Revista Opinión
Durante la presente semana Madrid se convertirá en escenario, escaparate y rehén de la secta vaticana, con su Gran Gurú al frente, el ¿ex? nazi Joseph Ratzinger. La Jornada Mundial de la Juventud es una pura excusa para que la Iglesia Católica muestre sus poderes en el país más torturado por ella desde la Contrarreforma, el que más sufre su continua agresión ideológica a la vez que el más esquilmado por estos hambrientos del dinero ajeno. A nivel organizativo, y como recordaba hace unos días el escritor Juan Goytisolo en un artículo en El País, detrás del evento mundial -eso dicen- que nos ha caído encima andan como arquitectos y movilizadores grupos tan siniestros como el Opus Dei, Los legionarios de Cristo, los kikos y el tinglado multimillonario montado por una banda de sinvergüenzas en torno a unas supuestas apariciones de la Virgen en El Escorial. Laus Deo.
La movilización de decenas de miles de jóvenes de ambos sexos, pertenecientes en su mayoría a colegios elitistas propiedad de estos grupos, pretende hacer creer que es la juventud del mundo mundial la que viene a festejar a "su" Papa. Una pura operación de márqueting limitada básicamente a España -su país fetiche/monedero-, sin embargo, como demuestra el que del famoso millón de personas que los organizadores esperan reunir apenas 90.000 sean realmente jóvenes extranjeros, llegados estos días a Madrid en avión y procedentes en su mayoría de América Latina y la Europa mediterránea.
Las cifras de este derroche con cargo al erario público español, son increíbles de puro fastuosas. Ya se habla de entre 50 y 100 millones de euros como coste global de este circo. Sólo la empresa de transporte público madrileño perderá 15 millones de euros, al entregar bonos de transporte casi gratuito a los "peregrinos", y tendrá que abonar más de medio millón de euros en concepto de horas extras a sus trabajadores. La seguridad movilizará a 10.000 policías más vigilancia privada, bomberos, personal sanitario etc. La publicidad ha corrido a cargo de instituciones públicas, como lo son diversas consejerías de la Comunidad autónoma y del Ayuntamiento de Madrid que la realizan a través de los departamentos de Turismo, Educación (!) y Asuntos Sociales (!!), detrayendo así fondos que se están negando a personas necesitadas de atención pública. Y en fin en el nivel técnico, detrás del montaje de escenarios, luces, sonido, movimiento de masas etc, hay empresas multinacionales organizadoras de conciertos de estrellas del rock. Y no olviden a Gürtel/PP, que seguro sacará de ahí tajada tal como lo hicieron en la visita de Su Santidad a la Valencia de Francisco Camps, según alguno de los muchos sumarios judiciales por corrupción abiertos contra los gestores políticos del País Valenciano.
Pero el escándalo no es solo público. Numerosas empresas privadas han sido llamadas a entregar su óbolo, y a fé que a pesar de los tiempos de crisis que dicen vivimos han sabido responder como un solo cristiano papista. La ropa de los voluntarios por ejemplo la ha pagado Caja Madrid, cuyo logotipo lucen las camisetas de los voluntarios. Medios de comunicación públicos y privados van a hacer un seguimiento al segundo de los días que dure el circo de Ratzinger en Madrid. Y en fin, untuosos políticos de izquierda como José Bono y José Blanco acudirán a rendir vasallaje al Rey de Roma fingiendo una fé que seguramente no tienen pero esperan les rente buenos votos entre los electores "centristas".
Lamentaba con tristeza el presidente Manuel Azaña que los españoles siempre anden detrás de un cura, "sea para seguirle en una procesión o sea para saltarle la tapa de los sesos de un disparo". Algún día habría que empezar a ignorarles, pues. Y sin embargo, afectar indiferencia ante el hecho de que una ciudad como Madrid quede colapsada durante días por un "acontecimiento" tan aberrante como este es imposible, tanto por lo que hace a la faceta moral del asunto como a la puramente ciudadana. Y lo más importante, pretender ignorar las payasadas de este demiurgo profesional -que por cierto sigue sin haber pedido perdón por su pasado nazi-, capaz de que invocar a un Dios todo bondad mientras se refocila en unos fastos de emperador romano en los que se malversan cantidades astronómicas de dinero, en tanto millones de seres humanos mueren de hambre y miseria a solo unas horas de avión de sus misas-espectáculo, sería por nuestra parte un pecado de lesa Humanidad.
En algún sitio he leído que estos días se van a instalar pantallas gigantes de vídeo en Somalia y en otras partes para que las gentes de esos países puedan seguir el periplo del llamado Benedicto XVI por Madrid; si fuera cierto, no cabría mayor muestra de cinismo. En fin que si yo fuera Dios, les aseguro que iba a tomar medidas: un rayo divino caería en el escenario de la plaza de Colón, de modo que al menos chamuscara las ricas vestiduras del nigromante conjurador de almas y dinero, dejándole en ridículo urbi et orbi.
¿Se apuestan algo a que no habrá rayo divino justiciero? Pues claro que no, por eso actúan como actúan los individuos como Rouco Varela o Joseph Ratzinger: porque saben que no habrá justicia divina contra ellos.