potencian y encausan dos facetas de mi actividad escolar: el amor por el idioma inglés, el lenguaje castellano y las letras, donde ya me destacaba. Como no tenía talento para componer o tocar, escribía sin parar. Lennon y El Flaco me acercarían al surrealismo. El amor por los discos se amplió a los libros que, por otra parte, ya había en casa. La vertiginosa evolución de la lírica de Luis, ya en Almendra 2, pasando por Spinettalandia y el Pescado de Desatormentándonos y Pescado 2, me impulsaron a escribir, sabiendo que lo que hacía era poesía. Habiendo conseguido, fortuitamente, la dirección de la casa de Luis en la calle Arribeños, con 14 años, me tomo el colectivo 15, para conocer a mi ídolo. Típica locura adolescente, pero que funcionó de manera increíble. Luis me recibió, se quedó con mi carpeta de poemas, me invitó a seguir visitándolo y me presentó a sus padres, pero, principalmente, empezó a hacer de guía y maestro prestándome libros y comentando lo que yo escribía. Una historia que, sólo de adulto, décadas después, puedo comprender y valorar en toda su enorme profundidad.
F: ¿Cómo surge la idea de una disquería con características tan particulares, una especie de Club del disco, pero, con otros ingredientes?
C: Todas estas cuestiones fundacionales (Beatles, melomanía, Spinetta, rock nacional, escritura) marcan un recorrido vital, permanente y paralelo, a la vida familiar y laboral, a través del tiempo. Pudo haber sido Mondo Jade, Mondo Invisible, Pelusón of Mondo o lo que fuera, pero, fue Mondo Rabioso. Se transformó en un mundo, contagió montones de cosas y encarnó una rabia apasionada y vital, no letal, de resistencia, de trinchera y refugio, como señalan algunos amigos. En lo puramente musical, es casi natural e inevitable que una disquería especializada tenga el material, los gustos y las preferencias de quien la dirige. En mi caso, todo el rock y folk británico, la música soul y funk americana, el jazz y el rock nacional con un criterio muy selectivo, para nada Rock & Pop, Mega o Rolling Stone. Después de mucho recorrido, uno se encuentra con la posibilidad de unir trabajo con pasión, una manera de ganarse la vida, un modo de vida y, entonces, por primera vez, adquiere sentido.
Foto de Hugo Lagar, luego de un
recital en Mondo Rabioso.
F: Muchos/as vimos, con asombro y alegría, la creación de La la la, una FM de temática spinetteana.
C: En Mondo convergieron los otros dos locos, Mauro Torres y Gustavo Campana, con quienes pergeñamos esa locura absoluta de una radio temática, de 24 horas, dedicada a Spinetta, que, indiscutiblemente a esta altura (quinto año de su partida), y lo digo aunque quede mal y más que nada por el altísimo trabajo de mis compañeros, es el homenaje más quijotesco, honesto y artísticamente irreprochable que se pueda hacer, sin apoyo financiero de nadie, ni chapeo alguno, ni protagonismos discutibles. Todo esto, a su vez, también se convierte, sin querer, en un amplificador enorme de eso pequeño y básico que es una simple disquería del palo. Simultáneamente, la comunicación boca a boca o a través de las redes sociales de cada actividad, pero, también, del día a día de Mondo, se estableció como una ventana abierta, como una sucursal de guardia, durante las 24 horas, para todos los amigos, amigas y habitués. Pero, también, para tantos y tantas, de todas partes del país y hasta del exterior, que viven Mondo a través de las fotos, las filmaciones, los proyectos paralelos y mi escritura en facebook. Nuevamente, veo Mondo como un vehículo, una excusa, un medio, incluso, no sólo para la actividad cultural, sino, para la militancia política. Porque es parte esencial, también, en esta etapa de mi vida y de la de tanta gente. No concibo la cultura separada de lo político.
F: Hay una idea que, como músico, hasta hoy aplaudo: que los músicos y músicas puedan presentar sus discos, en vivo, en Mondo, así como en un living, acústico, fresco y charlando con la gente.
