En estos revueltos tiempos en que vemos cómo muchas materias vinculadas a la experiencia artística son relegadas al rincón más oscuro de los currículos educativos o a segundos y terceros planos de los focos de interés en el devenir de las distintas leyes educativas, viene bien hablar desde esta humilde Despensa de experiencias de aula como las que quiero hoy compartir, como forma de reivindicar el dibujo, un oficio que es más que un oficio pues es -como solía decir el artista conceptual Bruce Nauman– una forma de pensamiento, un sistema de expresión paralelo al código lingüístico -tan omnipresente y sobrevalorado en todo el sistema educativo- y que, como ese mismo código, no es -solo- un arte en sí mismo o un estado de preparación artística, sino una herramienta intelectual lista para ser tratada de acuerdo a una gramática para comunicar y darle soporte a contenidos estéticos, conceptuales, plásticos y proyectuales antes, ahora y siempre.
El dibujo es una actividad que está en la base de casi todas las actividades humanas, casi desde que empezamos a tener algo de conciencia y utensilios para dibujar. La imagen que nos representamos del mundo es un dibujo que mentalmente nos hacemos de él para ordenarlo, para ponerle cotas y entenderlo. La escritura misma está hecha con letras que son dibujos sobre los soportes que se nos antojen. Los signos convencionales con los que a diario convivimos en computadoras, señales de tráfico, medios de comunicación y afines, son también dibujos. También la populares apps y emoticonos que llenan las pantallas de los móviles son dibujos. Ni hablar de los proyectos de diseño industrial, arquitectónico o de modas. En todos ellos vive ese acto voluntario de definición y unión de puntos en el espacio que es el dibujo.
Por todo lo dicho, al menos a mi, me resulta difícil aceptar esa tendencia terca de ciertos estamentos educativos y culturales que desdeña la expresión dibujada, convirtiéndola en un arte mudo y servil próximo a la “manualidad”, cuando, paradójicamente, nunca como hoy la humanidad había vivido una época en la que existiera un delirio más frenético por las imágenes que se proyectan desde el dibujo con los recursos del dibujo.
Quizás lo que no ven nuestros ciegos legisladores educativos —con todo y sus ojos ahítos de imágenes— es que los medios con los que tradicionalmente pinchamos y retamos nuestra imaginación, han ampliado su repertorio de trucos y requiebros hasta crear un imaginario complejo que reclama toda nuestra atención para ser descifrado. Hoy el dibujo no es solo el resultado del modesto lápiz que deja su huella sobre un papel; es también el mouse de la computadora, es la tableta digital o la traza que deja el dedo de un niño sobre la arena; es también la mirada que escoge lo que quiere ver, la mente que recuerda y que le da a los objetos reales e “imaginados” un paradigma de contenidos, de relaciones y medidas.
El dibujo, no nos olvidemos ni lo olviden nuestros legisladores educativos, es también un sistema efectivo de aprendizaje a través de la filosofía del Visual Thinking o Pensamiento Visual que afortunadamente está ganando cada vez más adeptos en las aulas como metodología de aprendizaje como ya comentara en una anterior publicación de este blog No me cuentes histórias, dibújamelas . En palabras de Garbiñe Larralde, experta en Visual Thinking: “El pensamiento visual supone la comprensión de una información mediante la visualización estructurada de sus partes”.
Poca gente conoce la verdadera naturaleza del placer que significa dibujar. Muchos creen que ese gusto radica en el gesto anatómico, en el movimiento de la mano, en el dominio de una técnica o en el uso de determinados materiales. El placer que genera el dibujo no reside allí; reside en la posibilidad cierta de objetivar ideas sin pasar por el tamiz del lenguaje, como mi alumno Pablo mismamente comentaba tras participar en la experiencia que quiero relatar:
Concluyo afirmando la gran importancia y valor que tenemos sobre el dibujo desde pequeños como herramienta para expresar ideas de forma visual y en todos los ámbitos de nuestra vida y destacando la mejoría en habilidades técnicas y artísticas de las personas a medida que crecen así como su nivel de comprensión y expresión.
Y de eso va la experiencia que quiero relatar recogida en distintas tareas a lo largo de estos años al inicio de curso en la asignatura de Dibujo Artístico en la educación para adultos y que también proponía a mis alumnos de secundaria en la enseñanza presencial y que consiste en enfrentar al alumnado con la experiencia genuina del dibujo como fuente de conocimiento y memoria. En este caso concreto pedía a mis alumnos que realizasen un experimento en su entorno familiar y un ejercicio preliminar, a partir de los cuales poder reflexionar sobre la función y utilidad del dibujo en nuestra cultura.
