Revista Política
Garzón no es precisamente un santo (véase su actuación durante el Golpe de Estado Difuso de los años noventa, que llevó a la derecha española al poder en 1996), pero en estos momentos la misma derecha que le jaleaba hace 15 años cuando era su punta de lanza judicial (caso GAL), está a punto de convertirle en un mártir de la libertad, la democracia y la recuperación de la memoria histórica.
En realidad, lo que están haciendo con Garzón es como si los descendientes de Hitler, Hess, Goering y compañía se querellaran ahora contra los magistrados del Proceso de Nuremberg por haber juzgado a los jerarcas nazis. Lo peor con todo no es que el Partido Popular, la Falange, la Conferencia Episcopal Española y los medios de comunicación social de la derecha extrema/extrema derecha española estén dando esta batalla por silenciar a quienes intentan que se ajuste cuentas de una vez por todas con el franquismo -la forma española del fascismo, no lo olvidemos- sino que en esa batalla participen gustosamente en primera línea de combate los órganos de poder del aparato judicial español.
Lo cual no deja de ser lógico, habida cuenta del origen social y la adscripción ideológica de la gran mayoría de los jueces españoles, gente de pura extrema derecha y fidelidad más que probada al franquismo. En la imagen, un juez español revestido con sus ropajes ceremoniales y símbolos de poder.