C: Creo que toda esta confluencia de razones genera un movimiento permanente. Así, con la misma libertad y voluntad colectiva, surgieron, también, los conciertos dentro del local y, ahora, en un espacio más reducido, afuera, en los pasillos de la galería. Informales, pero genuinos. Una excusa más, no sólo para el momento compartido, el abrazo, sino, para darle, sobre todo a los músicos y músicas con menos posibilidades de difusión, la oportunidad de traer su material, venderlo en ese momento, dejarlo como catálogo en el local o, simplemente, mostrar lo suyo a un grupito de gente que, quizás, nunca los escuchó. Por eso, me parece que, en momentos de crisis y parate como el actual, es necesario un balance que, inevitablemente, estamos haciendo de este recorrido. Plantea una puesta en claro y un desafío. Todos estos aspectos de la cultura, la política, la comunicación e, incluso, la economía, que un pequeño negocio como el mío articula y dispara, nos ponen frente a ese claro compromiso vital. Solemos esperar, desde las convicciones, el pensamiento crítico y la observación, que la política o los agentes culturales hagan las grandes transformaciones. Y no terminamos de entender que si, en nuestras pequeñas esferas no actuamos en consecuencia, esas grandes transformaciones nunca sucederán en nuestro tiempo de vida, ni, mucho menos, llegarán a afectar la vida de nuestros entornos.
F: Hay una pelea de fondo que se da no sólo de parte de los artistas, sino, también, de la gente que vende discos: los costos.
C: Suelo combatir, viscerálmente, las contradicciones colosales que se han instalado en el corazón de lo que fue, una vez, una verdadera alternativa a todo. El negocio de la música es obsceno, degradado e irreal. Ediciones en vinilo que sólo pueden pagar gerentes de prensa o profesionales exitosos. Productoras supuestamente independientes que no hacen más que repetir los mismos comportamientos de voracidad empresarial. Es decir, se independizaron para hacer el negocio sólo para ellos y acaban repartiendo menos, incluso, que si hubieran permanecido dentro del sistema. En ese marco, llevar adelante un proyecto musical, tocar en vivo y grabar un disco es tan quijotesco como mantener una disquería especializada o llevar adelante un centro cultural. En definitiva, vuelve a convertirse en urgente y necesario ir por otro lado. El sentido de comunidad, que trasciende el espacio de un pequeño local que vende discos, así lo señala sin estridencias y lo pide, ¿no? Se me ocurre ampliar esa ventana federal, mantenerla abierta comunicando cada día lo que sea, hacer de la espontánea auto convocatoria de músicos/as independientes un catálogo vivo, de una radio de streaming que está por convertirse en un estudio físico, una sucursal de las juntadas y contenidos de Mondo, de todo lo que se habla y se escribe. Incluso, como ya ha sucedido y cuando sea indispensable, un centro y una salida para algún tipo de necesidad social. Nos bombardearon con el cinismo colosal de planteos de perpetua incertidumbre y reinvenciones absurdas. Lo gracioso y lo notable es que, sin saberlo, quizás, hemos hecho de la incertidumbre un campo fértil para la creación y nos hemos reinventado, una y mil veces, porque no nos pueden encasillar, limitar y someter del todo. Y porque somos imbatibles por el simple hecho de seguir siendo, como dice el Flaco, “guerreros que no detienen jamás su marcha”.
F: Por eso, Mondo Rabioso y FM La la la Radio están en el Mapa de medios que publicó AMIBA (Asociación de músicas y músicos independientes de Bs As). Que puede bajarse, gratuitamente, desde su página de Facebook. Además, les contamos, a todos y todas los/as artistas de las provincias, que Mondo Rabioso, FM La la la Radio, AMIBA y Con Fervor estamos juntos, en esta cruzada, para que puedan comercializar y difundir sus discos en Buenos Aires, a través de este frente solidario, que sigue dando pelea para que la utopía nos siga marcando el camino.
Desde AMIBA, hemos lanzado un proyecto federal, con herramientas que faciliten una mejor difusión y distribución de los álbumes producidos a lo largo y lo ancho de toda la Argentina. Para eso, delineamos un Mapa de medios con más de setenta radios y algunas disquerías, de todas las provincias que, en forma solidaria, abonen un quijotesco plan: este complot de la gente de las culturas.
Los proyectos musicales de todo el país, que necesiten una manera concreta de poner en venta sus discos en CABA, deben comunicarse al mail: [email protected]
(*) Jorge Garacotche es músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y miembro de AMIBA.