El experimento de la bicicleta
El experimento consistía en lo siguiente: pedir a mi alumnado que elija a 3 personas de distintas edades de su familia o entorno cercano ( un/a niño/a entre 3 -12 años, un/a adolescente de 12 a 18 y un adulto de 18 años en adelante) que, sin previo aviso, dibuje a lápiz en un folio y de memoria una bicicleta, de la forma más descriptiva o realista posible. La bicicleta que tuvieran en ese momento en su mente (de paseo, de carreras, de montaña, como prefieran). Se le da a cada una de estas personas un tiempo aproximado de unos 15-20 minutos. Para este experimento es fundamental el factor sorpresa. No deben saber qué van a dibujar hasta que tengan el folio delante y no deben ver cerca ninguna bicicleta real ni fotografías ni otros dibujos, han de recurrir única y exclusivamente a la imagen mental o al recuerdo que tengan de una bicicleta.
Tras el experimento el alumnado recopila los dibujos de los participantes y les pone o en un borde la fecha y la edad . Se le pide que los mire detenidamente y comente en su ficha de trabajo aspectos tales como :
a) qué similitudes y diferencias ve en ellos y qué aspectos le llaman más la atención
b) que nos diga qué comentaban esas personas mientras dibujaban y qué les pareció el dibujo de su bicicleta al terminar
c) valoración en conjunto del experimento y reflexión acerca de la importancia del dibujo enlas distintas etapas de nuestra vida.
También se le pide que ellos/as mismos/as realicen , si se animan, el experimento . Aunque compartiré ahora post algunos de dichos “experimentos” en este tablero de Pinterest se han recopilado los que he podido estos últimos años. Muchas de las reflexiones no tiene desperdicio, como botón de muestra dejo algunos fragmentos extraídos de sus fichas.
Reflexiones de Luis Alberto ( curso 2019/20):
Primero empecé con mi hija pequeña de 4 añitos. Su idea de bicicleta es sin pedales ya que ha usado el recuerdo de su bicicleta real que no tiene pedales etc. solo para posar los pies. Me ha sorprendido que dibujara los radios de las ruedas. Ella es poco habladora pero me miraba buscando mi aprobación de que eso se acercaba a lo que yo veo como una bicicleta. En su caso se ha acercado mucho al dibujo de su hermano.
Segundo, mi hijo de 7 años. En este caso ya utiliza más líneas se vuelve más complejo el dibujo, con más nivel de detalles. Ha dibujado los pedales, la cadena, timbre. Él me ha ido contando lo que dibujaba en cada momento y alguna que otra historia de caídas etc.
Los dos ejemplos siguientes son de adultos y me ha llamado mucho la atención el parecido con los dibujos de mis niños. El mismo dibujo esquemático. A ellos les ha dado más vergüenza este ejercicio, no paraban de repetir que dibujaban muy mal. En el caso de los niños no hay esta preocupación por el que dirán o si está mejor o peor.
En el caso de mis hijos me ha ayudado a ver sus inquietudes y opiniones respecto al tiempo libre y como viven sus experiencias.
Reflexiones de Antonio (curso 2019/20):
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Este ejercicio lo planteé a varios miembros de mi familia.
Así el de Sofía de 4 años, estuvo muy contenta y habladora todo el rato que estaba realizando el dibujo… se pasó del tiempo e intente quitárselo y me decía que no lo había terminado, que tenía que colorear el cielo y el campo. Se ve que son Trazo irregulares, rellenes de color, que utiliza indistintamente, salvo el cielo azul y el campo verde, si bien el sol es verde y las ruedas de la bicicleta cada una de un color. No podía faltar poner su nombre y varios corazones.
La bicicleta de Isabel, de 18 años, utiliza un rotulador fino lo que hace que el trazo este bien definido, y en conjunto es muy simple; solamente utiliza un color.
La bicicleta de Mary ( 45 años) , utiliza un rotulador fino para los trazos si bien estos tiene más consistencia, utiliza varios colores, conjuntados (así los guardabarros son ambos del mismo color); ella coloca elementos accesorios como las luces delanteras y traseras, añadiendo unos pequeños trazos imitando a la luz que desprenden los faros, así como un timbre; en conjunto guarda una buena proporción la bicicleta.
Los dibujos que realizaron no dejan de ser un recuerdo, de una idea de bicicleta que estas personas tiene en su cerebro; las dos mayores se centran exclusivamente en el bicicleta y la más pequeña la sitúa en el espacio, dibuja un campo, el sol y el cielo.
