Estos bizcochos le gustan mucho a mi hija, le recuerdan a su infancia, pues cuando se ponía enferma no le faltaban, y como es tan exagerada y expresiva mientras se los comía y se los come, está diciendo huuuuuuummmmmm, huuuuuuummmmm... Aquí os dejo la receta por si queréis probarlos.
Ingredientes:
- Huevos tamaño L, 3.- Azúcar 75 g.- Harina de trigo de repostería 40 g.- Harina de maíz 40 g.- Azúcar glas para espolvorear.
Elaboración:
Separamos las yemas de las claras. Batimos con la batidora de varillas las yemas con el azúcar hasta que presenten color blanquecino y hayan aumentado dos veces su volumen.
Volcamos en un bol y les añadimos cerniendo, las dos harinas de forma suave, sin agitar y envolviendo con una cuchara de madera.
Batimos las claras, con un pellizquito de sal, a punto de nieve. Para que monten bien os recuerdo que deben estar a temperatura ambiente, que no deben tener un rastro de yema y que tanto las varillas como el recipiente donde las batamos deben estar perfectamente limpios y secos.
A continuación mezclamos las claras con el preparado de yemas con suavidad para no bajarlas.
Precalentamos el horno a 180 ºC. Cubrimos la placa de horno con papel sulfurizado.
Sirviéndonos de dos cucharas soperas, o bien de una manga pastelera, iremos trazando las porciones, procurando que sean de igual tamaño, pudiendo hacerlos alargados o redondos. Esta vez los he hecho con dos cucharas, con una he cogido las porciones y con otra las he empujado a la placa. Distribuimos por encima azúcar glas.
En quince minutos deberán estar listos para sacarlos del horno, observad cuando se pongan un poco doraditos pues será el momento de retirarlos.
Dejad que se enfríen sobre el papel y luego, ayudándoos con una espátula los despegáis con cuidado de no romperlos.