"Muchas veces escuché decir a mi tío que hay que cuidarse de gastar todo el dinero que se posee en la noche, aunque se esté seguro de recibir más al día siguiente. Porque por razones imprevisibles y ajenas al hombre de consumo, estas entradas de dinero casi siempre se retrasan o no llegan nunca. Y, Dios mediante, nadie sabe mejor que yo cuanta razón tenía mi tío.
De manera que podemos asumir de entrada que esta situación ocurre, y debemos identificar las soluciones que se pueden aplicar. Todas están basadas en un principio que no se puede ignorar bajo ningún pretexto. A continuación ofrezco este gran axioma:
De la misma manera almorzará en el Palais Royal y cenará en el Boulevard des Italiens. Puede que usted piense que en estos locales es necesario pagar en efectivo. ¡No, de ninguna manera! La prosperidad de estos lugares se debe principalmente a la masa de clientes que no pagan. Pues estos conocen el arte de escoger los platos. Estos saben como abrirle el apetito a aquellos que no saben ordenar una cena, pero saben pagarla. Entre dueños de restaurantes, a veintiún o treinta y dos sous el cubierto no se da crédito, esto lo sabe todo el mundo. Pero en los grandes establecimientos de los cuales les estoy hablando, ya se ha descubierto lo que hace ganar un hombre de consumo que no puede pagar una cena de veinte francos. Fácilmente treinta francos para cada diez francos que él no paga, esto es lo que aporta gracias al cierto desvío por medio del hombre "productivo".
En cuanto a usted, después de haber consumido todo lo que es humanamente posible, se levanta y lleva indolentemente su mano al botón de oro de su traje, como para buscar su billetera en el bolsillo de su chaqueta. Saca un mondadiente, e inmediatamente el mesonero le hace una señal con la cabeza, que está llena de respeto y al mismo tiempo de agradecimiento, para evitarle la molestia de pagar, lo cual seria casi un insulto para él. Luego, al salir, le dirige un saludo y un guiño a la dama que está sentada en la caja. La gracia con la cual le devuelve el saludo demuestra con amplitud que tiene el entendimiento: La casa es pagada de sobra con el excelente apetito que usted acaba de ejemplarizar, el cual ahora tiene que ser imitado de igual manera. Sin broma, es un hecho que los primeros restaurantes de la capital tienen día tras día una media docena de clientes de esta calidad como reserva permanente.
Usted tampoco pedirá su vestimenta en otro lugar que en casa Bardes, pues este buen hombre, que con una sola palabra del ministerio de Guerra, podría vestir a todo el Ejército francés en veinticuatro horas, le despachará un traje completo, cuatro chaquetas y dos pantalones, sin que usted tenga que abandonar otras prendas como forma de pago. Acuérdese también de esto: Si por casualidad él viniera hasta su casa, sería simplemente para preguntarle si debe prepararle también una peregrina o un abrigo, contra el mismo pago, por supuesto.
Usted se hará hacer sus zapatos con Sakoski. Él calza a todo lo fashionable y al ministro de finanzas. De manera que puede estar seguro de que tomará sus medidas y le abrirá una cuenta en su notable libro principal.
En cuanto a sus sábanas, cómprelas en la lencería de la Corte; nadie conoce mejor las ventajas de la entidad del crédito que este establecimiento. Y cuando se compra con crédito, una pieza más o menos no hace la diferencia. De todas maneras, se perderá en la masa de clientes del mismo tipo. Estos, pues, son los proveedores que debe escoger; porque son los únicos que puede pagar sin sacar un solo sou de su bolsillo. Siempre con la condición de que las palabras bonitas tengan para usted el mismo valor que el dinero en efectivo.
No debe pensar que un devorador de dinero como el que describo se verá obligado a cargar mercancías en los puertos de Saint-Paul o de Saint-Nicolas para pagar las deudas que le procuran sus placeres cotidianos. Tampoco marchará en el calor de un día de julio para recolectar la cosecha, ni saldrá un frío día de invierno para sembrar. No se romperá la cabeza para mejorar los diferentes productos que en regla general nos regalan las bestias cornudas o no cornudas, como se acostumbra en Francia y en otros lugares.
Por eso he aquí algunas informaciones que revelan todo aquello que desean saber los buenos vividores para los cuales fue creada la obra de mi tío, a saber: Una descripción del ritmo de vida que ha de seguir y respetar su progenitura, y un resumen de los "bienes colectivos" que produzcan con su método:
Primero: El gozador, quien quiera que sea, no se levanta antes de las diez. Gracias a esta feliz forma de indolencia podrá reducir el número de dependientes de comercio, de lavanderas, de vendedores a comisión, de coches, de holgazanes, que día tras día y cada mañana se esfuerzan en llenar las calles más animadas, y por lo tanto de ensuciarlas. Ésta ya es la primera cosa buena que hace.
Cuarto: Desde las doce hasta la una se va a vestir. Que conste que "sabrá" cómo atar su corbata con la ayuda de la teoría sobre esta importante parte de nuestra vestimenta que debato en otra obra. Así apoya al editor que la publicó, y al mismo tiempo favorece la producción y la venta de los muselinas, jaconas, percales, y batistas, que producen nuestras manufacturas. Cuarta ventaja.
Quinto: A las dos irá a desayunar en el Café de Perron, en donde hará crecer las ventas globales gracias a la delicadeza con la que elige sus platos de acuerdo a la carta. Pondrá de moda los Oeufs en coquille o la Omelette á l'oseille, y los comerá con tanta gracia que contagiará a todos aquellos que también desean comer algo así pero que no saben diferenciar los platos. Fiel a su sistema, no pagará el desayuno. Pero hará que otras veinte personas que normalmente sólo toman una taza de café o una tostada, se sientan obligadas a hacer el gesto de pedir y pagar suculentos desayunos.
El dueño del café estará muy satisfecho de que se le paguen veinte desayunos, es decir muy satisfecho con el cliente que de esta manera le paga el suyo, aunque sin dinero. Quinta ventaja.
Por lo tanto, ¡cuántas ventajas gracias a una sola! Y todo esto, porque la operación fue realizada por un individuo que estudió a fondo las teorías de mi tío, y supo aplicarlas en la práctica. [...] Ya no vivimos, gracias a Dios, en una época en la que está bien visto tener deudas, y en la cual los acreedores traen más honor en la antesala que lacayos en la antesala.
La locura de algunos jóvenes en los tiempos de la vieja corte había penetrado todos los estratos sociales, pero fue mi tío quien modeló un principio del derecho civil, del derecho político y comercial, en pocas palabras, un libro para demostrar claramente que deudas no pagadas son la prueba irrevocable de la felicidad de aquellos que las contraen. [...]