Reflexión de César ( curso 2017/18):
Me ha resultado un ejercicio curioso, jamás le había pedido a nadie que me dibujara una bicicleta y el resultado ha sido interesante, observar el rostro de cada una de las personas concentradas en el dibujo, e independientemente de la edad yo creo que esas tres personas tenían algo en común en esos momentos, la ilusión de visualizar esa bicicleta en su mente y en el caso de los mayores volver a sentir que son niños, ha sido una bonita experiencia. No he encontrado ninguna dificultad, por el contrario he disfrutado con el experimento.
Veo algunas similitudes sobre todo entre el dibujo de la niña y el del adolescente, supongo que por la poca diferencia de edad que existe entre ambos, de ahí a que la bicicleta que han dibujado tenga un aspecto más moderno que el de la bicicleta dibujada por la persona mayor. Me llamó la atención la rapidez con la que las dos personas más jóvenes dibujaron sus bicicletas, como si lo estuvieran acostumbrados a hacerlo, o tal vez porque ya tuvieran la imagen muy bien instalada en su mente, en cambio la mujer adulta se llevó bastante más tiempo para poder tirar de sus recuerdos y plasmar la bicicleta en el papel, de hecho no quedó muy realista pero se esforzó bastante en hacerlo.
Niña de 6 años : En éste caso era una niña muy pequeña asi que comentarme me comentó poco, pero estuve observándola detenidamente y desde luego su cara reflejaba pura ilusión mientras dibujaba su bicicleta. Cuando terminó le pregunté si esa bicicleta era la que le gustaría tener y no dudó ni un segundo en gritar un gran si, estaba muy contenta con su dibujo.
Jóven de 16 años : Éste chico tenía una bicicleta similar a la que dibujó, la tenía muy memorizada. Me comentaba algunas de sus aventuras sobre su bicicleta mientras la dibujaba, algún que otro accidente con ella pero se le notaba feliz durante todo el proceso del dibujo y cuando me hablaba de ella lo hacía sonriendo, sin dudas vivió buenos momentos con su bicicleta hasta que al parecer se la robaron. Cuando terminó su dibujo me comentó que se parecía bastante a la que tuvo, incluso puso un gesto de sorpresa al observar el dibujo ya terminado.
Adulto de 39 años : En éste caso la mujer que me hizo el dibujo tiene unas cualidades algo reducidas para dibujar y casi parece el dibujo de un niño pero disfruté con ella especialmente, éste experimento le transportó por unos minutos a su infancia, cuando tenía su bicicleta y la usaba con sus amigas. Tuvo que esforzarse bastante para poder pasar la imagen de su mente al papel, como mencioné antes no se le da demasiado bien el dibujo, me comentaba las cuestas que bajaba a gran velocidad sin miedo a caerse, las veces que iba a comprar o a hacer recados en su bicicleta, noté que le invadió una fuerte nostalgia. Al terminar su dibujo lo observó y no le gustó mucho, prácticamente se avergonzó de lo mal que le salió según ella, pero si pensó que tenía similitud con la bicicleta que ella tuvo en su niñez.
Reflexiones de Marta (curso 2019/20):
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A) Pues no fue complicado, los hicieron los dos niños que cuido: uno tiene 8 años y otro 14 y también, un chico de 25. Al pequeño no le gusta dibujar mucho pero desde que me ve quiere hacer lo mismo que yo y me hace gracia porque se nota que soy el espejo donde se refleja.
B) La imaginación del pequeño de como dibuja la bici como si ésta volara y la imaginación de el de veinticinco que la hizo de frente y eso me sorprendió.
C) El de catorce años no contaba mucho porque es un niño muy callado, en cambio el de ocho no paraba de hablar: me decía que su amigo Abraham le había enseñado a montar en bici y que hacia tanto tiempo que no veía una, que se le iba a inventar (en esos momento me doy cuenta de que tengo un trabajo muy bonito y que aunque la paciencia no es lo mio me encanta estar con él); el de veinticinco cuando le expliqué lo que tenía que hacer me dijo que estaba esperando este momento, que hace años vio como dibujar una bici de manera fácil y estaba deseando que alguien le pidiera que dibujara una bici, me reí mucho porque es mi novio y me hizo mucha gracia la cara de ilusión que puso.
