Barreras en la lectura

Me encontraba hace unas semanas en la presentación de un libro y vino a mi mente un pensamiento. La presentación se estaba celebrando en la sede madrileña de la ONCE, y se llevaba a cabo, precisamente, porque el libro en cuestión había sido lanzado en formato audio. El noventa por ciento de los asistentes a la presentación eran personas invidentes o con serios problemas de visión, y no pude evitar ponerme en su lugar y plantearme, entre otros
muchos aspectos de mi vida que cambiarían irremediablemente, el de la lectura. ¿Cuántas historias me perdería?

Yo puedo elegir cientos y miles de millones de historias, desde las autoeditadas a las lanzadas por grandes editoriales, las súper ventas y las que no conoce nadie. De un modo u otro, puedo hacerme con ellas y disfrutarlas, así que me apena profundamente que una persona invidente vea limitado su catálogo de lecturas, pues: ¿cuáles son lanzadas en audio? Por norma general, las que han tenido un gran éxito de ventas, las apoyadas por grandes editoriales, las escritas por autores de renombre.

Y todavía no me he encontrado, en ninguna librería, con una sección de libros en braille. Jamás. Que no digo que no las haya, pero yo, asiduo a las librerías, no he encontrado nunca tal sección.

Los problemas de visión pueden ser de nacimiento, o aparecer a cualquier edad; no es algo sólo de gente mayor que ha tenido la oportunidad de leer en su juventud. Hay millones de jóvenes que nunca han podido leer un libro, y por desgracia, parece que en el ámbito juvenil este asunto está bastante olvidado, salvando algún caso puntual, como por ejemplo, el libro Cierra los ojos y mírame, de Ana Galán y Manuel Enríquez, cuyo título aparece en braille en la portada, y donde se trata el tema de la ceguera.

Que esto, como todo, es un negocio, no lo vamos a negar, pero como amante de las letras, me parece una gran injusticia. Y si se quiere, se puede arreglar. Sólo espero que mi reflexión haya servido para encender alguna bombillita.