Bob Dylan nunca se dirige al público y las fotografías están claramente prohibidas en sus conciertos, con carteles que así lo avisan a la entrada de los recintos -como al que asistí hace ahora un año en el Auditorio Nacional de Madrid, del que de paso recordamos la crónica-.
Pues bien, el estadounidense rompió anoche en Viena la primera de sus costumbres por culpa de la segunda y casi se lía parda. Es decir, se dirigió al público enfadado por que alguien estaba haciendo fotografías con el teléfono móvil. Y en ese interludio extraño en el que pidió a sus músicos que dejaran de tocar, casi acaba cayéndose al suelo al tropezar con un monitor del escenario.
"Sacad fotos o no las saquéis. Tocamos o posamos, ¿de acuerdo?". Esas fueros las palabras con las que Bob Dylan rompió su norma de no dirigirse al público, arrancando los aplausos de la mayor parte de un respetable que, así, de paso, apoyaba al artista en este momento para mitigar su enfado.