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Reflexiones de Lucas (curso 2018/19):
Mediante este experimento he podido ver la idea de bicicleta que tiene cada uno de los jóvenes que han participado en mi experimento. Los dos más jóvenes (9 y 12 años) más que intentar hacerla perfecta, simplemente se divertían mientras la realizaban, mientras que el mayor ( 19 años) no le ha gustado como ha salido, ya que, dicho por él mismo, el dibujo no se le da bien y que al no tener bicicleta ni habiéndola visto en mucho tiempo, hay detalles que no ha sabido resaltar. En mi opinión, no depende de cuantas veces las veas en casa o en la calle, si no las veces que te paras a observar realmente todos y cada uno de sus detalles. Al igual que la tarea del croquis, hay cosas con las que convives, pero que cuando llega el momento de usarlas, al no haberte detenido a observarlo con detenimiento, no te percatas de que están o cómo son.
Dibujar de memoria un croquis del plano de mi casa
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El otro ejercicio o reto inicial del curso consistía simplemente en que el alumnado debía dibujar de memoria un croquis a mano alzada de la planta de la casa o piso familiar , similar a los planos de los arquitectos. Podía hacerlo directamente de memoria o primeramente, hacer un recorrido visual por su casa y luego intentar plasmar dicho espacio real mediante un plano dibujado a lápiz a modo de croquis. Lo que se pretende es que utilice el dibujo para representar mediante una serie de convencionalismos gráficos (líneas, símbolos, etc.) una idea compleja y difícil de visualizar directamente como puede ser el espacio que habita, su propia casa. Se hará igualmente a lápiz en un folio o formato A4. Este ejercicio le ayudará a “pensar y representar el espacio” mientras dibuja.
Independientemente de la mayor o menor calidad gráfica de dichos dibujos ( ver Portfolio) , lo realmente interesante es el proceso de síntesis e interpretación del espacio asi como las reflexiones posteriores a dicho ejercicio, de las que rescato algunas de ellas que evidencian a las claras las bondades del dibujo como herramienta de pensamiento
Este ejercicio lo he realizado a mano alzada y la primera dificultad que me he encontrado es mantener las proporciones y tamaños con respecto a la realidad. Hubiera estado borrando y re-dibujando a cada momento, pero quería ver el resultado final. Claramente hay errores pero me ha ayudado a tomar conciencia del espacio y a rescatar mentalmente una imagen y plasmarla en el papel, esa sensación ha sido muy buena
- Luis Alberto B.
Este ejercicio lo realicé de memoria, no tuve que ver con anterioridad el domicilio, ya que lo conocía. En las distintas casas que he vivido, las he recorrido primeramente con luz y posteriormente a oscuras, al objeto de poder salir de la misma en caso de incendio u otra emergencia; es una cualidad de nuestro cerebro la orientación espacial. Me ha parecido interesante, esta orientación espacial, la utilizo en ocasiones en el trabajo.
- Antonio Atocha
No encontré dificultad alguna pues llevo viviendo en la misma casa unos 27 años, la tengo más que visualizada, pero eso sí, nunca había hecho un croquis de ella que yo recuerde, fue interesante pensar en cada rincón sin tenerlo delante y poder dibujarlo tal cuál sin ningún problema, eso me llevó a hacer el dibujo con mucha seguridad y esa sensación me gustó, ojalá pudiera dibujarlo todo con esa misma sensación.
Siempre me ha resultado muy interesante el tema de dibujar croquis que muestran casas, edificios o lugares, sin dudas es algo de mucha utilidad a la hora de construir y diseñar cualquiera de estos. No he experimentado hasta ahora como sería hacer uno y bueno para mí fue fácil por lo que comenté anteriormente, mi casa es la misma desde siempre, pero entiendo que cuando se trata de hacer un croquis para un edificio grande que no conoces en profundidad, no debe ser demasiado fácil. Una vez más cabe destacar los múltiples usos del dibujo, la gran ayuda que nos brinda y las diferentes técnicas que existen para su ejecución.
- César G
Y cierro este intenso “viaje en bicicleta” por los mundos del dibujo con una estampa y una maravillosa cita del gran maestro de la estampa japonesa Hokusai que dejó escrito entre sus miles de dibujos y estampas litográficas, esto:
A la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50, había producido un gran número de dibujos. Con todo, ninguno tuvo un verdadero mérito hasta la edad de 70. A los 73, finalmente, aprendí algo sobre la verdadera forma de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, hierbas o árboles. Por lo tanto, a la edad de 80 habré hecho un cierto progreso. A los 90 habré penetrado el significado más profundo del mundo. A los 100 habré llegado finalmente a un nivel excepcional. Y a los 110, cada punto y cada línea de mis dibujos poseerán vida propia”.
Hokusai, modesto, dice ser un eterno aprendiz, y en sus últimos años se describe a sí mismo como un “viejo loco por el dibujo, al que le falta mucho por aprender sobre la representación del mundo”. Curiosamente muere a los 89 años. Grande, el maestro Hokusai.