¿Tienes algún móvil en casa que no uses? ¿Una cámara digital tal vez? ¿Baterías y cargadores que ya no necesitas? En 2014 se generaron 41,8 millones de toneladas de basura electrónica y para 2018 la cifra se situará en 50 millones de toneladas, según estimaciones elaboradas por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU).
Pero ¿qué pasa con toda esa basura digital? ¿Se reciclan de forma correcta los residuos electrónicos? ¿Qué negocios e intereses hay detrás?
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) acaba de presentar en Ginebra el informe Waste Crime-Waste Risks en el que se alerta sobre esta cuestión. Achim Steiner, Director ejecutivo del PNUMA, afirma que “estamos asistiendo a una cantidad sin precedentes de residuos electrónicos generados en el mundo. No hablamos solo de una gran parte de montañas de basura no reciclada, sino que también plantea una amenaza creciente para la salud humana y el medio ambiente, debido a los elementos peligrosos que contienen”
Al estar fabricados con componentes químicos tóxicos y metales pesados altamente contaminantes, es necesario que reciclen y procesen de manera correcta para evitar que puedan dañar el suelo y las fuentes de agua subterráneas. También los aparatos electrónicos están compuestos de cobre, oro u otros elementos que se reciclan y venden posteriormente, casi siempre sin las medidas de seguridad oportunas para proteger a los trabajadores y al medio ambiente.
Según datos del mapa mundial de la basura electrónica (elaborado por la iniciativa StEP de la ONU), los españoles generamos casi 20 kilogramos anuales per cápita de residuos con los viejos ordenadores, móviles u otros dispositivos. Pero la Asociación de Empresas de Residuos y Recursos Especiales de España (ASEGRE) afirma que apenas se reciclan en sus plantas 4 de esos kilos.
¿Y qué pasa entonces con lo que no se recicla correctamente? Dependiendo de los países, entre el 60% y el 90% de estos tipos de residuos se comercializan ilegalmente o se vierten de forma inadecuada.
La exportación de residuos peligrosos desde la UE y los países de la OCDE hacia terceros países está prohibida, por lo que no está sujeta a ningún tipo de notificación o licencia. Sin embargo, miles de toneladas de basura electrónica se declaran falsamente como productos de segunda mano y se envían a países en vías de desarrollo. En estos países, el reciclaje de componentes electrónicos como el cobre y el oro entre otros se realiza en condiciones peligrosas para la salud de los trabajadores y gran parte de estos residuos terminan abandonados sin control.
Estados Unidos y Europa son los principales exportadores de basura electrónica. En el lado contrario, los principales importadores son, por este orden, China, India, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil, la República de Benin y Liberia.
La INTERPOL estima que el precio de una tonelada de desechos electrónicos puede alcanzar los 450 euros. Aunque son datos difíciles de cuantificar, se cree que el mercado ilegal de este tipo de residuos alcanza cada año una cifra cercana a los 17.000 millones de euros.
Para hacer frente a este problema son imprescindibles una mayor cooperación internacional, fuertes regulaciones legales y la implicación de las autoridades locales.